Redacción
¿Qué está pasando con la salud mental y emocional de los adolescentes? Es la pregunta que se han hecho los más de 700 pediatras de atención primaria reunidos del dos al cuatro de marzo en Madrid en el 19º Congreso de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Los trastornos de salud mental en la adolescencia preocupan especialmente. La incidencia de problemas mentales aumenta a partir de los 12 años y el paso de la consulta de pediatría de atención primaria a la medicina de familia a los 14 años, “puede suponer un problema por la pérdida de continuidad”.
La incidencia de los trastornos de salud mental crece en la adolescencia, etapa que coincide con el paso de la consulta de pediatría a medicina de famila, que puede “supoenr un problema por la pérdida de continuidad”
Así lo expresó durante la mesa redonda inaugural la Dra. Margarita Sánchez Calderón, que considera “crítico” vigilar la salud mental en la infancia y en el paso a la adolescencia, precisamente por ese riesgo al comienzo de la nueva etapa. Se estima que el 70% de los trastornos mentales comienzan en la etapa infanto-juvenil.
En 2019, siete menores de 15 años se suicidaron en España. En 2020, año del inicio de la pandemia, fueron el doble. Y en 2021 la cifra llegó a 22. Se trata de casos extremos, pero los pediatras de atención primaria también han constatado un aumento de autolesiones y los intentos autolíticos. En definitiva, “la salud mental de nuestros adolescentes ha empeorado en los últimos años”, afirma Sánchez Calderón. A nivel clínico, también han aumentado las demandas por estas patologías tanto en atención primaria como en especializada y urgencias, añadió la especialista.
Se estima que el 70% de los trastornos mentales comienzan en la etapa infanto-juvenil
En el caso del primer nivel asistencial, “los problemas de conducta, fracaso escolar, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad y autolesiones“ son los asuntos relacionados con la salud mental más presentes en las consultas. Así lo señala el Dr. Jorge Olivares, responsable de la consulta de pediatría general, social y adolescentes del Hospital Universitario de Torrejón, en Madrid. El especialista impartió un taller durante el congreso, en el que señaló que las consultas más frecuentes de estos pacientes son por “traumatismos, procesos infecciosos, o revisiones y vacunas correspondientes a este período de la vida”. Pero no todo son catarros y lesiones.
Por tanto, el seguimiento de los pacientes en esta etapa es especialmente importante. Pero, además de ser un período de transición, en el que los padres empiezan a llevar menos a sus hijos al centro de salud y, a veces, tampoco acuden por su propio pie. El Dr. Olivares atribuye esta menor frecuentación a que “los adolescentes han sido atendidos desde que nacieron siempre con sus padres como filtro de su comunicación, y ellos necesitan su lugar propio”.
Los problemas de conducta, fracaso escolar, trastornos de conducta alimentaria, ansiedad y autolesiones son los asuntos más frecuentes que pasan por las consultas vinculados a la salud mental en la adolescencia
Por ello, subraya como recomendación para los profesionales, “ofrecer la consulta como un lugar seguro y confidencial, libre de juicio, donde el paciente puede hablar de sus preocupaciones, sean del tipo que sean”. Se trata de una necesidad para muchos pacientes. La pandemia y el confinamiento “fueron factores desencadenantes para que pacientes con dificultades tuvieran peor evolución, y también sacó a la luz mucha problemática familiar”.
El Dr. Olivares apunta que “la adolescencia es un período complejo”, pero los pediatras de atención primaria pueden establecer con sus pacientes adolescentes “un vínculo sano y honesto” que les ayude “a crecer y evolucionar hacia la madurez”. Para los profesionales “ser testigo de ese crecimiento personal es enormemente satisfactorio”.
Los pediatras de atención primaria pueden establecer con sus pacientes adolescentes “un vínculo sano y honesto” que les ayude “a crecer y evolucionar hacia la madurez”
El pediatra de atención primaria es clave para vigilar las conductas de los adolescentes, ya que es el profesional más cercano y, en esta etapa, “es difícil establecer la línea que separa lo que se considera sano de lo que se considera patológico”, indica la Dra. Sánchez Calderón. “Por ejemplo, la tristeza, irritabilidad, preocupación por la imagen corporal, cuestionar las normas sociales o familiares, la dificultad para controlar el uso de aparatos tecnológicos, son conductas que serán patológicas si son tan frecuentes que ocasionan una incapacidad para el disfrute, ataques de pánico, cambios drásticos del peso, problemas de adicciones. En resumen: conductas que interfieran en el funcionamiento habitual del adolescente”.