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La llegada de las vacunas para el Covid-19 está generando un enorme interés. El Dr. Jesus María Aranaz Andrés es jefe del servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Hospital Universitario Ramón y Cajal. Por conocimiento y experiencia es una persona idónea para hablar de estos temas. Ha explicado en iSanidad su particular visión sobre la vacunación obligatoria
¿Debería ser la vacunación contra el Covid obligatoria?, ¿para todos?
Ante la inminente aprobación de la vacuna por las autoridades reguladoras europeas y españolas de la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por Pfizer y Biotech, la pregunta sobre la idoneidad de la obligatoriedad de la vacunación, es más que pertinente. Antes que nada, debemos saber que la aprobación por las entidades reguladoras se basa en criterios científicos estrictos. Estas entidades además aseguran el cumplimiento de cada una de las fases de investigación y verifican los controles de calidad y vigilancia a corto y largo plazo de los posibles efectos secundarios.
Plantear la vacunación obligatoria sería probablemente contraproducente
Una pregunta inmediata, no obstante, podría ser si son o no razonables las dudas sobre la seguridad de las vacunas producidas con mayor rapidez de la habitual. Al parecer, algún porcentaje de la población europea parece mantener alguna postura escéptica frente a estas nuevas vacunas, por diferentes razones como la rapidez con la que se han hecho los ensayos, los datos limitados sobre la seguridad o la eficacia a largo plazo. Plantear la vacunación obligatoria sería probablemente contraproducente, ya que podría alimentar las teorías de conspiración de determinados movimientos antivacunas y/o negacionistas, que, aunque afortunadamente poco representativos, son muy ruidosos, siendo una estrategia más efectiva hacer caso omiso de estas opiniones.
Yo creo que no debería ser obligatoria, máxime si existe una buena aceptación por parte de la población, y espero y deseo que así sea. En España hay una muy buena tradición al respecto, de tal modo que sin obligatoriedad, es uno de los países con mayores tasas de vacunación del mundo. Así, por ejemplo, más del 95% de los niños menores de 2 años tienen puestas las vacunas de calendario.
El Comité de Bioética de España también se muestra reacio a la vacunación obligatoria
Tal vez por ello, además de por otras razones como la dificultad para hacer cumplir esa obligatoriedad, ni la OMS ni el ECDC abogan por programas de inmunización obligatorios, temiendo incluso que pudieran condicionar peores tasas de cobertura. Así se expresaba Andrea Ammon, directora del ECDC, en una reciente publicación en la que manifestaba que “no existe una asociación obvia entre la vacunación obligatoria, sin otras medidas, y una mayor aceptación de la vacunación en un país determinado”.
El Comité de Bioética de España también se muestra reacio a la obligatoriedad de la vacunación, salvo supuestos muy excepcionales de Salud Pública. Esa fue la situación, que en 2011, debido a un brote de sarampión en una zona de Granada, en el que había muchos niños no vacunados, llevó a un juez a dictaminar la vacunación obligatoria de todos ellos, con la vacuna triple vírica.
La mejor estrategia para conseguir altas tasas de vacunación requerirá tiempo, comunicación y confianza
La mejor estrategia para conseguir altas tasas de vacunación requerirá tiempo, comunicación y confianza. La educación sanitaria, la actuación de los agentes sociales y sanitarios, así como la transparencia de las autoridades sanitarias generarán la confianza necesaria en la población, y desde luego no creo que se tenga que llegar a medidas coercitivas en ningún caso.
¿Qué criterios habría que utilizar para priorizar los grupos de población en la estrategia de vacunación COVID-19?
La estrategia de vacunación priorizando grupos de población debería depender, idealmente, de la efectividad de la misma a medio-largo plazo y del número de vacunas disponibles. Si una vacuna frente al Sars-CoV-2 tuviera efectividad a largo plazo, la estrategia más útil, en mi opinión, sería vacunar a la población general en edad laboral (entre 18-65 años), por ser la población activa, y que más se mueve e interactúa en la sociedad. El objetivo de esta estrategia sería disminuir al máximo la circulación del virus en el menor tiempo posible, protegiendo de forma secundaria a los colectivos de riesgo y vulnerables.
Lógicamente, debería acompañarse de otras iniciativas y medidas higiénico-sociales ya mencionadas, hasta asegurar que se ha vacunado a un porcentaje adecuado de la población, que permita frenar la circulación viral. Sin embargo, esta estrategia solo funcionaría si la efectividad de la vacuna durara el tiempo suficiente para lograr sus objetivos, puesto que, si la inmunidad decayera drásticamente, en unos meses, por ejemplo, nunca se llegaría al objetivo de frenar la circulación del virus en la comunidad. Esta estrategia, por otra parte, podría ser tremendamente efectiva si se lograra vacunar a un gran porcentaje de la población en un corto periodo de tiempo, lo cual sería difícil si no hubiera un gran stock de vacunas disponible.
Si una vacuna tuviera efectividad a largo plazo, la estrategia más útil, en mi opinión, sería vacunar a la población general en edad laboral
Debido a la urgencia de tener una vacuna disponible en el menor tiempo posible, la efectividad a medio-largo plazo de las vacunas no se puede determinar. Además, la disponibilidad de las vacunas es muy posible que sea gradual. En estas circunstancias, la estrategia más efectiva sería vacunar a población de riesgo por un lado (mayores, pluripatológicos, en definitiva, personas vulnerables), y a grupos estratégicos de población por otro (profesionales sanitarios, sociosanitarios). Esta estrategia presentaría una ventaja clara, al ser grupos de población más reducidos, se conseguiría una protección más rápida de los grupos vulnerables. Sin embargo, llevaría más tiempo lograr frenar la circulación del virus entre la población, puesto que la población activa sin patologías de riesgo sería vacunada en un segundo o tercer tiempo.
El bienestar de los individuos no puede ser entendido apropiadamente o medido, sin tener en cuenta su pertenencia a la comunidad y los roles que juegan en él
En definitiva, la primara consideración giraría en torno a la efectividad y seguridad de la vacuna (cuanto más mejor), sería necesario analizar en qué población con carácter general se prevén más beneficios individuales y comunitarios (mayor eficacia). La segunda variable en la ecuación es la bioética, una decisión de este tipo tiene connotaciones éticas complejas que deben llevar a la sinergia de distintas sensibilidades y visiones del riesgo, que habría que conjugar con la aplicación del principio de justicia (utilidad social, solidaridad inter edades, etc.). En cualquier caso, es un debate que debería hacerse con sosiego y sobre todo en base a los criterios éticos de “No maleficencia”, “Beneficencia” y “Justicia”.
¿Los que han pasado la enfermedad deberían también vacunarse?
Conocemos poco sobre el tiempo de protección inmunitaria generada después de la enfermedad. Hay que recordar que el primer caso de COVID19, en Europa, fue notificado en marzo del presente año.
A principio de diciembre del presente año, se ha notificado el primer caso de reinfección en España. Debemos tener mucha cautela con la información que vamos recabando sobre los casos de reinfección, en cualquier caso, todo apunta a su baja frecuencia.
Conocemos poco sobre el tiempo de protección inmunitaria generada después de la enfermedad
Considerando los supuestos anteriores, parece que la medida más sensata sería vacunar a las personas que han pasado la enfermedad, después de haber vacunado a los grupos prioritarios.
¿La vacunación es suficiente para volver a la “vida anterior”?
La vacunación efectiva es la primera medida para volver a la “vida anterior”, aunque no es la única. Debemos ser conscientes que ninguna vacuna logra una protección del 100%. Incluso si logramos una inmunidad colectiva local, nosotros vivimos en un mundo globalizado, y hasta que no se logre una inmunidad generalizada, debemos seguir las recomendaciones sanitarias de distanciamiento social y uso de mascarillas.
También debemos mantener muy activa la vigilancia epidemiológica que nos permita la detección temprana de la enfermedad y la interrupción de la cadena de transmisión.
Debemos ser conscientes que ninguna vacuna logra una protección del 100%
Se habla mucho de inmunidad de rebaño, ¿es viable?, ¿qué efectos tendría sobre la población hasta lograrse?
La inmunidad de rebaño o colectiva o de grupo, es viable en el caso del Covid-19 siempre y cuando se logre una inmunidad duradera en la población vacunada. Se estima que, si se consigue una tasa de cobertura vacunal entre el 60 y 70% de la población, podríamos alcanzar dicha inmunidad colectiva. Alcanzar una inmunidad de rebaño en todo el planeta, necesariamente llevará su tiempo.
Hasta que se logre la inmunidad de rebaño, al formar parte de la aldea global, tendremos que adaptarnos paulatinamente a nuevos estilos de vida. Porque como la población no es estática, tampoco la inmunidad colectiva será estática, ni “nacional”.
Hasta que se logre la inmunidad de rebaño, al formar parte de la aldea global, tendremos que adaptarnos paulatinamente a nuevos estilos de vida
La sociedad deberá ser consciente de la importancia de la vigilancia epidemiológica y todos tendremos que colaborar en disminuir los riesgos que pudieran provocar repuntes de la enfermedad, tal como actualmente pasa con enfermedades como el sarampión o la gripe.
¿Qué experiencias tenemos de generar una inmunidad de rebaño “artificial”?
La inmunidad de rebaño artificial es la que tenemos, por ejemplo, con la vacuna triple vírica, de tal modo que los virus salvajes ya no circulan. No debemos olvidar que las vacunas son quizás la herramienta preventiva más eficaz frente a las enfermedades infecciosas. Y que tenemos varios ejemplos exitosos en los que las vacunas han logrado la inmunidad de rebaño y han logrado erradicar enfermedades como la viruela, o el control de la polio. La gran pregunta tal vez sea si la vacuna previene la transmisión, el estado de portador.
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