Cristina Cebrián
Una temperatura por debajo de los 100 grados no existe en el planeta tierra. Sin embargo, es posible que una persona se someta a una temperatura de 110 grados bajo cero gracias al Icelab, la sala de crioterapia de cuerpo entero instalada en el centro Olympia de Quironsalud, una de las dos que existen actualmente en España. Se trata de una terapia física que tiene una duración máxima de tres minutos y cuyos efectos se mantienen a largo plazo.
Entre sus principales indicaciones están “las patologías traumáticas y reumatológicas que cursan con un componente inflamatorio. Es decir, todas las ‘itis’: tendinitis, bursitis, poliostitis”, detalla para iSanidad el Dr. Manuel Leyes, jefe de Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica en Olympia Quironsalud. Por sus manos han pasado destacados deportistas de élite, como Rafa Nadal, Zinedine Zidane, Sergio Ramos, Alberto Contador y Carolina Marín, entre otros muchos. Quizá alguno de ellos ya haya probado la sensación de someter el cuerpo a esta temperatura extrema. Eso es algo que el especialista se guarda.
Dr. Manuel Leyes: “Cuando tiene que empezar la rehabilitación, pero el paciente presenta dolor y, por ejemplo, tiene una rodilla muy inflamada, al pasar por el Icelab le facilitamos mucho la labor al fisioterapeuta”
Dolor reumático, fibromialgia, una rehabilitación más rápida, psoriasis, dermatitis atópica, asma, tratamiento de estrés y agotamiento físico tras entrenamientos, son otras de las indicaciones de la crioterapia que ofrece la sala Icelab. Además, el Dr. Leyes señala que también se utiliza como sesiones previas a la fisioterapia. De esta forma, “con la crioterapia eliminamos el dolor y se genera un alivio que dura unas horas. Ese lapso de tiempo es muy útil para que el fisioterapeuta pueda trabajar la movilidad”.
Por otro lado, resulta muy eficaz en la fase postoperatoria del paciente. “Cuando hay que empezar la rehabilitación, pero el paciente presenta dolor y, por ejemplo, tiene una rodilla muy inflamada, al pasar por el Icelab le facilitamos mucho la labor al fisioterapeuta, porque quitamos el dolor durante unas horas y, sobre todo, bajamos la inflamación”, explica el Dr. Leyes.
¿Cómo aguanta el cuerpo a 110 grados bajo cero?
Aunque los beneficios terapéuticos de la crioterapia se descubrieron en los años 70 en Japón, hoy en día uno de los grandes avances en esta terapia de cuerpo entero son cabinas que desprenden gases de nitrógeno helado exponiendo la superficie corporal a temperaturas entre -10ºC y -110ºC durante un máximo de tres minutos, siempre bajo un estricto control sanitario. “Una de las ventajas de la sala Icelab es que la persona puede caminar y así aguanta mejor el frío. Además, al tener la cabeza metida, el cuerpo acumula más calor”, indica el traumatólogo.
El Icelab incluye tres cabinas que desprenden gases de nitrógeno helado exponiendo la superficie corporal a temperaturas entre -10ºC y -110ºC durante un máximo de tres minutos
El frío que se genera es seco, no hay humedad ni corrientes de aire. “Así el paciente tolera temperaturas tan extremas como 110 grados bajo cero, que de otra forma sería imposible. Por otra parte, a esas temperaturas el aire se encoge y, por cada inspiración del paciente, inhala el doble de cantidad de oxígeno”, comenta el Dr. Leyes. Eso sí, antes de entrar a la sala, hay que desprenderse de cualquier objeto que se pueda congelar: reloj, gafas, lentillas, etc. También se deben proteger los dedos de pies y manos, así como las orejas.
Otro aspecto importante a tener en cuenta antes y después de entrar al Icelab es la medición de la tensión arterial. “Si antes de entrar tu tensión está por encima de 17, hay que esperar cinco minutos para hacer una segunda toma de tensión. Y, si continúa por encima de 17, no se puede realizar el tratamiento”, explica Hugo Laguía, auxiliar de enfermería de Olympia Quironsalud. Una vez dentro, mantener el contacto visual con el paciente es fundamental ya que “les tranquiliza y les ayuda a distraerse para no pensar en el frío”, apunta el sanitario. Él mismo ha podido experimentar qué se siente dentro del Icelab y confiesa, con una sonrisa, que volvería a repetir.