..Dr. Juan Antonio Vargas. Jefe de Sección de Medicina Interna y Jefe de Estudios del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda. Ex decano de Medicina de la UAM (2011-2019).
Sin duda llevamos cerca de un año, desde la llegada de la pandemia Covid, en que se ha puesto a prueba la capacidad y la entereza de los profesionales de la medicina tanto en la asistencia clínica como en la docencia universitaria. En esta última se ha intentado mantener las prácticas clínicas con soluciones distintas según facultades y se han implementado herramientas digitales y de simulación con la intención de completar la formación de nuestros estudiantes. Pero la relación médico-paciente se ha visto afectada por la llegada de las tecnologías.
Yo soy un firme defensor de estas tecnologías, pero siempre como formación complementaria, nunca sustitutiva. En el mejor de los casos un maniquí o un ordenador con pacientes simulados como plataformas para la educación en el cuidado del paciente, puede facilitar un sumatorio de síntomas que el estudiante debe reconocer como manifestaciones típicas de la enfermedad.
La relación médico-paciente se aprende de forma ineludible a pie de cama
Pero la relación médico-paciente se aprende de forma ineludible a pie de cama, donde se observa no la enfermedad, sino al enfermo. Para ello debemos recordar a nuestros clásicos, maestros como Marañón u Osler que pusieron todo su esfuerzo en entender al paciente de una forma integral, brindándole atención y preocupándose en primer lugar por la persona misma.
Nos enseñaron que la medicina clínica se aprende a la cabecera del paciente, a través de una cuidadosa anamnesis y una exploración clínica precisa, atendiendo con igual cariño a todos los pacientes, en consonancia con los preceptos de la medicina hipocrática. Debe recordarse que una buena anamnesis permite una correcta orientación diagnóstica hasta en el 65% de los pacientes, añadiendo la exploración clínica un 15% y la tecnología el 20% restante.
Una buena anamnesis permite una correcta orientación diagnóstica hasta en el 65% de los pacientes
Por tanto, la historia clínica constituye la principal herramienta del médico clínico y debe ser realizada y realzada en la enseñanza práctica de nuestros estudiantes y residentes, conjuntamente con la adquisición de competencias como empatía, humildad, cercanía, comprensión y humanismo médico.
Es por ello que ninguna tecnología o simulación puede sustituir el aprendizaje a pie de cama de la relación médico-paciente, en todo caso la podría complementar, para conseguir una correcta formación en medicina humanista, como base del profesionalismo médico que debe acompañar a nuestros futuros médicos durante toda su vida profesional.
Ninguna tecnología o simulación puede sustituir el aprendizaje a pie de cama de la relación médico-paciente
Tal como indicaba el Prof. Laso en su excelente editorial Importancia de la semiología en la era tecnológica habrá que hacer un esfuerzo, ya desde las facultades de medicina, para lograr un equilibrio entre todos los elementos, humanos y tecnológicos, que intervienen en un acto médico, y conseguir así una medicina humanizada acorde con los tiempos actuales.