Dr. Fernando Mugarza, director de desarrollo corporativo y comunicación (Fundación IDIS)
Como dirían en meteorología, navegamos en un mar truculento con marejada arreciando a fuerte marejada: la nave del Estado, que lo conformamos todos y cada uno de nosotros trasiega por una tormenta compleja de difícil pronóstico. No voy a entrar en temas políticos, no por falta de ganas, sino porque considero que ya hay bastantes opiniones más cualificadas que la mía para escudriñar con más conocimiento de causa en esta situación que se me antoja especialmente grave.
El discurso político deja de lado el hecho de aportar soluciones a los graves problemas que lo atenazan
En lo que sí voy a poner puntos y comas es en la demagogia y lo que este periodo circunspecto y alborotado supone para temas tan relevantes como la sanidad y la situación de nuestro maltrecho sistema nacional de salud.
De nuevo, el discurso político deja de lado el hecho de aportar soluciones a los graves problemas que lo atenazan, es el vivo ejemplo de la lejanía de las soluciones aportadas por algunos ante los problemas más candentes y urgentes que tenemos como ciudadanos y como sociedad en materia sanitaria. Eso sí, la politización está a la orden del día y el oído lo tenemos harto de escuchar los mismos eslóganes y consignas, poniendo barreras e interponiendo fronteras, señalando y culpando por doquier para tratar de tapar lo que a todas luces es evidente: la situación actual y los enormes retos en materia de salud y sanidad hacen que nuestro sistema nacional de salud no solo sea ya insuficiente, sino que ha entrado en una situación de extrema gravedad.
La situación actual y los enormes retos en materia de salud y sanidad hacen que nuestro sistema nacional de salud no solo sea ya insuficiente, sino que ha entrado en una situación de extrema gravedad
Hay una cita que cuando llega el momento de reflexionar sobre hechos de este tipo siempre me viene a la cabeza, que es la siguiente: “Hablar es barato, pero las acciones hablan más fuerte que las palabras”; en qué pocos caracteres, en tan solo dos frases, se encierra todo el significado y sentido de lo que es mi intención transmitir en estas breves líneas.
El planeta está lleno de palabrería vacía o interesada, en el sector sanitario también, supongo que como en los demás; cuántas palabras huecas y a veces aviesas se esgrimen con el único propósito de obtener un beneficio para uno mismo o para el entorno propio, cuánta retórica se vierte con la intención de confundir a los demás utilizando la vehemencia en un océano de palabras y datos proyectados sin ton ni son.
Hay una frase que probablemente hemos utilizado todos en alguna ocasión que dice algo así como “si lo que vas a decir no mejora el silencio, es mejor permanecer callado” que complemento con la del irrepetible Groucho Marx”. Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”; viene a decir lo mismo, pero de una forma más locuaz y directa. Finalmente, y en el mismo sentido, hay otra que también guardo con especial aprecio en mi acerbo: “Puedes engañar a todas las personas una parte del tiempo y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo”; unos la atribuyen a Abraham Lincoln y otros no, da lo mismo, lo importante es lo que trasciende ella.
A todos aquellos que son expertos en el arte de la demagogia y de la falsa palabra en el ámbito sanitario les diría que se lo hagan mirar
Afortunadamente, la honestidad y la transparencia en las relaciones humanas son las que generan la reputación de quien a lo largo de la vida sabe transmitir confianza, credibilidad, seguridad, rigor, objetividad, humildad y previsibilidad fundamentalmente. En sanidad este aspecto es especialmente clave porque de su mano se afianza el concepto salud y nos va mucho en ello, nada menos que la vida.
A todos aquellos que son expertos en el arte de la demagogia, les diría que se lo hagan mirar, que no somos una sociedad sin capacidad de tener criterio propio, no tenemos necesidad de ser adoctrinados, somos una sociedad adulta, formada y con capacidad de discernir el grano de la paja, lo preciso de los superfluo, lo que aporta valor y lo que no, los que pasarán a la historia por sus grandes aciertos de los que si pasan será por todo lo contrario, por sus grandes fracasos, por su oportunismo y farfolla. Y ahí lo dejo.