Mejorando la experiencia sanitaria a través de los servicios no asistenciales

José Enrique Aguilar, director de la División de Sanidad en ISS

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José Enrique Aguilar, director de la División de Sanidad en ISS.
Muchos de los agentes que operamos en el sistema sanitario, debemos contribuir a promover el bienestar sanitario, un concepto que recoge el impacto positivo que los servicios no asistenciales pueden tener en la atención a la salud de los ciudadanos, más allá de la actividad estrictamente asistencial, mediante la creación de entornos hospitalarios seguros, confortables, eficientes y agradables, orientados a favorecer la salud y el bienestar de los pacientes y los profesionales.

Los entornos de los centros sanitarios se encuentran en el punto de mira de buena parte de la opinión pública. En un contexto social en que el bienestar físico y emocional de las personas se ha convertido en una cuestión prioritaria, y especialmente tras las tensiones sufridas por el sistema sanitario durante la pandemia, la necesidad de repensar los centros de salud se erige como una necesidad ineludible.

Las limitaciones de la inversión en infraestructuras hospitalarias, la saturación de los profesionales sanitarios y un sistema de salud con una atención primaria cuya capacidad de absorción disminuye progresivamente, sumado a la tendencia al alza de la cronificación y el envejecimiento de la población, plantean la necesidad de un cambio de paradigma en la configuración de los centros hospitalarios.

La saturación de los profesionales sanitarios y un sistema de salud con una atención primaria cuya capacidad de absorción disminuye progresivamente plantean la necesidad de un cambio de paradigma en la configuración de los centros hospitalarios

En este sentido, muchos de los agentes que operamos en el sistema sanitario debemos contribuir a promover el bienestar sanitario, un concepto que recoge la aportación que los servicios no asistenciales pueden tener en la atención a la salud de los ciudadanos más allá de la actividad estrictamente asistencial. Este concepto incluye la creación de entornos hospitalarios seguros, confortables, eficientes y agradables, orientados a favorecer la salud y el bienestar de los pacientes y los profesionales. Así, las actuaciones no asistenciales, que van desde los servicios de limpieza, restauración o mantenimiento al diseño de los espacios, entre otras, tienen una gran capacidad de influencia en los procesos sanitarios y hospitalarios, constituyendo una parte fundamental de las actividades de apoyo o actividades auxiliares del ámbito asistencial.

Uno de los pilares del bienestar sanitario consiste precisamente en la formación y especialización de los profesionales no asistenciales, un elemento clave para potenciar el desarrollo de la cadena de valor de la salud a través del conocimiento de los diferentes procesos sanitarios en los que estos equipos intervienen, así como del entorno en que desarrollan su actividad, lo que además redunda en una mayor implicación y compromiso.

Gracias a esta especialización, los profesionales no asistenciales pueden ofrecer un mayor soporte a los profesionales sanitarios, aliviando la presión asistencial y, al mismo tiempo, promoviendo una integración de todos los colectivos profesionales dentro de una estrategia conjunta, un factor clave para mejorar la eficiencia de los procesos dentro del centro de salud.

El bienestar sanitario busca contribuir a la transformación del sistema de salud, valiéndose de las últimas aplicaciones tecnológicas para mejorar la operativa asistencial en la que intervienen los servicios no asistenciales

Otra de las piedras angulares de esta nueva forma de concebir los entornos sanitarios es la apuesta por la innovación y la tecnología, herramientas esenciales para la optimización y aceleración de los procesos sanitarios. Así, el bienestar sanitario busca contribuir a la transformación del sistema de salud, valiéndose de las últimas aplicaciones tecnológicas para mejorar la operativa asistencial en la que intervienen los servicios no asistenciales, a través de una mejor coordinación y agilización de ambos servicios, dando como resultado un incremento del valor aportado al paciente.

En concreto, la apuesta por las nuevas tecnologías permite mejorar la seguridad, la evaluación y el control, contribuyendo a la excelencia del sistema de salud, gracias a aplicaciones como el uso de maquinaria para las tareas de limpieza, ya sea convencional o más avanzada, que permite una mayor productividad general del proceso hospitalario, o la implementación de sistemas de gestión de operaciones, que favorezcan la planificación y priorización de las operaciones de mantenimiento, lográndose una trazabilidad plena y los datos necesarios para una mejor toma de decisiones, lo que a su vez resulta en el impulso de espacios sanitarios más seguros y confortables.

El tercer pilar del bienestar sanitario consiste en la humanización de los procesos asistenciales y no asistenciales. En este sentido, hay que señalar que la carga asistencial en España está por encima de la media europea, aumentando hasta un 40% tras la pandemia, cosa que incide directamente en la congestión del sistema y, por tanto, en una asistencia de peor calidad.

La humanización cobra una gran importancia al ser uno de los elementos fundamentales para hacer de la estancia hospitalaria una experiencia lo más amable posible para los pacientes y sus familias

Asimismo, la humanización cobra una gran importancia al ser uno de los elementos fundamentales para hacer de la estancia hospitalaria una experiencia lo más amable posible para los pacientes y sus familias, sobre todo en momentos de incertidumbre e inestabilidad emocional. La humanización debe considerar la aproximación al paciente a través de la empatía, así como mediante un abordaje integral que tenga en cuenta acciones colaborativas entre el paciente y los profesionales, tanto asistenciales como no asistenciales.

Todos estos mecanismos no solo permiten mejorar la atención a la seguridad y la salud emocional de los pacientes, sino también a la de los profesionales que desarrollan su actividad en el hospital, dando lugar a una mejor asistencia hospitalaria y a un ambiente más cercano y amable, lo que reduce el estrés y la sensación de ansiedad. A este respecto, además, la configuración de los diferentes espacios que conforman el centro de salud también influye en una mejora de la experiencia en el hospital, siendo así que la atención al confort acústico de las salas, así como al mantenimiento de una temperatura adecuada, entre otros elementos, favorecen una estancia más humanizada, disminuyendo el desgaste emocional y dando tranquilidad y comodidad tanto a pacientes como a profesionales.

Como último eje del bienestar sanitario cabe mencionar precisamente la importancia del diseño y la gestión de los espacios hospitalarios, que deben ir encaminados a construir entornos sanitarios que protejan la dignidad, privacidad e intimidad, y potencien la salud física, mental y emocional de las personas que se encuentran en el centro sanitario. La arquitectura, por tanto, se erige como un instrumento más de terapia, que permite reducir el estrés del paciente e impulsar la motivación del trabajador.

El bienestar sanitario se presenta como una solución para mejorar, desde los servicios no asistenciales, un sistema sanitario que debe atender a la nueva realidad y a las nuevas necesidades de la ciudadanía

En este contexto, un diseño adecuado de las infraestructuras sanitarias, en el que intervienen equipos multidisciplinares formados por arquitectos, ingenieros y personal asistencial, debe tener en cuenta las consideraciones de pacientes y familiares para mejorar el confort de los espacios. Espacios que ofrezcan las condiciones térmicas y acústicas adecuadas, con un enfoque sostenible, y que funcionalmente respondan a las necesidades de profesionales, pacientes y usuarios.

Asimismo, deben garantizar la seguridad, a través de la diferenciación de los circuitos hospitalarios, definiendo adecuadamente las circulaciones del sucio y el limpio y, por tanto, buscando prevenir el riesgo de transmisión de infecciones nosocomiales. Para esto último, además, deben diseñarse adecuadamente los espacios de aislamiento, con las esclusas necesarias, los sistemas de ventilación idóneos, así como los sistemas de presión positiva o negativa según corresponda (inmunodeprimidos o infecciosos).

Además, la reformulación de estos entornos sanitarios también deberá tener en cuenta el elemento de la naturaleza. Y es que está demostrado que las estancias que disponen de elementos naturales, como luz solar o vegetación, favorecen la recuperación de los pacientes, lo que, a su vez, redunda en una mayor descongestión del sistema de salud. Por todo ello, el bienestar sanitario se presenta como una solución para mejorar, desde los servicios no asistenciales, un sistema sanitario que debe atender a la nueva realidad y a las nuevas necesidades de la ciudadanía, así como anticiparse a futuros escenarios, donde la salud física y emocional del paciente se encuentre en el centro.

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