G.M.
Si algo caracteriza a la insuficiencia cardiaca es su complejidad y los diversos problemas de corazón que pueden estar detrás de esta afección grave, que afecta sobre todo a las personas mayores. Su diagnóstico y su abordaje no es sencillo, pero es uno de los múltiples ámbitos de conocimiento y atención a los que se enfrentan en sus consultas los médicos de familia.
Esta patología es la principal causa de hospitalización en personas mayores de 65 años y su prevalencia en España, según los datos más recientes disponibles, es del 1,89% en la población adulta. Un porcentaje que se dispara hasta el 9% en la población mayor de 80 años, tal y como refleja el estudio Pathways-HF publicado en la Revista Española de Cardiología a comienzos de 2022. Los datos pronósticos de la insuficiencia cardiaca tradicionalmente no han sido buenos, ya que la supervivencia a cinco años ha rondado el 50%, pero los avances terapéuticos y un buen seguimiento de la enfermedad pueden mejorar la esperanza de vida de estos pacientes.
La insuficiencia cardiaca es la principal causa de hospitalización en personas mayores de 65 años
Sobre esta realidad trabajan los médicos de familia que, en muchos casos, inician el proceso para diagnosticar la enfermedad. “Los pacientes suelen acudir a nuestras consultas con síntomas de fatiga, dificultad respiratoria, hinchazón en los pies, edema o tos nocturna”, cuenta a iSanidad el Dr. Juan Carlos Obaya Rebollar, especialista en medicina de familia y comunitaria, “son síntomas que nos pueden orientar sobre la presencia de insuficiencia cardiaca, sin embargo, no son suficientes para establecer un diagnóstico”.
Diagnóstico de la insuficiencia cardiaca: de los indicios a la confirmación
A partir de este momento continúa el proceso diagnóstico en la consulta, partiendo una “buena anamnesis” en la que se investiga sobre factores de riesgo cardiovascular, como hipertensión, diabetes, obesidad, etc., y sobre antecedentes familiares y personales que pueden influir. “Aspectos como una cardiopatía isquémica previa o un tratamiento oncológico, que puede tener como efectos secundarios toxicidad sobre el corazón”, cita el especialista.
Una “buena anamnesis” en atención primaria es el primer paso para iniciar el diagnóstico de la insuficiencia cardiaca
Tras esta primera aproximación, el diagnóstico puede llegar tras una serie de pruebas. En primer lugar un electrocardiograma; después, una analítica con determinación de niveles de la hormona péptido natriurético tipo B y, en caso de que estos niveles sean altos, en tercer lugar, “la confirmación diagnóstica precisa de la realización de un ecocardiograma, para lo que habitualmente derivamos al servicio de cardiología”, añade el médico, que también forma parte del Grupo de Trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC).
Comunicación con el paciente y comienzo del tratamiento
En el momento del diagnóstico, el papel del médico de familia se centra en educar al paciente en la importancia de seguir el tratamiento y cambiar hábitos de vida. “Es importante insistir en la optimización del tratamiento, no solo farmacológico, sino también en las medidas no farmacológicas: una dieta mediterránea, evitar el sobrepeso, la ingesta del alcohol y fumar, limitar el consumo de sal y llevar un control de la diabetes, del colesterol y de la presión arterial, así como hacer ejercicio que combine el aspecto aeróbico con la fuerza dos días a la semana para potenciar la musculatura, sobre todo los músculos respiratorios para que el paciente tenga mejor calidad de vida, evitar descompensaciones, visitas a urgencias y hospitalizaciones en la medida de lo posible”, explica el Dr. Obaya.
Dr. Obaya: “Es importante insistir en la optimización del tratamiento, no solo farmacológico, sino también en las medidas no farmacológicas: dieta, hábtios de vida saludable y ejercicio”
El tratamiento farmacológico ha cambiado considerablemente en los últimos años. En los pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida, es decir, aquellos en los que el porcentaje de sangre que el corazón saca en cada contracción es inferior al 40%, con respecto a la sangre que tiene cuando está lleno al máximo, “hay cuatro familias terapéuticas que han demostrado beneficios en morbimortalidad cardiovascular”. En los casos en los que la fracción de eyección es preservada (el porcentaje de sangre que sale del corazón supera el 50%), las opciones han cambiado muy recientemente. “Afortunadamente, hay estudios muy recientes publicados que han demostrado la eficacia de los isglt2 para este subgrupo de población”, afirma el médico.
Estos pacientes suelen ser más mayores y presentan mayor número de comorbilidades que complican su insuficiencia cardiaca. Los isglt2, desarrollados para hacer frente a la diabetes, pero que han mostrado beneficios en la enfermedad renal crónica y en la propia insuficiencia cardiaca, ya se están prescribiendo para esta dolencia en las consultas de atención primaria, tal y como recomiendan las guías de práctica clínica de la Sociedad Europea de Cardiología y la Asociación Americana del Corazón. “La utilización de dos moléculas del grupo terapéutico de los islgt2 ha demostrado disminución de morbimortalidad cardiovascular y de hospitalización por insuficiencia cardiaca”, afirma el médico.
Dr. Obaya: “Afortunadamente, hay estudios muy recientes publicados que han demostrado la eficacia de los isglt2 para los pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada”
Descompensaciones e ingresos
La labor educativa, en la que juega también un papel clave la enfermería, se completa con pautas que ayuden a los pacientes a identificar las temidas descompensaciones en la insuficiencia cardiaca. Aspectos como los edemas, la hinchazón de piernas o vientre, un aumento de la fatiga, pueden ser indicios que el paciente pueda detectar para acudir al médico.
En este caso, el papel del médico de familia es fundamental, y la comunicación con cardiología, también. “La detección precoz de una posible descompensación nos permite un tratamiento ágil y en un lugar adecuado que no siempre es la urgencia hospitalaria. Podemos comunicarnos con los hospitales de día si no es posible controlar al paciente en la atención primaria y derivarlo para que no pase el desagradable momento de estar en urgencias”. Herramientas de comunicación bidireccional como la e-Consulta o la historia clínica electrónica compartida, han facilitado la continuidad asistencial.
Dr. Obaya: “La detección precoz de una posible descompensación nos permite un tratamiento ágil y en un lugar adecuado que no siempre es la urgencia hospitalaria”
Incluso, cuando el paciente ha pasado por un ingreso debido a una complicación de la insuficiencia cardiaca, el hospital informa al centro de salud para que haya un seguimiento por parte de medicina y enfermería de familia. “La visita precoz es fundamental, habitualmente se hace en las primeras semanas tras el ingreso, pero yo diría que hay que hacerla en las primeras 48 horas. Es clave si queremos evitar una de las complicaciones de estos pacientes, ya que aproximadamente el 25% vuelve a necesitar un ingreso o una visita a urgencias en el mes siguiente”, apunta el médico. En esa visita se ajusta la medicación, “fundamentalmente los diuréticos, que permiten la descongestión de los pacientes” y se vigilan los posibles efectos secundarios de nuevos fármacos hospitalarios.
El Dr. Obaya, junto a la Dra. Mar Domingo Teixidor, especialista en medicina de familia y comunitaria y parte del Grupo de Trabajo de Enfermedades Cardiovasculares de semFYC, ofrecerán a sus compañeros toda una actualización en las últimas novedades sobre el diagnóstico y abordaje de la insuficiencia cardiaca en atención primaria, dentro del programa formativo APDay de SemFYC. “Ha habido múltiples avances en muy pocos años en insuficiencia cardiaca y estas sesiones tratan de resumir de manera sencilla los principales conocimientos que tienen aplicabilidad en la práctica clínica”, explica el Dr. Obaya, quien apunta a la “buena acogida” de esta formación entre los médicos de familia. “En una sociedad de la información, en la que el nivel de publicaciones avanza de una forma tan rápida, siempre hay necesidad de formarse”, concluye.