Redacción
La oxitocina, hormona protagonista durante el parto y la lactancia, también se ocupa de regular el comportamiento social en humanos. De hecho, está implicada en las alteraciones neuronales que se relacionan con el origen de los trastornos del comportamiento social como el autismo. Este es uno de los objetos de estudio del Proyecto Oxito-Cure, desarrollado por el Instituto de Neurociencias, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández y liderado por la investigadora Sandra Jurado.
Múltiples evidencias indican bajos niveles de oxitocina cerebral en pacientes de trastornos sociales, lo que sugiere la existencia de alteraciones en este sistema que podrían aparecer durante las etapas tempranas del neurodesarrollo. Ahora, este proyecto explorará el potencial terapéutico de distintas estrategias dirigidas a aumentar los niveles de oxitocina en el cerebro para restaurar el comportamiento social en patologías como el autismo, la esquizofrenia, la depresión o, incluso, enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.
En la actualidad no hay tratamientos eficaces para los trastornos sociales, cuya incidencia se calcula de uno en cada 60 niños
El desarrollo de comportamientos sociales apropiados es fundamental para la supervivencia de especies como la nuestra. Los déficits del comportamiento social no se limitan al trastorno del espectro autista (TEA), sino que suponen un síntoma comórbido de numerosas enfermedades neuropsiquiátricas. En conjunto, las enfermedades que implican trastornos sociales se consideran entre las patologías mentales con mayor índice de crecimiento en las sociedades modernas. En la actualidad no existen tratamientos eficaces para los trastornos sociales, cuya incidencia se calcula de uno en cada 60 niños. Además, según estudios recientes, se ha producido un aumento significativo de casos en la última década.
Resultados previos obtenidos en laboratorio
El proyecto Oxito-Cure se basa en resultados de estudios previos obtenidos en el laboratorio. Estos indican que el sistema de oxitocina aún se encuentra en estado inmaduro en el momento del nacimiento. Estas primeras semanas de vida suponen un periodo plástico en el que el sistema madura y adquiere sus propiedades funcionales. Sin embargo, este no es un proceso infalible y pueden generarse errores que podrían dar lugar a, por ejemplo, patrones de conexión aberrantes, provocando un mal funcionamiento del sistema.
Sandra Jurado: “Gracias a las novedosas técnicas de reconstrucción 3D de circuitos neuronales se podrán identificar las potenciales alteraciones del sistema de oxitocina en regiones concretas del cerebro de animales modelo”
Según Jurado, “gracias a las novedosas técnicas de reconstrucción 3D de circuitos neuronales se podrán identificar las potenciales alteraciones del sistema de oxitocina en regiones concretas del cerebro de animales modelo. Una vez que se hayan identificado las regiones más afectadas podremos dirigir nuestras herramientas moleculares para intentar compensar el déficit de oxitocina en estas zonas concretas”.
Para lograrlo, la investigadora explica que el laboratorio “ha identificado nuevas moléculas implicadas en la secreción de oxitocina que han permitido desarrollar nuevas estrategias moleculares para aumentar los niveles de esta hormona en el cerebro. Así se podrá explorar el potencial terapéutico de estas manipulaciones para restablecer distintos aspectos del comportamiento social como preferencia social, sociabilidad, etcétera, en un modelo animal de autismo”.