..Ana Villota es Trabajadora Social y Forense. Directora y Fundadora de AISS
Si caemos los profesionales sociosanitarios, ya no hay nadie a quién acudir porque detrás no hay nada. Creo que esta frase recoge la situación en la que nos encontramos, cuando estamos inmersos en una tercera ola de la pandemia provocada por el Covid-19, con la segunda todavía presente y agravada por los efectos de Filomena.
La sensación de haber vivido lo que está ocurriendo de nuevo sobrevuela todo el ámbito sociosanitario. Otra vez sale a relucir el miedo, la ansiedad y la incertidumbre. No solo en la población en general, sino también, entre nosotros, los profesionales sociosanitarios, que admitamos con franqueza, estamos llegando al límite de nuestras fuerzas porque somos personas a las que nos afecta todo lo que está ocurriendo de igual manera que al resto de la sociedad, pero con la responsabilidad de seguir en la primera línea en la toma de decisiones, en la gestión de la pandemia y frente a las consecuencias de Filomena.
La sensación de haber vivido lo que está ocurriendo de nuevo sobrevuela todo el ámbito sociosanitario
Cuando conmemoramos el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión deseo hacer un llamamiento a la sociedad y a las administraciones sanitarias. A todos los que toman decisiones sobre su propia vida de manera privada, y a todos los que toman decisiones por todos nosotros cuando están al frente de la gestión de los recursos.
Los profesionales sanitarios sentimos el peso del cansancio psicológico acumulado durante casi un año. El desgaste emocional de dejarnos solos en la primera línea es cada vez mayor. En más de 20 años de ejercicio profesional como Trabajadora Social y Forense quiero recordar que nosotros también somos personas y estamos pasando por los mismos procesos emocionales y físicos que sufre el resto de la sociedad, pero con el agravante de que a nosotros ‘no se nos permite’ flaquear, dado que la atención sociosanitaria depende de nosotros.
El desgaste emocional de dejarnos solos en la primera línea es cada vez mayor
He apreciado un incremento en las tasas de ansiedad y depresión entre mis colegas. Por eso, necesitamos que la sociedad también de un paso adelante. Estamos observando cómo, frente a la incapacidad de las administraciones en la gestión de los recursos y la respuesta que se necesita, a nivel social, se ha instaurado lo que los forenses denominamos la ‘indefensión aprendida’. Una actitud social pasiva ante la supuesta incapacidad de no poder hacer nada frente a los acontecimientos tan traumáticos que estamos viviendo. Se percibe una inhibición social ante estos fenómenos. Una respuesta social de pasividad y miedo ante la presunta imposibilidad de poder vencer la situación.
El papel que estamos desarrollando los profesionales sociosanitarios es fundamental porque a través de nuestro compromiso profesional estamos cubriendo todos los déficits políticos y administrativos que llevamos sufriendo desde marzo de 2020. Seguimos sin disponer de un plan de recursos sociosanitarios que recoja las condiciones excepcionales que ha provocado esta crisis de salud pública de dimensiones globales y que ahora, se agrava por la influencia ‘Filomena’.
Los profesionales sanitarios no hemos dejado de asumir ninguna de nuestras responsabilidades. En ningún momento hemos abandonado a nuestros pacientes, ni a la población en general, precisamente por la alta responsabilidad adquirida con estas personas, sus familias y la sociedad en su conjunto.
En ningún momento hemos abandonado a nuestros pacientes por la alta responsabilidad adquirida con estas personas
La sociedad confía en nosotros. Nos mira esperando una respuesta segura. Y nosotros estamos ahí para ofrecérsela en la medida de nuestras capacidades. Pero, insisto: estamos al límite porque nosotros pasamos por los mismos procesos de ansiedad y temor. No solo por nosotros mismos, sino por la alta responsabilidad delegada. Es preciso alcanzar una responsabilidad compartida a nivel político, administrativo y social. Todos tenemos la obligación de ‘hacer el esfuerzo de poder’ y abandonar cualquier actitud pasiva. En beneficio de la salud mental de todos nosotros. Finalizo estas reflexiones como comencé. Si nosotros, los profesionales sanitarios ‘caemos’, detrás ya no hay nadie a quién acudir.