El dolor crónico y su daño emocional: “Estamos poco preparados para hacer frente a las necesidades de estos pacientes”

El encuentro Tu Dolor Importa ha mostrado la fuerte vinculación entre el dolor crónico y las emociones y cómo poder intervenir sobre ellas para mejorar el estado de los pacientes

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Gema Maldonado
“Confeti tóxico y mariposas oscuras prendidas en la lengua”
, así define Ana Castro en uno de sus poemas el dolor crónico que padece. La poesía, la pintura o la música son el hilo por el que conducir y transmitir emociones, y el dolor está íntimamente ligado a las emociones, tal y como psicólogos y psiquiatras expusieron este martes en el encuentro #TuDolorImporta, dedicado al dolor y las emociones. El dolor crónico genera un fuerte impacto sobre la salud mental de quien lo sufre. Así lo indican los datos: casi el 28% tiene depresión, más del 22% sufre ansiedad y cerca del 65% tiene trastornos del sueño, según el Barómetro del dolor crónico en España 2022 de la Fundación Grünenthal.

Dra. Madariaga: “El dolor crónico se integra, se hace grande y se cronifica en los mismos circuitos donde se desarrollan las emociones”

“El dolor crónico se integra, se hace grande y se cronifica en los mismos circuitos donde se desarrollan las emociones” explicó la Dra. María Madariaga, anestesióloga y presidenta de la Sociedad Española del Dolor (SED). Pero no siempre se tiene en cuenta este aspecto y, otras veces, ocurre lo contrario: se achaca solo a las emociones la sensación de dolor de los pacientes, que se sienten “incomprendidos”, como apuntó Jordi Miró, catedrático de Psicología de la Salud de la Universidad Rovira i Virgili y director del Grupo Algos de investigación en dolor.

En su intervención en el encuentro, organizado por la propia SED en colaboración con Dolor.com, y avalado por Fenin, expuso las claves del dolor crónico, “una experiencia extremadamente compleja entre lo físico, lo psíquico y lo emocional” y se asocia a “un daño tisular real o potencial”. En los años 80, la literatura científica consideraba el dolor crónico como “una depresión enmascarada”. Pero, aunque se ha demostrado que hay relación entre dolor y depresión, “se equivocaban al pretender que el dolor era subproducto de la depresión, hoy vemos que la depresión se deriva del dolor”, explicó el psicólogo.

Jordi Miró: “Según los datos disponibles el tratamiento con mejores resultados es el multidisciplinar de base cognitivo-conductual”

Diferentes estudios actuales que lleva adelante el propio catedrático, muestran cómo el dolor genera malestar emocional tanto en los adultos como en los niños que lo padecen. Incluso se extiende a los familiares de estos niños.  El experto señaló que todas las personas con dolor crónico “tienen derecho a recibir el mejor tratamiento posible” y ese tratamiento, según la evidencia disponible actualmente es el “multidiscisplinar de base cognitivo-conductual”.

Sin embargo, el catedrático lamentó que los profesionales de la salud “estamos poco preparados para hacer frente a las necesidades de estas personas”. Un estudio reciente indica que las horas de formación relacionada con el dolor que reciben en las facultades de ciencias de la salud públicas y privadas de Cataluña “dejan mucho que desear”. En psicología son solo 26 horas, en medicina 70, en enfermería 87. “Esto quiere decir que las unidades multidisciplinares no tienen siempre los profesionales preparados para atender a los pacientes con dolor crónico”, apuntó Miró.

Un estudio indica que en las facultades de ciencia de salud de Cataluña se dedica tiempo insuficiente al dolor crónico en medicina, enfermería y psicología

No es casualidad que el 60% de las personas con dolor crónico tengan problemas como la ansiedad, la depresión o el insomnio, ya que “comparten un mecanismo psicofisiológico común y esto hace que sean indisolubles”, expuso Elisa Gallach, psicóloga clínica de la Unidad del Dolor del Hospital La Fe de Valencia.

De hecho, los factores asociados a mayores niveles de depresión y ansiedad en estos pacientes son una mayor intensidad del dolor, no conocer su causa, tener mayor limitación de las actividades diarias o un menor apoyo social. Y este último es uno de los grandes caballos de batalla de estas personas. “Por ejemplo, tener que convencer a un inspector del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo de que no poder trabajar provoca tanto estrés e incertidumbre que genera mucho dolor, lo vemos en la consulta”, afirmó la psicóloga, “las emociones amplifican la percepción de la sensación dolorosa y viceversa”.

Elisa Gallach: “Las emociones amplifican la percepción de la sensación dolorosa y viceversa”

Precisamente, en su unidad y en otras, algunas de las frases que escucha de los pacientes llegan al punto de reflejar desesperación. “No puedo seguir viviendo así; no sirvo para nada”, son algunos ejemplos de estas sensaciones que después se pueden traducir en pensamientos suicidas. Un estudio realizado en Estados Unidos indica que el 7% de las personas que se suicidan en ese país tenían antecedentes de dolor crónico.

Pese a lo difícil de vivir con dolor, la psicóloga mostró cómo actuar ante él para cambiar los “contextos de emociones negativas por otras positivas”. En este sentido, la experta ofreció recomendaciones para los pacientes, para los profesionales sanitarios y para los cuidadores. “El dolor no lo cambias, pero puedes relacionarte con él de otra forma. Esa es la clave”, apuntó.

Los profesionales deben aplicar un “modelo biopsicosocial e interdisciplinar y transdisciplinar, y legitimar siempre el dolor del paciente”

Estrategias de afrontamiento, que pasan por “conocer el dolor: sus características, en qué situaciones tengo más y en cuáles disminuye; cuidar el cuerpo con actividad física, dieta saludable y pérdida de peso si es necesario; y cuidar la mente centrándonos en lo que puedo hacer, cuidarnos mediante técnicas conductivo-comportamentales, manejar el malestar emocional, lo que permite la aceptación no resignada del dolor y mejora la adaptación”, expuso.

En el caso de los familiares, es fundamental que “legitimen el dolor de la otra persona y ofrezcan su ayuda sin caer en la sobreprotección, que colaboren, cooperen y motiven a la acción, además de dedicarse tiempo a ellos mismos”. Por su parte, los profesionales deben aplicar un “modelo biopsicosocial e interdisciplinar y transdisciplinar, legitimar siempre el dolor del paciente, mostrar empatía, escuchar y cuidar, porque la relación terapéutica es una poderosa técnica antiálgica”.

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