Alfonso González
El éxito de la “marea blanca” sería mucho mayor si consiguiera resultados alineados con los objetivos. A pesar del gran número de personas que asisten a estas manifestaciones, en algunos casos son verdaderamente multitudinarias y ponen en jaque a los políticos, los planes dela Comunidad de Madrid no han variado.
Con una cierta cordura algunos de los dirigentes de las organizaciones convocantes en otros momentos han optado por no apoyar las nuevas huelgas. El poder de convocatoria ha bajado porque ha bajado la intensidad y subido la preocupación. El sistema sanitario se está resintiendo especialmente con la crisis y los consiguientes recortes, parce que ha llegado el tiempo de la búsqueda de nuevas fórmulas de negociación. El propio Pedro González, presidente de una Afem totalmente beligerante, afirma que la huelga supone un enorme desgaste de cara a la opinión pública.
Los pacientes, conscientes en muchas ocasiones de la necesidad de estabilizar el sistema sanitario por el que tanto se paga a base de impuestos, lo que dominan perfectamente son las consecuencias de los paros. Por ejemplo, la huelga indefinida de finales de año dejó en Madrid más de 31.000 citas sin atender y 4.9000 operaciones canceladas (según datos oficiales). En contraposición, el propio Fernández-Lasquetty, primer gran objetivo de críticas, se vió obligado a crear un grupo de trabajo con la Junta Técnico Asistencial y con la Comisión de Jefes de Servicio que consiguió mantener carácter docente e investigador de alto nivel así como la población de referencia, pero acometiendo proyectos de alta especialización en mayores del Hospital de La Princesa, todo ello enmarcado en los nuevos planes del Servicio Madrileño de Salud.
Por otro lado, mientras se mueven las “mareas blancas” por la calles, es significativa la diferencia entre lo que se quiere mostrar en Madrid y la realidad porque se da el detalle de que el 41% de los 100 primeros alumnos del MIR 2013 han elegido los centros hospitalarios madrileños para formarse.
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