Redacción
En 1928, el descubrimiento de la penicilina marcó el inicio de una revolución de la salud en todo el mundo gracias a los antibióticos. Estos fármacos contra las infecciones bacterianas no sólo han evitado millones de muertes, sino que han permitido el avance de la medicina al asegurar procedimientos quirúrgicos y tratamientos médicos complejos, así como la seguridad alimentaria global gracias al control de la salud en las explotaciones ganaderas. Sin embargo, todos estos avances están en riesgo debido al aumento de las resistencias antimicrobianas.
Esta amenaza de salud global ya se sitúa entre los 10 retos más importantes según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se estima que causa un muerto cada nueve minutos, más de los que provocan el VIH o la malaria. Las previsiones, según el Banco Mundial, estiman que en 2050 las superbacterias resistentes causarán 10 millones de muertes anuales, más que el cáncer.
El Banco Mundial estima que en 2050 las superbacterias resistentes causarán 10 millones de muertes anuales, más que el cáncer
Así, las resistencias antimicrobianas son una amenaza creciente y su respuesta se inscribe, necesariamente, en un enfoque One Health que reconozca la conexión entre la salud humana, animal y de las plantas y ecosistemas. No en vano, el 60% de las enfermedades infecciosas y el 75% de las emergentes tienen origen animal. La importancia de abordar las posibles soluciones a este gran reto de salud con esta perspectiva es el objetivo del Encuentro de Alto Nivel One Health sobre Resistencia Antimicrobiana, en la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.
Y con motivo de este encuentro, Farmaindustria y Veterindustria, representantes de más de 180 compañías de investigación y producción de medicamentos de uso humano y veterinario, lanzan un posicionamiento de compromiso One Health frente a las resistencias antibióticas. Ambas organizaciones consideran que la lucha contra las resistencias antimicrobianas exige un enfoque con esta perspectiva que fomente la investigación y el buen uso de antibióticos con nuevos y más potentes incentivos.
El 60% de las enfermedades infecciosas y el 75% de las emergentes tienen origen animal
“Vivimos en un mundo en el que la salud humana, la animal y la ambiental están profundamente interconectadas. Quienes desarrollamos nuevos medicamentos de uso humano sabemos de la necesidad de la colaboración entre la industria, las instituciones académicas y las administraciones, para encontrar entre todos respuestas innovadoras que lleguen a todos los pacientes que lo necesitan”, afirma Juan Yermo, director general de Farmaindustria.
Para la industria farmacéutica, es clave que la legislación potencie la investigación y desarrollo de estos fármacos que van a ser escasamente utilizados precisamente para preservar su efectividad. Así mismo, ve clave que se fomente la búsqueda de vacunas o herramientas de diagnóstico que ayuden a responder a las enfermedades emergentes.
En los últimos años se han hecho esfuerzos frente a las bacterias resistentes que han dado frutos, especialmente en cuanto al uso racional de estos fármacos. En el marco del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos, el Gobierno anunció en noviembre pasado que desde 2014 España ha disminuido un 25,5% el consumo de antibióticos en humanos y un 62,5% en animales. Pese a los avances, Farmaindustria considera que las medidas contempladas por la Comisión Europea en su propuesta de legislación farmacéutica no son suficientes para dar respuesta al desafío.
Desde 2014 España ha disminuido un 25,5% el consumo de antibióticos en humanos y un 62,5% en animales
Entre estas propuestas se incluye la creación de bonos de exclusividad transferible, destinados a compensar a la compañía que desarrolle un nuevo antibiótico permitiéndole ampliar la exclusividad de comercialización de otro fármaco. La industria apoya la medida, pero considera fundamental que las salvaguardas, criterios y condiciones de uso que finalmente se fijen para este incentivo se diseñen de forma adecuada y resulten un estímulo atractivo para promover la investigación y desarrollo de nuevas clases de antimicrobianos.
Sólo apostando por los incentivos a la investigación, la sociedad podrá disponer del abanico suficiente de nuevos antibióticos capaces de dar respuesta al desafío que supone la amenaza de las bacterias multirresistentes.