Dr. Fernando Mugarza, director de desarrollo corporativo y comunicación (Fundación IDIS)
Recientemente hemos podido conocer los resultados de la última oleada del Barómetro Sanitario elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el que, una vez más, da a entender que su objetivo fundamental es comparar la sanidad de titularidad pública con la de titularidad privada.
En mi modesta opinión, siendo usuario de las dos, sin hacer alarde de ser experto en materia estadística y aparte de las consideraciones metodológicas sobre las cuales tengo mi opinión personal (no entiendo cómo se puede preguntar algo a quien no conoce o no tiene información experiencial en primera persona de un servicio prestado, en este caso la sanidad privada) creo que la finalidad de este tipo de ejercicios sociológicos pagados por el erario público deberían tener como objetivo fundamental conocer el estado de situación y evolución de nuestro Sistema Nacional de Salud en este caso, con el fin de mejorar todo aquello que se pueda identificar como deficiente o mejorable.
Son ya muchos años, camino de cuarenta, desde que se promulgó la Ley General de Sanidad de cuyo texto normativo emanan conceptos como el de universalidad, equidad, cohesión, accesibilidad, financiación pública, colaboración, etc. y, pasado ese tiempo, por diferentes motivos y circunstancias, cada una de esas palabras quedan hoy en el apartado del debe, es decir del deber mejorar ostensiblemente puesto que cada una de ellas merecería un análisis pormenorizado aparte.
Este tipo de ejercicios sociológicos pagados por el erario público deberían tener como objetivo fundamental conocer el estado de situación y evolución de nuestro SNS
Todo barómetro sanitario que refiera al Sistema Nacional de Salud creo que tiene que testar y tomar el pulso y las constantes de la población acerca de cómo es su experiencia en todos estos aspectos, bien sea como usuarios del sistema en primera persona o como relacionados, es decir, de una forma directa o indirecta, pero altamente implicada según el grado de familiaridad o proximidad con el paciente.
Qué empeño en confrontar en cada oleada de este Barómetro las dos titularidades cuando ambas son parte de un único sistema en el que se complementan y actúan sinérgicamente; no son alternativa la una de la otra, cada una de ellas tiene unas peculiaridades diferenciales, una idiosincrasia particular y un desempeño y potencial que hacen imprescindible su coexistencia.
En nuestro entorno geográfico la titularidad no es una limitante, sino más bien una oportunidad de encontrar complementariedades y sinergias imprescindibles para avanzar con éxito
Los pacientes somos únicos y los facultativos también, los mismos en uno u otro lado de lo que algunos se empeñan en diferenciar y hacer rivalizar; todos padecemos el mismo tipo de enfermedades y todos los sanitarios (médicos, enfermeras, farmacéuticos, psicólogos, fisioterapeutas, podólogos y un largo etcétera) nos formamos en las mismas facultades. No reconocer esto y tratar de generar rivalidades, barreras y fronteras en vez de soluciones a los problemas nos aleja de lo oportuno y conveniente para afrontar un futuro cargado de enormes retos en materia de salud y sanidad, un porvenir que requiere el esfuerzo conjunto de todos, aplicando todos los recursos disponibles independientemente de quien pueda ostentar su propiedad.
Los pacientes, que lo somos o lo seremos todos en algún momento de nuestra vida, exigimos una atención ágil, pronta, eficaz, segura, de calidad y con resultados tanto cuantitativos en términos de pronóstico y calidad de vida como cualitativos en concepto de grado de satisfacción emocional con la atención recibida. Otra cosa que no pase por algo tan simple y a la vez complejo de alcanzar que conforma las cuadernas y mamparos de todo sistema sanitario y de salud que se precie no tiene lógica ni lugar.
El Barómetro Sanitario debe ser una herramienta para la mejora continua y la colaboración en lugar de para poner el acento en rivalidades innecesarias
Cuando las medidas de satisfacción de los ciudadanos son evaluadas para establecer una competición desenfocada, en mi opinión por motivos difíciles de entender, lo único que se consigue es no poner el empeño en dar solución puntual a todo aquello que o no funciona bien o no discurre adecuadamente, escondiendo por lo tanto la cabeza debajo del ala y no siendo conscientes de los graves problemas y complejidades que afectan en este caso al Sistema Nacional de Salud.
Pensemos en resultados y trabajemos conjuntamente por conseguir los mejores tomando como referencia los países más avanzados en materia de salud y sanidad y aprendamos de ellos; a lo mejor nos damos cuenta de que en nuestro entorno geográfico la titularidad no es una limitante, sino más bien una oportunidad de encontrar complementariedades y sinergias imprescindibles para avanzar con éxito ya hoy y, por supuesto, con la mirada puesta en el futuro. No es bueno perder ni el tiempo ni los recursos en satisfacer vanidades y apriorismos.
En conclusión, el Barómetro Sanitario debe ser una herramienta para la mejora continua y la colaboración en lugar de para poner el acento en rivalidades innecesarias. Trabajar juntos por soluciones puntuales y centrarnos en resultados tangibles nos permitirá avanzar de manera efectiva en el complejo entorno de la salud y la sanidad.