..Dra. Encarnación Arriaza, directora médica de Farmasierra.
El Síndrome del Intestino Irritable es un trastorno funcional digestivo, también conocido como colon irritable. Los médicos preferimos hablar de Síndrome del Intestino Irritable porque no solamente afecta al colon sino también al intestino delgado. Los signos y síntomas comprenden cólicos, dolor abdominal, hinchazón, diarrea o estreñimiento, o ambos. Algo que caracteriza a estos pacientes es la presencia de una mala calidad de vida y un absentismo laboral 3 veces superior que las personas sin síntomas intestinales. Los trastornos del estado de ánimo son frecuentes en estos pacientes, la depresión y la ansiedad pueden empeorar el síndrome.
El SII se divide, de acuerdo al tipo de alteración del hábito deposicional predominante, en SII con estreñimiento (SII-E) y SII con diarrea (SII-D); cuando se combinan ambos trastornos, estreñimiento y diarrea, se habla de SII de tipo mixto y SII de tipo indeterminado cuando el patrón de las deposiciones es intermedio y no puede clasificarse como diarrea ni estreñimiento.
“Los médicos preferimos hablar de Síndrome del Intestino Irritable porque no solamente afecta al colon sino también al intestino delgado”
Una de las dificultades a la que se enfrenta el paciente con este síndrome es que no existe ninguna prueba para diagnosticar de manera fehaciente que padece el síndrome del intestino irritable.
Los médicos solemos comenzar con una historia clínica exhaustiva. En la anamnesis es trascendental conocer el patrón defecatorio habitual (frecuencia y consistencia de las heces), los síntomas y signos acompañantes (dolor, malestar, distensión abdominal, esfuerzo defecatorio, sensación de evacuación incompleta, etc.) así como los antecedentes personales de tratamientos previos (cambios de estilo de vida, cambios dietéticos, laxantes, fármacos analgésicos, antidepresivos, etc.) seguido de una exploración física y pruebas para descartar otras enfermedades. Como la intolerancia al gluten (celiaquía), prueba del aliento para detectar el crecimiento excesivo de bacterias, endoscopia, análisis de heces, etc. Esto hace que el diagnostico se demore y en ocasiones el paciente tenga que pasar por diferentes especialistas hasta el diagnostico final. Una ayuda importante para el diagnóstico es utilizar los: Criterios de Roma.
Roma, además de ser la Ciudad Eterna y la capital del Imperio Romano en la antigüedad, es la ciudad donde se han ido reuniendo periódicamente, desde el año 1992, un grupo de expertos en trastornos funcionales digestivos (TFD) para discutir y revisar los criterios diagnósticos de este Síndrome.
De acuerdo con los criterios de Roma IV, el SII se diagnostica por la presencia de dolor abdominal recurrente que debe estar presente al menos un día a la semana
De acuerdo con los criterios de Roma IV, el SII se diagnostica por la presencia de dolor abdominal recurrente que debe estar presente al menos un día a la semana, con dos o más de las siguientes características: 1. se asocia a la defecación; 2. está relacionado con un cambio en la frecuencia de las deposiciones; 3. está relacionado con un cambio en la consistencia de las deposiciones.
En cuanto a los requerimientos de duración de las molestias hay que tener en cuenta que los criterios deben cumplirse durante los últimos tres meses y los síntomas haber comenzado un mínimo de seis meses antes del diagnóstico.
No hemos de olvidar que el solapamiento del SII con otros trastornos funcionales intestinales o extradigestivos es muy frecuente. Por ello es importante seguir los criterios de Roma IV. Aunque ello no exime de realizar las exploraciones pertinentes para establecer el diagnóstico diferencial con algunas patologías orgánicas que pueden manifestarse de forma similar.
El tratamiento farmacológico del Síndrome del Intestino Irritable, de momento, es solo sintomático y se hará en función de la severidad y predominio de los síntomas
El tratamiento del SII debe basarse en el tipo de síntomas y su gravedad. Un número pequeño de personas con síndrome del intestino irritable tienen signos y síntomas graves. Muchos pacientes pueden controlar los síntomas con cambios en la dieta, en su estilo de vida o mediante tratamiento del estrés.
El tratamiento farmacológico, de momento, es solo sintomático y se hará en función de la severidad y predominio de los síntomas. Así, para el dolor abdominal se usan anticolinérgicos y antiespasmódicos, aunque a veces, hay que recurrir a antidepresivos (amitriptilina) o ansiolíticos. Se pueden asociar antidiarreicos en los periodos de diarrea y fibras, laxantes o reguladores de la motilidad si hay estreñimiento. No es infrecuente que muchos pacientes necesiten terapia psicológica. Los probióticos pueden ser una alternativa siempre que se administren probióticos con una cepa específica para esta patología.
Desde 2010 se han realizado estudios más homogéneos, tanto en adultos como en niños. Los resultados señalan que los probióticos, en general, han resultado eficaces en la terapia del SII, aunque es importante destacar qué no todos los probióticos son iguales. No se pueden extraer conclusiones válidas para todos los probióticos apoyándose en los beneficios obtenidos con una sola cepa. Por ese motivo, en los últimos años están surgiendo nuevos ensayos bien diseñados con cepas específicas con buenos resultados de eficacia.