Dr. Fernando Mugarza, director de desarrollo corporativo y comunicación (Fundación IDIS)
Creo que existe una asimetría entre la meditación sosegada de la mayoría de la población de lo que está ocurriendo y la crispación política que vivimos, motivada sin duda por el advenimiento exprés de normativas que tocan aspectos muy sensibles de nuestro ordenamiento jurídico. Da la sensación de que la prisa, que nunca es buena consejera, viene estratégicamente determinada para tratar de sustituir en lo posible el debate reflexivo por un apresuramiento que haga que estos temas puedan caer en el olvido de cara a las próximas convocatorias electorales; no se dan cuenta quienes piensen así que, aunque el silencio sea el predominante, no quiere decir que cada cual no esté tomando nota de todo lo que está sucediendo.
Nos enfrentamos a un año eminentemente electoral con toda la carga política que ello conlleva, promesas, eslóganes, pancartas, titulares consiguientes en los medios de comunicación, declaraciones, entrevistas y debates, campañas de imagen, etc. y entre tanto el tiempo sigue corriendo en nuestra contra, puesto que el año 2023 va a ser un nuevo año parco en generación de riqueza y prosperidad para nuestro país y en el 24 viviremos la resaca de todo esto, dos años de incertidumbre e impasse, que se dice pronto.
Las inversiones empresariales caen en España en contraposición con los “grandes países de la Unión Europea” y se espera que la situación empeore
Competimos con el resto de los países del mundo y una de las premisas más importantes para generar prosperidad es crear escenarios predecibles, seguridad jurídica y estabilidad, algo que a la vista de lo presenciado hasta ahora está bastante lejos de ocurrir. Las inversiones empresariales caen en España en contraposición con los “grandes países de la Unión Europea” y se espera que la situación empeore tal y como apunta el Banco Central Europeo y refleja un buen artículo publicado recientemente por El Confidencial.
Ante este panorama en el que buena parte de nuestro desarrollo se asienta en la llegada de los Fondos Europeos “Next Generation” sustanciados en los Planes Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) da la sensación de que se puede hacer bueno el dicho popular “pan para hoy y hambre para mañana“. Si no somos capaces de impulsar la inversión empresarial en nuestro país mediante parámetros que generen confianza y credibilidad en las empresas, difícilmente seremos capaces de afrontar nuestro propio futuro con garantías de liderazgo y éxito. Como muestra un botón; el titular de una información publicada en el diario Cinco Días a finales del pasado mes de octubre “La inversión en TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), tecnologías digitales, cae un 10% en España desde 2019 y frena la transformación digital“. Esto no puede ser, no es baladí, se les llena la boca a unos y otros de disrupción digital y la realidad es esta.
Está bien recibir fondos externos en casos extremos, pero es tan importante o más si cabe generarlos internamente, siendo un polo de atracción de talento, de inversiones y de empresas
Quien no apuesta por el futuro no tiene futuro y quien no participa en su diseño está abocado al fracaso. No nos hagamos trampas en el solitario, está bien recibir fondos externos en casos extremos, pero es tan importante o más si cabe generarlos internamente, siendo un polo de atracción de talento, de inversiones y de empresas. La iniciativa privada es clave para el desarrollo, engrosar lo público a costa de adelgazar lo privado es un craso error en mi opinión y ahí fuera están los ejemplos que subrayan este pensamiento.
En salud y sanidad el panorama viene marcado por una politización exacerbada y por una polarización ideológica que a nada bueno conduce; mientras no se establezcan escenarios colaborativos que impulsen la utilización sinérgica y estratégica de todos los recursos disponibles, sin atavismos ni intereses, y se reordene o se refunde el sistema en base a situaciones y necesidades reales de la población y sus circunstancias actuales y futuras, difícilmente podremos conseguir que el modelo, que pertenece al pasado, funcione.
En salud y sanidad el panorama viene marcado por una politización exacerbada y por una polarización ideológica que a nada bueno conduce
Empecinarse en no dar respuesta actual, adecuada y eficiente a un Sistema Nacional de Salud sobresaturado, desbordado y ciertamente bloqueado en la puerta de entrada, que es la atención primaria, conlleva saturación de los servicios de urgencias que deberían estar para lo que es su misión y razón de ser, y todo ello, con carencia, desubicación y desmotivación de nuestros profesionales. No poner los pies en la tierra y vivir en un mundo alejado de una realidad que nos absorbe y empuja a todos es el mayor abismo al que nos podemos ver abocados en mi modesta opinión. Veremos.