Gema Maldonado
Los más de 10.000 graduados en Medicina que superaron este año la nota de corte del examen MIR y optan a un puesto de formación sanitaria especializada tienen en el listado de plazas disponibles una nueva especialidad que llega en un momento crítico para la salud mental de los más pequeños. La psiquiatría infantil y de la adolescencia tendrá por primera vez un periodo formativo de cinco años y los nuevos residentes que opten por ella y logren una de las 20 plazas disponibles serán la primera promoción de psiquiatras infanto-juveniles formados vía MIR.
Los servicios de psiquiatría de los 20 hospitales de distintos puntos de España que ofrecen una plaza ya se afanan en componer el itinerario de formación que seguirán
Estos días comienzan a convocarse jornadas de puertas abiertas de hospitales y servicios hospitalarios de toda España para mostrar a los nuevos MIR qué pueden ofrecerles, qué se van a encontrar en una u otra especialidad, en uno u otro centro. Los servicios de psiquiatría de los 20 hospitales de distintos puntos de España que ofrecen una plaza ya se afanan en componer el itinerario de formación que seguirán, después de que el pasado sábado el Gobierno publicara en el BOE los programas formativos de psiquiatría, que registra cambios, y de la especialidad enfocada a niños y adolescentes.
Puede que estos días sean muchos los nuevos MIR que dudan si lanzarse a estrenar la especialidad es una buena idea. ¿Saben qué harán en los próximos cinco años si terminan quedándose con una de las 20 plazas disponibles? En iSanidad hemos querido conocer qué va a encontrarse la persona que entre el próximo mes de junio como R1 de la especialidad en el Hospital Universitario Gregorio Marañón, uno de los más grandes de la Comunidad de Madrid.
Dra. Baltasar: “La especialidad es fundamental para poder dar una atención sanitaria de calidad porque la patología de salud mental en estos grupos de edad tiene sus particularidades”
Allí, se encontrará con psiquiatras, psicólogos, enfermeros de saldu mental, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, administrativos, celadores, auxiliares y otros residentes. “Somos un servicio bastante grande, al que hay que sumar la parte de investigación, trabajamos mano a mano la clínica y la investigación, y contamos además con otros dispositivos adjuntos”, enumera por teléfono la Dra. Itziar Baltasar. Ella es psiquiatra infantil y de la adolescencia del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del hospital y una de las dos tutoras de residentes de psiquiatría infanto-juvenil.
Hasta ahora, quienes querían dedicarse a la infancia y la adolescencia tenían que formarse en la especialidad de psiquiatría seleccionando el denominado trayecto A, que les permitía centrarse en estos grupos de edad en el cuarto y último curso de la residencia, con rotaciones por los recursos y dispositivos destinados a la salud mental de los más pequeños. La formación extra, con cursos o un máster, era otra opción. Algunos conseguían una beca de dos años de formación avanzada de psiquiatría infanto-juvenil en el extranjero.
Han crecido los trastornos de ansiedad y depresivos, las autolesiones, las tentativas de suicidio y los trastornos de la conducta alimentaria
La demanda y las necesidades de salud mental en una etapa clave, en la que se estima que pueden fraguarse más del 50% de las patologías mentales, acrecentaron la reivindicación de los profesionales de contar con una formación especializada propia. “Es fundamental para poder dar una atención sanitaria de calidad en la infancia y la adolescencia porque la patología de salud mental en estos grupos de edad tiene sus particularidades; hay intervenciones diferentes, mucho trabajo con las familias y para poder hacer una adecuada prevención, detección precoz y atención especializada es necesario que la formación también lo sea”, explica la tutora.
Cada día ven “todo tipo de patologías” de salud mental en niños, desde las primeras etapas de la infancia, hasta la adolescencia. Como otros muchos servicios de psiquiatría, con la pandemia han notado el aumento en la demanda de asistencia, aunque la Dra. Baltasar puntualiza que la tendencia viene de antes. “En los últimos años veníamos ya objetivando un auamento en la demanda, pero es cierto que a raíz de la pandemia estamos atendiendo muchos más casos, tanto de derviaciones a centros de salud mental, como a urgencias o unidades de hospitalización”.
Para los centros está siendo “un verdadero reto” la puesta en marcha de la especialidad de psiquiatría infantil y de la adolescencia. “Hay que programar todas las rotaciones y coordinar con otras especialidades”
Han crecido los trastornos de ansiedad y depresivos, las autolesiones, las tentativas de suicidio y los trastornos de la conducta alimentaria. En este escenario, reconoce que en el servicio están “muy contentos” de poder contar con especialistas formados vía MIR. “Va a significar que haya más recursos para poder responder a la demanda de esta población”, afirma. Y aunque en 2023 solo se incorporará un R1 de psiquiatría infanto-juvenil, ya proyectan ampliar a una segunda plaza para 2024.
Para su servicio, como para los otros 19 que ofertan plazas, está siendo “un verdadero reto” poner en marcha la formación. Tienen que adecuar el programa formativo a su servicio y a sus dispositivos y “hay que programar todas las rotaciones y coordinar con otras especialidades”, explica. El programa publicado en el BOE recoge que los residentes tendrán 55 meses de rotaciones, que incluyen estancias en pediatría, neurología, medicina de familia y psicología. “Lleva mucho trabajo porque hay que engranar la formación de todos los residentes que estarán con nosotros en los dispositivos que tenemos“. Los dos primeros años serán comunes con la especialidad de psiquiatría y los tres últimos ahondarán en los conocimientos específicos de cada una.
“Contamos con un programa intensivo ambulatorio y unidad de hospitalización para adolescentes, centros de salud mental, hospitalización de día, consultas de infantil e interconsulta, además de muchos programas específicos”
Un hospital de tercer nivel como el Gregorio Marañón cuenta con centros de salud mental, unidad de hospitalización de día, un programa intensivo ambulatorio e interconsultas, además de alianzas con otros hospitales. El R1 que se incorpore en junio rotará por todos ellos, además de encontrarse con un servicio “con mucho rodaje en la atención especializada de salud mental infanto-juvenil”, destaca la Dra. Baltasar.
“Es un servicio que tiene mucha historia, con una unidad de hospitalización de adolescentes con mucha experiencia. Contamos con un programa intensivo ambulatorio para adolescentes y tenemos consultas de infantil, además de muchos programas específicos”, explica la tutora. Entre ellos, tienen con uno centrado en primeros episodios psicóticos, otro de atención especializada al riesgo suicida y una unidad de atención médica integral para trastornos del espectro autista. Estos proyectos pueden ser clave en la trayectoria profesional de los futuros residentes, ya que el propio programa formativo de la especialidad hace referencia a la formación específica a través de este tipo de programas.
“Es una especialidad muy bonita que ofrece un trato muy cercano y la oportunidad de trabajar en etapas en las que sabemos que aparecen más de la mitad de los problemas de salud mental”
Pero la parte clínica no es lo único que suele buscar un residente, para cuya formación y carrera la investigación es clave. “Se les da la opción de participar en proyectos de investigación y pueden rotar por esa área. Contamos con muchos compañeros que compaginan la clínica con la investigación y otros centrados en esta última. También hay residentes que deciden iniciar la tesis doctoral durante la residencia“, añade.
Hospitales de gran tamaño, como el Gregorio Marañón, o más pequeños, ubicados en 12 comunidades autónomas, serán el punto de partida para esta nueva hornada de especialistas. Más allá de los recursos y dispositivos con los que cuente el centro al que vaya cada uno de ellos, la especialidad les ofrece algo muy concreto: “Ayudar y trabajar mucho, de forma muy humana, con los niños, los adolescentes y las familias. Es una especialidad muy bonita que ofrece un trato muy cercano y la oportunidad de trabajar en etapas en las que sabemos que aparecen más de la mitad de los problemas de salud mental. Poder prevenir estos problemas y evitar patologías en el futuro es un lujo“, concluye la Dra. Baltasar.
