Las pruebas cutáneas intradérmicas permiten obtener mejores resultados con extractos de menor potencia en pacientes con baja sensibilidad

La Dra. Esther Lourdes Pérez González ha explicado en Doryos las ventajas y limitaciones de este tipo de técnica

Pruebas-cutáneas-intradérmicas

Victoria Guillén
Las pruebas cutáneas intradérmicas, también denominadas en intradermorreacción o intracutáneas, consisten en la introducción del antígeno por medio de inyección en la dermis. Esta técnica es más sensible que la prueba intraepidérmica y más reproducible, pero con más falsos positivos. Además, “permite obtener mejores resultados con extractos de menor potencia y en pacientes con baja sensibilidad, como los niños o ancianos”, según ha indicado la Dra. Esther Lourdes Pérez González, médico especialista en Alergología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, en Doryos, una plataforma de conocimiento médico hecha por y para médicos.

Sin embargo, “la sensibilidad de la prueba disminuye según el tiempo transcurrido desde la reacción. Por tanto, un resultado negativo no siempre nos va a descartar alergia y según la sospecha alérgica deberá acompañarse de otras pruebas adicionales”, ha especificado la Dra. Pérez González.

Según la especialista, este tipo de examen se emplea, fundamentalmente, cuando la prueba intraepidérmica es negativa y se sigue sospechando, por la historia clínica, la implicación de un alérgeno, en concreto de medicamentos o veneno de himnópteros. Aunque, “no se utilizan en el estudio de alergia a neumoalérgenos o alimentos”, ha señalado.

Las pruebas cutáneas intradérmicas son más sensibles que las pruebas intraepidérmica y más reproducibles, pero generan más falsos positivos

“Esta prueba consiste en inyectar el extracto de forma intracutánea. Para ello, se emplean agujas de insulina de un solo uso. Se aplican, al igual que las pruebas intraepidérmicas, en la piel de la superficie volar del antebrazo o, en su defecto, en la zona alta de la espalda, manteniendo una separación entre ellas de al menos 3-5 cm. Por otro lado, con la mano libre se estira la piel del antebrazo y una vez eliminado las burbujas de aire de la aguja, se introduce evitando la penetración en lecho capilar subepidérmico, con la jeringa a 45º y el bisel hacia arriba, haciendo un movimiento hacia arriba para coger solo la piel. Seguidamente, una vez con el bisel bajo la piel y sin introducir toda la aguja, se inyecta suavemente el extracto hasta conseguir un habón de unos 2-3 mm de diámetro que equivaldría a unos 0,01 a 0,05 ml. Al igual que en las pruebas intraepidérmicas, se valora la reacción inmediata, que aparece a los 20 minutos”, ha explicado.

Se considera positiva una pápula de al menos 5 mm de diámetro, con un eritema mayor que el control negativo, cifra que para algunos autores puede ser 3 mm. “Si no objetivamos eritema acompañante nos debe hacer dudar de su validez. Además, las respuestas positivas pueden valorarse según escala de King y Norman o, de forma más sencilla, mediante cociente pápula/eritema en relación con histamina”, ha apuntado.

El tamaño de la pápula se valora de 1 a 3 y el del eritema de 4 a 6. La máxima reacción posible es de 3/6 y corresponde a la de histamina. En este sentido, la Dra. Pérez González ha destacado que “este método es muy subjetivo y no se puede emplear para trabajos científicos”.

Este tipo de técnica genera un mayor número de reacciones adversas en comparación con las pruebas intraepidérmicas

Para la Dra.  Pérez González, una de sus principales limitaciones es que “se trata de una técnica más molesta para el paciente”. Además, el número de reacciones adversas es mayor en comparación con las intraepidérmicas. En concreto, las reacciones sistémicas se estiman del 0,03-0,49%. “Se han descrito incluso muertes durante su realización. Por seguridad nunca deben realizarse antes de haber obtenido un resultado negativo en la prueba de prick-test o prick-prick”, ha concluido.

Doryos
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