Anuario iSanidad 2022
Antonio Burgueño Jerez, director de Proyecto Venturi y Proyecto Impulso
Desde el punto de vista sanitario, el año 2022 ha sido un año peculiar, como vienen siendo todos desde que la pandemia llegó a nuestras vidas. Pero este año, como todos sabemos, ha sido el de intentar recuperar el ritmo de atención a los enfermos que no lo están por el Covid-19. Proceso este que, dado el cúmulo de actividad generado, requiere rebanarse los sesos para encontrar alternativas que permitan al sistema aumentar su capacidad de respuesta con los recursos disponibles: infraestructuras, dotación tecnológica y, sobre todo, los profesionales sanitarios. Es decir, hay que obsesionarse por lograr el efecto venturi, ya sea en grandes proyectos o en pequeñas iniciativas.
Sin duda, este objetivo les viene suponiendo a todos los profesionales el reto de, sin solución de continuidad, pasar de centrarse principalmente en una sola patología a ir dando mayor cabida a pacientes del resto de patologías. En esta coyuntura, los problemas sistémicos que se vienen arrastrando estallan, haciéndose necesaria una solución inmediata. Problemas sobre los que hemos podido leer una cantidad ingente de artículos e informes, entre los que destacan la elevada presión asistencial a la que se está sometiendo a los profesionales, especialmente en atención primaria que, no pocas veces, la hacen inviable y el continuo reclamo de mayor número de médicos y enfermeras, en base a su escasez.
Un modelo de recursos humanos que debe ser también flexible para ser capaz de adaptarse a los cambios del modelo sanitario en que se enmarca
Necesitamos políticas e iniciativas para retener a los profesionales que en número creciente buscan su trabajo fuera de España. Necesitamos impulsar y agilizar el proceso de acreditación de profesionales que vienen del extranjero, con ánimo de compensar la fuga de cerebros, así como aumentar el número de plazas de formación de profesionales médicos (vía MIR) y de enfermería, para afrontar un futuro menos negro la sanidad por la jubilación masiva que se aproxima. Además, los profesionales demandan un aumento de los salarios, que entienden bajos. Demanda a la que se han sumado los profesionales médicos en proceso de formación como especialistas.
Si se hace un análisis aséptico, dejando al margen juicios de valor, es relativamente sencillo llegar a la conclusión de que estos problemas, y otros relativos a los profesionales, tienen un mismo origen: la ausencia de un modelo de gestión de los recursos humanos en la sanidad. Un modelo que, a modo de mapa o guía de actuación, debe partir de un análisis profundo del marco normativo y legislativo, en busca de resquicios que permitan traducirse en oportunidades de mejoras en la oferta profesional.
Necesitamos políticas e iniciativas para retener a los profesionales que en número creciente buscan su trabajo fuera de España
Esta debe tener en cuenta la realidad social en la que se mueven los profesionales y que determina cuáles son sus inquietudes y su visión de cómo debe ser un trabajo profesional ilusionante, con una política salarial adaptable a las diferentes realidades y situaciones profesionales y con reconocimiento del esfuerzo y el logro (de los méritos, en definitiva). Un modelo de recursos humanos que debe ser también flexible para ser capaz de adaptarse a los cambios del modelo sanitario en que se enmarca.
Debe trabajarse una planificación de los recursos que permita su alineamiento a las demandas asistenciales en cada lugar y en cada especialidad, evitándose con ello que las inevitables situaciones de alta presión de trabajo sean coyunturales y no sistémicas, para lograr de paso una mayor equidad del sistema en la respuesta asistencial. En definitiva, y como conclusión, mientras que no se disponga de un modelo de gestión de los profesionales sanitarios que permita orientar el sistema hacia la generación de confianza en los propios profesionales, nunca será posible lograr un sistema sanitario que esté orientado al paciente. Tema este muy comentado y analizado también durante el 2022.