Dr. Juan Antonio Vargas, jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda. Catedrático de Medicina de la UAM
Recientemente hemos recibido la noticia de una tregua en el conflicto que mantiene la Atención Primaria con la Consejería de Sanidad de Madrid. Posiblemente esta tregua pueda servir para reflexionar sobre sus legítimas peticiones, pero sin ninguna duda debería ser un momento para la unidad de la sanidad pública española.
En una organización como el Sistema Nacional de Salud todo el engranaje funciona si sus diferentes componentes se encuentran bien engrasados. No hace demasiado tiempo toda la opinión pública y los diferentes partidos políticos aplaudían sin dudas la labor realizada por los sanitarios españoles en un momento tan duro como fue el inicio de la pandemia Covid. En ese momento se alzaron muchas voces alabando a la sanidad pública, a su fortaleza y a la necesidad de ayudar a su consolidación en un futuro muy cercano. Una ola de solidaridad corrió por hospitales y centros de salud y todos, sanitarios y no sanitarios, pusieron su granito de arena en la consecución de superar la pandemia.
Nuestra profesión se basa en la vocación, en el compromiso y en la ética individual pero se tiene que complementar de una estabilidad en el empleo
El tiempo ha ido pasando, la pandemia se ha ido controlando, hemos entendido la importancia de la ciencia básica y la aplicada a la clínica, se han conseguido resultados inmejorables en un corto espacio de tiempo y todos lamentamos a aquellos que se quedaron en el camino, tanto pacientes como sanitarios, sin poder olvidar lo ocurrido en las residencias de ancianos.
Sin embargo, a pesar de todo lo vivido y hace tan poco de ello, hemos vuelto a la realidad y al silencio. Ya no se levantan voces en los políticos queriendo potenciar a nuestro sistema sanitario de forma unánime. Si que se ha escuchado la necesidad de abrir más facultades y contar a largo plazo con más profesionales de enfermería y de medicina. Pero esta no es la solución, necesitamos consolidar lo que tenemos, que es mucho y excelente, y dotarle de la suficiente perspectiva para que nuestros compañeros más jóvenes vean el futuro con certeza y optimismo.
Sin duda, nuestra profesión se basa en la vocación, en el compromiso y en la ética individual pero se tiene que complementar de una estabilidad en el empleo, de unos sueldos dignos, de unos horarios adecuados, de una posible conciliación familiar, de unas convocatorias de empleo público a tiempos constantes, que permitan la planificación de las necesidades de la población a la que servimos.
Si la atención primaria se desinfla, se desanima, fallará todo el sistema, todos nos veremos implicados y las consecuencias no tardarán en aparecer
Cuando uno escucha lo que piden nuestros compañeros de primaria casi nos deberíamos de sonrojar. Para los que realizamos práctica clínica la petición de tener diez minutos por paciente casi es angustiosa. Sabemos lo que eso significa y pretender dar una asistencia de calidad en el plano de la enfermedad y del enfermo que acude a la consulta es una utopía. Recordemos las palabra de Gregorio Marañón que indicaba que el mayor avance en sanidad del siglo XX había sido la silla, desde donde podemos sentarnos y escuchar con sosiego y empatía a nuestros pacientes. Diez minutos para querer entender a nuestros pacientes en lo orgánico y en lo psicológico no son nada.
Si la atención primaria se desinfla, se desanima, fallará todo el sistema, todos nos veremos implicados y las consecuencias no tardarán en aparecer, como urgencias hospitalarias llenas, servicios congestionados y profesionales agotados.
Es el momento de tomar una iniciativa global desde el Ministerio de Sanidad, que lidere a las CC.AA, en las parcelas que sean comunes, como una adecuada financiación, convocatorias de plazas estables, consolidación de plazas, formación de profesionales, carrera docente e investigadora y la satisfacción de profesionales y pacientes. Es el momento de la unidad, el problema de una comunidad autónoma con un determinado sector sanitario nos debe comprometer a todos. Necesitamos buscar soluciones globales, sin diferencias ni enfrentamientos.