Lola Granada
El «tsunami» actual que vive la medicina y los médicos tiene muchos frentes abiertos en forma de recortes políticos, ajustes de plantillas, cambios de horarios, privatizaciones… de manera que cualquier movimiento es percibido con poca positividad por el sector y siempre con un carácter eventual, tanto en sanidad pública como en sanidad privada. Los anuncios del Presidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González en la presentación de los Presupuestos Generales para 2013 no han dejado a nadie indiferente.
El anuncio que más daño ha hecho ha sido el de la privatización argumentando que se trata de mejorar una gestión que parece no ser la adecuada para los tiempos que se viven.
Las lecturas de esta privatización tienen muchas orientaciones:
- Los gestores públicos confían más en los gestores privados que en ellos mismos. ¿No será mejor pedir una mayor exigencia a los gestores públicos?
- La gestión privada implica mayor control y mayor exigencia, eso quiere decir que no se va a poder hacer un horario tan flexible como hasta ahora.
- No combinar la asistencia privada con los horarios de la sanidad pública seguramente será una nueva exigencia.
- La calidad asistencial va a ser medida y algunos profesionales pueden «no pasar el corte de calidad».
Hacer un juicio de las privatizaciones de la gestión no es posible hasta que no se haya explicado totalmente el objetivo, el método y las herramientas que se dan para ello. El problema es que la Comunidad de Madrid todavía no lo ha hecho y ya tiene en contra a todos los profesionales y pronto también a los pacientes.
