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El Dr. García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas (Aehve), explica cómo esta pandemia ha traído el retraso en el diagnóstico y en los tratamientos de hepatitis C, y la importancia de la detección precoz de las hepatitis víricas e implantar programas de cribado y planes para la eliminación de estas enfermedades. “Con la pandemia actual, y si tenemos en cuenta el estado de vulnerabilidad al que muchos pacientes con hepatitis C se encuentran, desgraciadamente tenemos la tormenta perfecta para el retraso de la búsqueda de pacientes nuevos”, subraya.
Debido a la situación de pandemia actual, ¿cómo está afectando al diagnóstico de nuevos casos de hepatitis C?
Con la pandemia actual, y si tenemos en cuenta el estado de vulnerabilidad al que muchos pacientes con hepatitis C se encuentran, desgraciadamente tenemos la tormenta perfecta para el retraso de la búsqueda de pacientes nuevos. Por tanto, esta pandemia ha traído el retraso en el diagnóstico y en los tratamientos. Tenemos datos de que el número de tratamientos se ha ralentizado mucho, cuando no directamente interrumpido. Es cierto que en una jornada de la Alianza para la Eliminación de la Hepatitis Vírica, que realizamos el día 8 de marzo en la que se habló de liderazgo femenino en hepatitis C, la Secretaría de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, dijo que hasta ahora se habían tratado 147.000 pacientes. El último dato que nosotros teníamos era de junio de 2019, con un total de 135.000 pacientes tratados. Pero claro, que en este tiempo se hayan tratado 12.000 pacientes da idea de la ralentización de los diagnósticos nuevos y, por tanto, del número de tratamientos.
Según indica el Dr. García-Samaniego, la pandemia ha afectado al diagnóstico de nuevos casos de hepatitis C
De manera que la pandemia ha afectado y sigue afectando al diagnóstico de nuevos casos de hepatitis C. Más ahora que a través de una sola muestra de sangre se puede hacer un diagnóstico serológico y virológico de la enfermedad. Es decir, diferenciar si el paciente tiene o no una enfermedad activa permitirá que la incorporación al tratamiento o la prescripción sea mucho más rápida, y que los plazos se acorten bastante. Pero claro, si no tienes pacientes para diagnosticar, naturalmente tampoco tienes pacientes para tratar.
Y luego, incluso los pacientes identificados que están pendientes de tratamiento también han tenido dificultades para recibir las prescripciones correspondientes porque todos los procesos de consulta externa han tenido que revisarse, ha habido mucha consulta telefónica. Porque sobre todo, en la primera ola, los pacientes tenían miedo de ir al hospital. Entonces, yo creo que ya todo esto los especialistas lo sabemos. Ha habido un alejamiento de los pacientes de los hospitales por culpa del estrés en la pandemia.
¿Qué perfiles de pacientes están recibiendo como nuevos diagnósticos?
Los perfiles de los pacientes son similares. Es cierto que los servicios de patología de los hospitales se nutren, básicamente, de los pacientes de atención primaria. Es decir, de la población general que se diagnostica de hepatitis C y que es enviada al hospital para tratarse, y de los pacientes en entornos vulnerables de centros de adicciones, drogas, inmigrantes, personas sin hogar que tienen un circuito asistencial diferente para los que es mucho más difícil incorporarse al hospital ya en circunstancias normales, así que imagínese en situación de pandemia. El problema es que no están llegando los pacientes que desearíamos que llegaran.
Desde la alianza hemos señalado muchas veces que si continuamos con esta ralentización, diagnosticaremos un mayor porcentaje enfermedades hepáticas avanzadas
El perfil es similar. Lo que sí que añadiría es que si incluso en condiciones normales, entre un 25% y un 30 % de los enfermos que se diagnostican tienen enfermedad hepática avanzada, lo que los hepatólogos tememos, y lo que desde la alianza hemos señalado muchas veces es que si continuamos con esta ralentización, diagnosticaremos un mayor porcentaje de enfermos con enfermedades hepáticas avanzadas.
Y esto tiene consecuencias clínicas y consecuencias para el sistema sanitario porque un paciente con una enfermedad hepática leve, una enfermedad de hepatitis C, lo cura y le da de alta. Un paciente con enfermedad hepática avanzada cura la infección, pero no cura la enfermedad porque si tiene una cirrosis avanzada o una cirrosis se tiene que hacer un cribado de cáncer de hígado, el riesgo aunque disminuye no desaparece con la curación de la infección, se debe hacer un cribado en el esófago. Tiene que verlo como un enfermo crónico aún con la infección curada. Por lo tanto, es importante volver a coger la riendas de la eliminación, en el sentido de recuperar los paneles de microeliminación y diagnosticar pacientes porque, sino, corremos el riesgo de que, digamos, si este impasse se prolonga mucho tiempo tenemos más pacientes con enfermedad hepática avanzada. Porque el virus de la hepatitis C en el sujeto que lo padece, naturalmente, continúa su propia evolución y la fibrosis continúa progresando.
Entre un 25% y un 30 % de los enfermos que se diagnostican tienen enfermedad hepática avanzada
¿Cómo está siendo la atención y seguimiento de los pacientes con hepatitis C?
Enlazo un poco con lo que comentábamos antes. Ahora mismo, no me gusta utilizar la palabra automatizado, pero si está muy bien estandarizado el diagnóstico en un solo paso en la mayoría de los hospitales del país. Hace dos años solo 1/3 de ellos hacía el diagnóstico con un solo paso entendiendo por tal el hacer un diagnóstico serológico y virológico en la misma muestra de sangre. Ahora el diagnóstico es mucho más rápido, esto acorta los plazos y permite que el paciente pueda tener su estadio de fibrosis por métodos además no invasivos, hacemos biopsias hepáticas con un fibroscan o con unos análisis de sangre y todas las pruebas del virus para tratarse lo antes posible. Por tanto, el seguimiento y la atención a los pacientes está garantizando que el proceso sea rápido. Los tratamientos, además, de la hepatitis C son extremadamente eficaces y muy cortos. O sea, en 8 o 12 semanas los enfermos se curan.
Lo que ocurre es que todo esto, como comentaba antes, está afectado por la pandemia. Es decir, hemos recibido menos enfermos, hemos puesto menos tratamientos y atención primaria por situación de colapso por el tema Covid-19.
Los tratamientos, además, de la hepatitis C son extremadamente eficaces y muy cortos. O sea, en 8 o 12 semanas los enfermos se curan
No porque los médicos de atención primaria se hayan olvidado que tienen que hacer vigilancia a otras enfermedades sino por causa de la pandemia se ha descuidado la atención de otras enfermedades. Y qué decir de los entornos vulnerables que se tienen en centros de adicciones, que son pacientes que necesitan un circuito asistencial, digamos, una vía rápida para poder acceder al hospital porque sino muchos flaquean en el intento y se quedan por el camino como los que abandonan la carrera. Entonces, en este tipo de pacientes, hay que ser especialmente cuidadoso con estas vías de acceso al hospital, garantizar la continuidad y darles el tratamiento para que lo sigan porque muchos de ellos son pacientes que tienen además comorbilidades psiquiátricas, adicciones a drogas, y no siempre es fácil que estos pacientes cumplan.
¿Qué estrategia se debería seguir para sensibilizar a la población de la importancia de testar y tratar el virus de la hepatitis C?
Desde la alianza hemos promovido, y esto lo han apoyado todas las sociedades científicas (más de 50.000 profesionales) y las asociaciones de pacientes que forman parte de ella, que sería una buena oportunidad aprovechar la vacunación masiva en población adulta frente al Covid-19 para que los pacientes que no dispusieran de una prueba previa de hepatitis C pudieran acceder a ella aprovechando el que van a tener que frecuentar los centros de salud para recibir las dosis de vacunas.
Sería adecuado aprovechar la vacunación del Covid-19 para diagnosticar nuevos pacientes de hepatitis C
Se puede decir que esto puede ser muy costoso implementarlo, que se necesitan de más recursos organizativos, que ya bastante tienen con la vacuna…Pero, también es cierto que tenemos pruebas rápidas de diagnóstico en el punto de atención o en gota de sangre, pruebas rápidas como las hay para el Covid-19 también las hay para hepatitis C. Y lo que sí es fácil es tener sistemas que permitan saber qué pacientes lo necesitan. Porque un enfermo que ya tiene y ha sido cribado para hepatitis C, salvo que sea población de riesgo, que tenga prácticas de riesgo, en principio no tiene por qué repetirse. Si usted y yo somos negativos, no tenemos que repetir la prueba de Hepatitis C 50 veces. Por tanto, el aprovechar la coyuntura de la vacunación del Covid-19 para intentar diagnosticar a más pacientes de hepatitis C, yo creo que no es una mala estrategia.
Sobre todo, porque España no puede perder el tren de la eliminación porque el compromiso de la OMS es que en 2030 las hepatitis víricas B y C estén eliminadas entendiendo por eliminación una disminución de la incidencia, es decir, el número de nuevos casos en un 90% y una disminución de la mortalidad de 2/3, es decir, de un 65%. Teniendo en cuenta, además, que un 80% de la población esté diagnosticada y tratada. Entonces, España en varios institutos internacionales aparece como uno de los países mejor posicionados, hemos tratado a casi 150.000 pacientes desde que se aprobó el plan y ahora tenemos que recuperar este año largo de retraso recuperando esas políticas que tan buen fruto han dado.
Los ingresos en el hospital por las descompensaciones de las cirrosis han disminuido entre un 50 y un 70%
¿Cuáles son los principales retos que presenta el VHC?
El reto que presenta el virus C es la eliminación, básicamente. La hepatitis C es un problema de salud pública. Los enfermos con enfermedad hepática avanzada que tienen la infección curada deberán ser vistos en los hospitales y hacer cribado de hepatocarcinoma. Insisto, el riesgo de hacer cáncer de hígado es mucho más bajo si uno elimina el virus, si no lo elimina el riesgo no desaparece. Por tanto, estos enfermos continuarán en nuestras consultas de hígado, les haremos ecografías. Lo que sí que puedo decir es que los ingresos por descompensaciones de la enfermedad hepática producida por el virus C y los requerimientos de trasplante han disminuido tanto que, en el caso del trasplante, la lista de espera es prácticamente cero.
Ya no se trasplantan a personas con hepatitis C salvo algunos casos en los que hay un cáncer de hígado. El trasplante está indicado y los ingresos en el hospital por las descompensaciones de las cirrosis han disminuido entre un 50 y un 70%. Esto quiere decir que la eliminación tiene un retorno al sistema importantísimo en términos de morbilidad, mortalidad, ahorro de trasplantes, disminución de cáncer de hígado y disminución de ingresos por descompensaciones.
El reto es que la hepatitis C se convierta en una enfermedad margina con una incidencia de muy pocos casos
Entonces, el reto es la eliminación. El reto es que la hepatitis C se convierta en una enfermedad marginal con una incidencia de muy pocos casos y, ahora que están tan de moda las enfermedades producidas por virus, aunque no tiene nada que ver la hepatitis C que es una infección viral crónica que se transmite con la sangre con por ejemplo la Covid-19, pero sí es verdad que si los virus tienen cada vez un reservorio menor, tienen mucha menos dificultad para circular.
Es decir, si un señor, pongo un ejemplo, usuario de drogas comparte una jeringuilla, pero tiene el virus C curado, no contagia nada. O si un trabajador del sexo, que tiene sexo con hombres, que también es un subgrupo de enfermos donde puede haber un riesgo muy alto tanto de infección como de reinfección, está curado, no transmite la infección. Por tanto, no transmite la enfermedad. De manera que cuantas más dificultades le pongamos al virus en términos de disminución del número de casos, más dificultad tiene para circular. Y esto es lo que está pasando también con el Covid-19. Cuanta más gente vacunada haya y más gente inmunizada haya, lo que se llama inmunidad de rebaño, el virus no circula.
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