La 4ª edad aparece como un nuevo reto para la sociedad del bienestar y la sanidad

(La esencia de una buena sociedad consiste en que cada uno de sus miembros, a despecho del género, la raza u origen étnico, tenga acceso a una vida gratificante) J.K. Galbraith. “Una sociedad mejor, 1996

Según el Dr. José Manuel Ferrer Guerra, profesor de la Universidad Maimónides de Buenos Aires, la llegada a los 80 años de edad supone en las sociedades avanzadas como la nuestra el inicio de la llamada cuarta edad. Casi dos millones de personas se encuentran ya en esta situación en España como consecuencia del aumento de la esperanza de vida y de los efectos de la medicina preventiva.

Las necesidades de este colectivo, que sufre el 98% de las enfermedades crónicas y la mayoría de los 500.000 casos diagnosticados de Alzheimer, son muy específicas y dependen tanto del entorno afectivo como de la atención sociosanitaria. Sin embargo, lamentablemente, la formación que existe actualmente en estos campos no es suficiente para que estas personas se vean convenientemente atendidas. Lo más corriente es que los familiares sean autodidactas en el cuidado de sus mayores y solo el 36% de los centros sanitarios públicos dispone de recursos específicos para atender a los pacientes de más edad.

Dentro de este umbral de cambios en que la sociedad se encuentra actualmente, la esperanza de vida aumenta cada año. Así lo asegura la SEGG, Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. En 2003 vivían en España 1.756.650 personas mayores de 80 años, que se incrementarán en 2005 a 1.903.756.. De ellas, casi la mitad (concretamente el 47,4%) de quienes tienen entre 80/84 años padecen alguna discapacidad y, a partir de los 85 años, los discapacitados son, en realidad, el 63,6% de la población. Así se refleja en el estudio publicado por el INE, “La salud de los españoles”.

Para la doctora Pilar Mesa Lampe, geriata y presidenta de la Asociación Voluntariado en Geriatría, los 80 representan ese “umbral del cambio. Un cambio que antes estaba situado en los 65 años, cuando llegaba la edad clásica de jubilación. Es comúnmente admitido que, a los 80 años, comienzan a acumularse en las personas, las patologías degenerativas, enfermedades que antes se distribuian en el tiempo y que, ahora, gracias a los efectos de la medicina preventiva, se estan retrasando hasta los 80. Precisamente el momento en que estas personas, lo normal es que sufran varias dolencias a la vez y que, en un determinado momento, según sigue comentando la geriata, es normal que sufran un bajón bastante notable. Suele ser normal ahora que las personas de 65, 70 e, incluso, de 75 años, se encuentren bastante bien conservadas, pero, a partir de los 75/80 es cuando empieza a sentirse esá bajón físico general y los efectos del envejecimiento debido al deterioro general de la estructura corporal, los órganos o la capacidad síquica. Los mayores de 75 años suelen ser los portadores del 98% de las enfermedades crónicas. Por tanto, a partir de los 80, el tratamiento sociosanitario de estas personas debe ser completamente diferente. Lo normal es que estas alteraciones vayan acompañadas de cambios notables, sicológicos y de comportamiento, de lenguaje y de conocimiento, que se traduce en una pérdida de vida autónoma y la necesidad de una ayuda constante de otras personas De ahí que, según la citada presidenta, tanto los familiares como los cuidadores deben estar suficientemente formados para atender a estas personas que se encuentran en el declive de su capacidad funcional..

El objetivo no es tanto alargar la vida como mejorar las funciones propias del cuerpo humano, o lo que es igual, que la persona mayor siga siendo interdependiente, afirman los doctores Antonio Butragueño y Gómez Pavón., que coinciden en que los cuidados de las personas mayores deben realizarse desde un abanico de aspectos muy amplio, para manejar adecuadamente las enfermedades crónicas que puedan padecer.

El catedrático de Sociología del Departamento de Fundamentos de Economía e Historia Económica de la Universidad de Alcalá de Henares, Gregorio Rodríguez Cabrero, en su documentado trabajo “Vejez y Recursos Sociales en España: Políticas sociales prioritarias”, afirma lo siguiente:

El proceso de envejecimiento en España durante los últimos veinte años ha sido muy intenso, rápido y diversificado en cuanto a su impacto social. Por una parte, el proceso de envejecimiento ha cambiado radicalmente la posición social de las personas mayores en la sociedad española y, con ello su imagen social en los medios de comunicación y en la visión de la sociedad. Lo refleja el incremento sin precedentes de de la sociología de la vejez y la ciencia geriátríca. Por otra parte, el carácter positivo, real y simbólico de las personas mayores en la sociedad ha obligado a una reflexión en profundidad sobre tres aspectos concretos; la relación entre la llamada tercera edad y los otros grupos de edad, la problemática de la vejez en cuanto a diferencias de recursos económicos y disponibilidad de servicios de apoyos, sanitarios y sociales y, finalmente, los retos que plantea el envejecimiento en lo referente a la calidad de vida, sistema de cuidados personales e impacto de las situaciones de dependencia.

Criterios orientadores de las políticas sociales de vejez.
A juicio del catedrático Rodríguez Cabrero, estos deben ser los criterios básicos que orienten las políticas de la vejez: Apoyar la autonomía de las personas mayores en un contexto de seguridad económica y con garantía de unos servicios públicos sociales y suficientes y de calidad.

En 1996 el profesor Alan Walter, en la fase de análisis del eurobarómetro de una encuesta realizada a una submuestra de personas mayores de 60 años en países de la UE en el año 1992, señalaba que los problemas claves o las prioridades para este colectivo eran la garantía de ingresos y los cuidados prolongados propios de su caso. El primero era considerado como una auténtica responsabilidad pública y el segundo como una responsabilidad de hecho de la familia. Hoy, casi venticinco años después, estos dos problemas continúan siendo fundamentales.
 
Tras su riguroso trabajo llega a las siguientes conclusiones:

• Las políticas sociales de vejez para el fututo tienen un doble reto. En el estado del bienestar, en las áreas que afecten y contribuyan a un envejecimiento saludable y autónomo de las personas mayores, que implican completar la universalización en lo referente a la protección social de las situaciones de dependencia y, además, mejorar la calidad del sistema sanitario y de los servicios sociales, así como garantizar la seguridad económica de las personas mayores..
• Las políticas de vejez tienen que ir preparando los retos de los años venideros, especialmente a partir del 2020. Fecha en que el número de personas será bastante considerable, prestándole una especial atención a los naturales cambios que se producirán en la estructura social y familiar, que exigirán nuevos diseños en las políticas públicas, cuya responsabilidad no recaerá solamente en el Estado o en la familia, sino también en el conjunto general de nuestra sociedad.
• Un mercado de trabajo estable unido a niveles de renta crecientes, serán la base económica que garantice las necesidades de envejecimiento en el futuro

Pacto Europeo por la Salud Mental
En la tercera Conferencia de este Pacto celebrada en Madrid el 28 de junio de 2010, a la que asistieron representantes de los 27 estados miembros, sociedades científicas, organizaciones de pacientes y familiares, investigadores y académicos, el entonces secretario general de Sanidad , José Martínez Olmos, subrayó que la salud mental era una de las prioriodades del Ministerio. En la ponencia titulada “ Políticas de salud mental para las personas mayores, se abordaron en profundidad temas de la siguiente importancia: 

1. La importancia del envejecimiento saludable
2. las personas mayores en situación de vulnerabilidad.
3. Prevención de los trastornos mentales
4. Los sistemas de cuidados y tratamientos
5. Las personas cuidadoras informales.

Conviene recordar que los objetivos de esta conferencia eran hacer visibles la importancia de la promoción de la salud mental en los mayores y el establecimiento de unas medidas de apoyo para las personas que las cuiden, así como facilitar el intercambio en la UE de una política de buenas prácticas y proyectos de investigación, apuntándose un resumen de los puntos críticos en estas materias y las acciones necesarias para que se puedan llevar a cabo. Todo un amplio programa de acciones, sumamente interesantes de recordar de cara al futuro ya inmediato en nuestro país.

Opinión

Multimedia

Economía

Accede a iSanidad

Síguenos en