Luis de Haro. Director general de iSanidad
Antes de las elecciones los partidos tienen que ponerse guapos, mejorar su imagen al precio que sea, utilizando todas las armas disponibles. Y si no se puede mejorar la imagen, se ensucia la del rival político, el caso atraer votos. Estamos en una guerra que utiliza al sistema sanitario y todos sus actores y que dejará heridas. Las elecciones no serán suficiente para restañar tantas peleas y, encima, cada vez hay más frentes abiertos.
La situación de atención primaria ha estallado después de muchos años de deterioro. Se han llegado a acuerdos en algunas comunidades, pero en otras hay reivindicaciones, insultos y salidas de tono. Muchas situaciones no son propias de los profesionales sanitarios. El resultado es que empieza a ser dificil mantener la independencia política, y, por tanto, la credibilidad se está perdiendo. Algunas negociaciones ya están estancadas y las posturas no parecen encontrar luz al final del túnel. Han sido muchos años de reivindicaciones y varios meses de huelga y manifestaciones. Un cambio político en la administración podría relajar el ambiente, pero hay demasiada crispación como para que se olvide lo que ha ocurrido.
Estamos en una guerra que utiliza al sistema sanitario y todos sus actores y que dejará heridas
La ministra ha subrayado el compromiso del Gobierno de España para mejorar y reforzar la atención primaria. Sin entrar en valoraciones políticas, la realidad es que los problemas se mantienen. Lo fundamental es que se sigue sin hacer una planificación de plazas. De hecho, es que tampoco se puede hacer porque el registro de profesionales sigue siendo un sueño. Sin saber cuántos especialistas hay ni las necesidades futuras es difícil acertar con la planificación. Este tema tan importante se parece más a una guerra de cifras y mensajes que también deja heridas. El objetivo de obtener una ventaja de la situación impide el requerido pacto por la sanidad.
Por otro lado está la prueba MIR, la joya de la corona. Como el año pasado se quedaron plazas sin elegir, este año se ha bajado la nota de corte para que eso no pase. Es un gesto propio, ante la falta de planificación, de quien quiere obtener resultados rápidos. Igualar por abajo no es equidad, es falta de planificación. Parece que solo se busca tener la cara limpia. El sistema sanitario no solo necesita profesionales, necesita que estén los mejores.
El discurso sobre la idoneidad y los resultados económicos están siendo sustituidos por los ideológicos
En la arena política se ha metido también la colaboración público-privada, como si fuera el enemigo a batir. El discurso sobre la idoneidad y los resultados económicos están siendo sustituidos por los ideológicos. La presión para “manchar” la relación es enorme, como si eso fuera posible. No solo no se premia a quien tiene un doble aseguramiento (público y privado), sino que se intenta obviar el papel de la sanidad privada. Es mejor no preguntar a los gerentes que sucedería si los once millones de asegurados fueran, de golpe, a la sanidad pública. Las listas de esperan y el colapso abriría los telediarios de todo el mundo.
La carrera profesional, los salarios, las guardias, la conciliación… más allá de las palabras, ¿en qué se ha avanzado? La guerra de declaraciones no ha hecho más que empezar sin preocuparse de las heridas. El año electoral, comunidades en mayo y generales noviembre/diciembre, no trae nada bueno.