Juan Pablo Ramírez, director de iSanidad
Existe hoy un consenso sobre el papel que debe jugar la atención primaria dentro del Sistema Nacional de Salud. Este acuerdo entre los principales agentes sanitarios y la administración pública no se concreta, sin embargo, en materia económica. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, la inversión en primaria representa un 14,5% del gasto sanitario total, apenas cuatro décimas más que en 2017. Ni siquiera la pandemia ha servido para corregir una tendencia que contradice las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La agencia de Naciones Unidas sostiene que la atención primaria debe asumir el 25% de las partidas de salud. Ninguna comunidad autónoma cumple a día de hoy con este objetivo. Andalucía, con un 17%, es la mejor posicionada. Más lejos se encuentra la Comunidad de Madrid, con un 11% del gasto. Esta realidad pone de manifiesto una brecha que es necesario suturar de forma urgente.
La inversión en primaria representa un 14,5% del gasto sanitario total, apenas cuatro décimas más que en 2017
Es cierto que los presupuestos destinados a atención primaria han aumentado estos años, especialmente a raíz de la pandemia. En 2021, el gasto se elevó a 12.720 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 31,5% con respecto a 2017. A primera vista, este incremento parece significativo pero resulta insuficiente para cubrir las necesidades del primer nivel asistencial. La prueba más evidente es la saturación que sufren las consultas de atención primaria y que ha llevado a los profesionales sanitarios a convocar huelgas y manifestaciones en la mayoría de las comunidades autónomas.
En este primer trimestre del año se han producido acuerdos entre los gobiernos regionales y los sindicatos para poner fin a los paros. En un año de marcado carácter electoral, da la sensación de que se han puesto parches para esconder las pancartas al menos por un tiempo. Más allá de estos acuerdos locales falta una voluntad política que permita alcanzar un pacto de Estado para reformar la atención primaria en todo el país. El Ministerio de Sanidad debe dar por fin un paso al frente para asumir un liderazgo que permita resolver en primer lugar el relevo generacional de los médicos de familia y de los pediatras del primer nivel asistencial. Todo comienza por hacer más atractiva la atención primaria en las facultades de medicina y mejorar las condiciones en los centros de salud con el objetivo de conseguir retener un talento que huye a otros países o que prefiere ocupar puestos en los servicios de urgencias en los hospitales.
En los últimos años se han puesto encima de la mesa documentos de reforma que han contado con dos problemas fundamentales: la falta de una hoja de ruta y una dotación presupuestaria para poder llevarlo a cabo. En este año electoral, los partidos políticos comenzarán a lanzar promesas en sus programas electorales, pero sin estos dos grandes requisitos cualquier medida resultará poco creíble.