El Tribunal Supremo avala el nuevo modelo sanitario de Obama

La Cámara de Representantes aprobó el pasado 28 de junio la constitucionalidad de la nueva ley de Salud, conocida como “Obamacare”. Supone una gran victoria política para el decreciente prestigio de su Presidente Barack Obama y cuyos efectos irán bastante más allá del contenido de la misma, al permitir al Gobierno Central que requiera a los americanos para que suscriban un producto o servicio sanitario según dictamine el Gobierno Federal –encargado de esta competencia-, con lo cual se vulnera el viejo principio americano del gobierno limitado. Se trata de una reforma histórica de su sistema de salud. Un proyecto de Ley que solo contó con el apoyo de los representantes demócratas porque los republicanos, en masa, formando un fuerte y cohesionado bloque, lo hicieron en contra.

Mientras se celebraban las votaciones, en el exterior del Congreso se registraban diversas manifestaciones contra el “Obamacare” al considerar que su aprobacón representaba un auténtico atentado contra la libertad individual de los ciudadanos estadounidenses. Según el numeroso grupo de manifestantes, Estados Unidos se convertiría en algo parecido a lo que ocurría en la Rusia comunista o en la Alemana nazi.

El representante de la oposición, John Boehmar repetía en el Congreso con gran fuerza casi gritando, esta idea: “ No puede ser, nadie ha leído ni el contenido de la Ley ni el de las enmiendas presentadas”. Opinión que contrastaba con la de la líder de la oposición demócrata, Nancy Pelosy, que defendía el hecho real del contenido del paquete de reformas que encierra la nueva Ley de Salud, que propicia unas políticas de igualdad, deseadas desde hace algunas generaciones. “Con ello hacemos historia por el progreso del pueblo estadounidense”.

El grupo demócrata alcanzó la mayoría necesaria para su aprobación, tras un acuerdo con los demócratas antiabortistas. El Presidente Obama, en su momento, dictó una Ley Presidencial para prohibir que los fondos federales se pudieran utilizar para realizar prácticas abortivas.

En declaraciones posteriores, Obama dijo “cuando se serene la polvareda del debate que la nueva Ley ha levantado, los ciudadanos contemplarán con agrado que por fin existe una ley de salud que favorece a todos las personas.

Antes de su aprobación, muchos de los comentarios que recogían los medios de comunicación, se deslizaban por estas líneas de opinión:
“La reforma del sistema de salud que impulsa Obama reabre el debate sobre uno de los derechos más vulnerados en las sociedades que no optaron por un servicio público y de acceso universal”.

“La privatización de los sistemas de salud ha sido uno de los más grandes descalabros para la ciudadanía de las sociedades democráticas liberales”
“La reforma que implsa Obama es todavía más conservadora que la que, en su día , presentó Clinton, que propugnaba el libre acceso para personas de todas las condiciones sociales”

“El estado acutal que generalmente se vive, la rápida exclusión de determinadas dolencias y los abusivos precios que tienen los medicamentos hacen que los ciudadanos se sientan cada vez mas indefensos. Todo podía ser muy diferente y más barato si muchos recursos se dedicaran a potenciar la medicina preventiva”.

Firma de la histórica Ley
El Presidente Obama, en una ceremonia celebrada en la Sala Este de la Casa Blanca, firmó la histórica Ley, que dedicó a su madre fallecida a causa de una grave dolencia de cáncer. Según dijo, hasta sus últimos días de su vida tuvo que estar peleando con las aseguradoras. La nueva Ley de Reforma Sanitaria ampliará la cobertura médica a 32 millones de ciudadanos estadounidenses a partir de 2019. Supone que, a partir de esa fecha, todo el mundo podrá tener un mínimo de seguridad, dado que extenderá la cobertura médica a más de 30 millones de ciudadanos que carecían de ella. Esta medida representa el mayor triunfo de su mandato político y un logro que habían esquivado los presidentes que le han precedido. Esta reforma se convierte en la “Ley del país”.

Como suele suceder en el acto de la firma de las leyes que tienen una trascendencia importante, este acto protocolario suele realizarse en presencia de numerosos invitados. En este caso estuvieron presentes 300 personas, entre congresistas, representantes de ONG’s dedicadas a la Sanidad y profesionales de la medicina. Como homenaje a Ted Kennedy, gran promotor de la universalización de la sanidad, asistieron también varios miembros de la familia. Como dato anecdótico se cuenta que, de los 2.000 folios que reflejan el desarrollo del contenido de la Ley, firmó una versión abreviada del documento, pero no se hizo con un solo bolígrafo sino con una veintena, haciendo un simple trazado con cada uno de ellos. Es tradicional que cuando se firma una ley importante, se le regalen a aquellas personalidades políticas a las que el Presidente desea mostrar su gratitud por la ayuda recibida de ella.

Obama aprovechó la ocasión para recordar algunos aspectos de la nueva Ley. “A partir de ahora las aseguradoras no podrán rechazar a ningún paciente por estar enfermo, ni tampoco poner limite al tratamiento que necesite”.

Tras la reticente negativa de los republicanos que se han opuesto a ella, les toca ahora su confrontación con la realidad. Cuando entre en vigor y los ciudadanos puedan ver los beneficios que les aporta, será apoyada por todos, pensando en los que ahora no lo han hecho. Ese será el próximo objetivo, tanto del Presidente como del resto de los legisladores demócratas, sean los que sean, es decir, todos los EE.UU. porque, a partir de ahora, todo el mundo podrá tener un nivel mínimo de seguridad”.

Antes de su aprobación, muchos de los comentarios de los medios de comunicación se deslizaban dentro de estas líneas de opinión:

“La reforma del sistema de salud que impulsa Barack Obama reabre el debate sobre uno de los derechos más vulnerados por aquellas sociedades que no optaron por un servicio publico y de acceso universal”. “La privatización de los sistemas de salud ha sido uno de los más grandes logros alcanzados para los ciudadanos de las sociedades democráticas liberales. La reforma que impulsa Obama es todavía más conservadora que la que, en su día, presentó Clinton, que propugnaba un acceso libre para las personas de todas las condiciones sociales”.

Ahora, tras la firma, como es natural, han surgido otros muy diferentes, tanto a favor como en contra, dado que el próximo punto de mira de los gobernantes debe dirigirse hacia la industria farmacéutica, debido a que los precios de los medicamentos son muy elevados.

Claves para entender una reforma sanitaria histórica
La senadora demócrata Nancy Pelosi, en la sesión celebrada tras la firma de la Ley ha realizado unas puntualizaciones para que los ciudadanos norteamericanos puedan conocer en su justa medida los beneficios que les aportará esta reforma histórica.

Los cambios en el sistema costarán al Gobierno unos 940.000 millones de dólares.

Ante la pregunta de si, en estos momentos, EE.UU. está en condiciones económicas de afrontar un sistema de salud universal, se cree que no, pero se acercarán bastante porque la Ley incluye la obligación a todos los ciudadanos de contratar una póliza de seguro sanitario privado, así como la posibilidad de acceder a subvenciones publicas bastante generosas para personas y familias que, hasta ahora, no podían sufragar su coste. Esta subvenciones forman parte de los 940.000 millones que costará el cambio del sistema. Con el se espera que más de 30 millones de personas podrán estar cubiertos, por lo que se quedarán fuera de esta cobertura entre 5 y 7 millones, además de los inmigrantes indocumentados, que se calculan que son unos 11 millones de personas.

A pesar de que la firma de esta Ley supone una victoria política para el actual presidente, la repercusión final de esta reforma es algo más modesta de lo que él, en principio pretendía, debido a que su ámbito de aplicación no será completo hasta que no cubra plenamente a las personas jubiladas ni a aquellas familias que se encuentran enclavadas en el umbral de la pobreza. Su objetivo original era que quien hoy no tiene un seguro médico se pueda acoger también a los beneficios de la sanidad pública pagando un pequeño importe, pudiendo así elegir entre la sanidad pública o la privada. Circunstancia que no se pudo conseguir al no contar con mayoría suficiente en el Senado..

A la pregunta que podría surgir sobre si se ha acabado el proceso definitivo de aprobación de la Ley, comentó que no, porque a pesar de que la Cámara de Representantes la aprobó en el Senado, una mayoría de Congresistas se opone fuertemente a ella porque según la idea inicial, en la Ley se incluyen unas propuestas de inversiones demasiado elevadas y como, además, los demócratas no disponen de los 60 votos necesarios en el Senado, para romper esa minoría, llamada de “bloqueo”, deberán llegar a un acuerdo a través del proceso conocido con el nombre de “reconcilatión”, para lo cual solo precisan el voto de 51 senadores. Cifra que, esperan, poder alcanzar con cierta facilidad.

¿Tienen los republicanos alguna opción de frenar la Ley en el Senado? Los expertos creen que no, que, si acaso, lo único que pueden hacer es retrasar su aprobación. A pesar de ello les queda la última baza, el recurso ante el Tribunal Supremo, buscando el criterio de la invasión de competencias que el Gobierno Central ha hecho en las atribuciones de los estados federados.

Cuentan también con la postura del futuro candidato en las próximas elecciones, Mitt Rommey, que ha indicado que, si es elegido Presidente, lo primero que hará será derogar esta Ley. Con lo cual se puede decir que la guerra por la implantación de un nuevo concepto en la Sanidad en los EE.UU no ha finalizado todavía

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