¿Se debe evitar un tratamiento para salvar la vida del propio hijo?

Muchos sucesos pasan desapercibidos por la gran cantidad de información que maneja toda la sociedad por culpa de los medios escritos o los espacios de radio y televisión, cualquiera que sea el apartado en que pueda incluirse ¿Qué madre no sacrifica a diario o da gustosa su vida por salvar la de su hijo?. Es lo más normal, dirán muchos o la mayoría de las personas que puedan leerla o escucharla. No tiene nada de extraordinario. Sin embargo, el análisis detallado de los pormenores que confluyen en esta información sí le confiere un carácter especial, dadas las circunstancias que en la misma han concurrido.

Esta joven romana, Chiara Corbella, de 28 años muy lucida, alegre, comunicativa y con unas grandes ganas de vivir, según comenta Enrico, su marido, murió plenamente consciente de lo que suponía retrasar el tratamiento cancerígeno que habría podido salvarla, con tal de llevar a feliz término el embarazo de su hijo Francesco, un niño plenamente deseado por el matrimonio desde el primer momento que se enteraron de su concepción.

Tras dos embarazos fallidos llegó el de Francesco. Los dos primeros fallecieron a las pocas horas de su nacimiento. A los dos se le detectaron en las primeras ecografías graves malformaciones. Sin embargo, en el caso de Francesco, esas primeras pruebas confirmaban su perfecto estado de salud. Todo caminaba sobre ruedas para el matrimonio, hasta que en el quinto mes de embarazo los médicos le detectaron a la madre una lesión de lengua, confirmándose poco después lo peor, se trataba de un fuerte carcinoma.

Desde el momento que el matrimonio conoció la noticia se produjo una fuerte lucha en la pareja, que se resolvió con la decisión final de apostar claramente por la vida, dando su más rotundo sí por la del que ya estaba en camino. Chiara apostó por Francesco y sin siquiera pensarlo, a pesar del riesgo que, a sabiendas, ella corría, conscientemente retrasó el inicio del tratamiento que habría podido salvar su vida. Apostó por su maternidad. Solo tras el parto la joven Chiara no estuvo en condiciones de someterse a una operación quirúrgica bastante radical para luego continuar con los preceptivos ciclos de quimio y radioterapia, que no pudo superar, pero Francesco nació sano, salvo y guapo como decía Enrico.

A los pocos meses falleció su madre, contenta y feliz al poder contemplar la sonrisa de Francesco. Todo un testimonio de canto a la vida, tras un duro calvario de cerca de dos años. El funeral de Chiara Corbella, fue una gran fiesta de alegría y reconocimiento a la vida al que se unieron la mayoría de sus convecinos

La enfermedad no es algo deseado, pero afrontarla positivamente una vez que llega no está en manos de los médicos o los profesionales.

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