La sanidad de un gobierno progresista

Una sanidad progresista necesita de un proyecto creíble y sostenible, no solo siglas y declaraciones

Luis de Haro. Director general de iSanidad
La sanidad de un gobierno progresista no la define ningunas siglas, sino una visión integradora para hacerla mejor y más sostenible. La sanidad de un gobierno progresista implica avances tecnológicos, mejoras en la prestación de servicios de salud y enfoques más centrados en el paciente. También tiene que tener en cuenta a los profesionales que la componen. Pacientes, sociedad y profesionales (médicos, enfermeras, farmacéuticos, odontólogos y resto del personal sanitario) necesitan un proyecto de futuro. Se ha acabado el momento de las promesas y las frases grandilocuentes, ahora hacen falta hechos.

La sanidad de un gobierno progresista no la definen ningunas siglas, sino una visión integradora para hacerla mejor y más sostenible

El control de costes y la despolitización son los elementos clave de una sanidad de un gobierno progresista. Después de tantos millones de letras utilizados para explicar la importancia de la equidad no se puede acabar con pacientes de primera y de segunda. La inversión determinará la investigación, y a mayor investigación mejores tratamientos. No solo es cuestión de tecnologías emergentes, la financiación determina cuestiones como inteligencia artificial, telemedicina, medicina personalizada, robótica o telecirugía. Con un mayor presupuesto es más fácil mejorar el diagnóstico, el tratamiento y la gestión de pacientes. La sanidad de las próximas décadas tiene que dedicar gran parte de su esfuerzo a la prevención, promoción de la salud e identificación temprana de factores de riesgo. Se trata de políticas de inversión a largo plazo, que tardan más de una legislatura en dar fruto. El gobierno del progreso tiene que tener miras más largas que los cuatro años de una legislatura, de una presidencia.

Universalidad y equidad en el acceso a la atención médica independiente de la capacidad económica son otros dos pilares básicos. Los conceptos de integración y aprovechamiento de los esfuerzos (de investigación y de inversión) tienen que estar en el horizonte del futuro del sistema. La prestación sanitaria es solo una, y el futuro del sistema debe mejorar la pública y dar cabida a la privada, el futuro pasa por apostar por ambas. La lucha contra las disparidades en salud basadas en factores como la raza, el género, el nivel socioeconómico y la geografía es discriminatorio, del pasado. Apoyar a una comunidad más que a otra es anacrónico, no es el bien común. El futuro pasa por la interoperabilidad, compartir datos de salud entre proveedores de atención médica, hospitales y sistemas de atención médica para garantizar una atención más coordinada y eficiente. También es futuro la medicina basada en la evidencia y no en los intereses, ni políticos ni económicos. Es lo que permitirá un enfoque sostenible en el tiempo y creíble.

El gobierno del progreso tiene que tener miras más largas que los cuatro años de una legislatura, de una presidencia

El programa de la sanidad del futuro tiene que comenzar a evaluar, medir y tomar decisiones. No es una sanidad del futuro la que promete aumentar el salario y la plantilla de los profesionales sanitarios ni reducir la jornada laboral solo en algunas comunidades. Hay que pensar en modo global. Lo que es básico es un proyecto creíble, y de eso no se ha dicho nada en el nuevo Gobierno de coalición.

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