Luis de Haro. Director general de iSanidad
Las normas de los años 80 son las que están rigiendo el sistema sanitario del s.XXI, como si nada hubiera cambiado. Eso quiere decir que se obvian cosas importantes. Los cambios en la tecnología sanitaria o los avances de los medicamentos, por ejemplo, van a un ritmo distinto de los que pide la sociedad. También van a ritmos distintos la realidad de los profesionales y las necesidades del sistema. Farmacéuticos, enfermeras, médicos de atención primaria, médicos de atención especializada… todos han cambiado, pero las normas siguen estancadas.
El sistema sanitario del s.XXI tiene que compartir información y recursos y debe tener garantizada una financiación suficiente y adecuada
El sistema sanitario del s.XXI tiene que compartir información y recursos. Tiene que tener en cuenta la realidad de una sociedad con una esperanza de vida que ronda los 85 años. Los pacientes están mucho más formados y las expectativas de vida son distintas. Eso significa paciente crónico, pero por encima de todo paciente pluripatológico. Y estos pacientes necesitan ser tutelados por algún experto. No pueden deambular por el sistema, por los servicios especializados con listas de espera de 6, 7, 8 o 9 meses. En el sistema sanitario de hoy la información del paciente se estanca, no fluye entre los profesionales. Funciona muy bien para que el médico controle la situación, puertas adentro, pero el paciente está desprotegido, y muchas ocasiones solo y perdido.
Ahora, a un mes de las elecciones autonómicas, ¿qué se propone? No hay nada nuevo. El sistema sanitario del s.XXI parece que tendrá que esperar. La preocupación de los dos únicos partidos que pueden gobernar no son las listas de espera, no son los profesionales o los pacientes. La única preocupación es “echarle la culpa al otro” de lo mal que están las cosas. Mira que es fácil ponerse de acuerdo porque las prioridades son básicas. Todos están de acuerdo que España debe tener una sanidad pública, con cobertura universal y financiada con impuestos. Eso significa una atención primaria efectiva, de alto desempeño y que garantice la atención a agudos y crónicos. La sanidad del s.XXI debe tener garantizada una financiación suficiente y adecuada. La prioridad de los políticos sanitarios debería ser tomar decisiones que permitan estructurar los servicios sanitarios de acuerdo a las necesidades de los pacientes.
Los cambios que se necesitan no se esperan ni a corto ni a medio plazo
Sin embargo, lo que tenemos es una sanidad que se empobrece y lucha contra sí misma, contra sus normas obsoletas. Los profesionales están desmotivados, los inversores desaparecidos y los pacientes asustados. La búsqueda de la equidad no se refleja en un intento de superación, se refleja en una nivelación por la parte más baja. Los cambios que se necesitan no se esperan ni a corto ni a medio plazo.