La soledad no deseada constituye “un auténtico problema de salud pública” en España

El Hospital Fundación Jiménez Díaz (FJD) organizó un debate sobre las implicaciones de la soledad no deseada en la salud física y metal de las personas

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Redacción
Datos del INE de 2020 que apuntan a que cerca de cinco millones de personas viven solas en España, un 2% más que en 2019. De ellas, más de 2,1 millones son mayores de 65 años, y la mayoría, siete de cada diez, son mujeres. Pero la soledad, cuando es no deseada, puede ser un problema que, además, no solo afecta a personas mayores.

“La realidad nos demuestra que vivimos en una sociedad aislante, en la que la soledad no deseada es una experiencia negativa que supone una deriva del envejecimiento y constituye un auténtico problema de salud pública que, además, no es patrimonio únicamente de las personas mayores, ya que la franja de incidencia va desde antes de los 25 y después de los 65 años”. Así dibuja la situación Aurora Herraiz, directora de Resposabilidad Social Corporativa del Hospital Fundación Jiménez Díaz (FJD) de Madrid, durante un nuevo debate de Salud, Personas y Sociedad. FJD Talks, dedicado a la soledad no deseada, bajo el título Conexiones perdidas en un mundo conectado.

La soledad no deseada es una “nueva pandemia silenciosa del primer mundo, que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados”

La soledad es uno de los retos sociales y sanitarios de importancia creciente a los que se enfrentan las sociedades occidentales actuales y constituye una nueva pandemia silenciosa del primer mundo, que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados”, afirmó la Dra. Ana Isabel Hormigo, especialista en Geriatría de la Fundación Jiménez Díaz.

El envejecimiento de la población, las nuevas formas de convivencia, los cambios en los modelos de familia y de los valores como sociedad, ofrecen una realidad cada vez más compleja que contribuyen a la magnitud de este nuevo reto, añadió, considerando que el hecho de vivir “en un mundo cada vez más hiperconectado a nivel digital, con redes sociales liquidas, no favorece, además, las relaciones interpersonales individuales”, señalaron los expertos que participaron en el debate.

¿Qué se considera soledad no deseada?

La definición del problema no es sencilla. Para la Dra. Hormigo se trata de “la percepción de que las relaciones interpersonales que mantenemos son insuficientes o que no son de la calidad o intensidad que desearíamos que fueran. Es involuntaria, no se escoge, sino que se impone a pesar de nuestra voluntad y perdura en el tiempo, pudiendo afectar a nuestro bienestar y estado de salud”.

Dra. Hormigo: “La soledad no deseada se impone a pesar de nuestra voluntad y perdura en el tiempo, pudiendo afectar a nuestro bienestar y estado de salud”

La geriatra señaló que es un problema que “no tiene edad, ni género, sino que afecta a jóvenes y mayores, personas con discapacidad y migrantes, entre otros; y puede aparecer a raíz de experiencias vitales como una pérdida, fallecimientos de un ser querido, desempleo, rupturas o situaciones de dependencia o vitales estresantes”.

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¿Qué efectos tiene en la salud?

La salud no deseada tiene efectos en la salud de quienes la sufren. Los participantes en el debate advirtieron de que puede aumentar el cortisol y reducir la capacidad del sistema inmunológico, lo que a la larga supone un deterioro cognitivo. Puede afectar a las rutinas de autocuidado y generar sedentarismo, tabaquismo, dieta poco sana u horarios desajustados. Y tiene un impacto negativo en la salud mental, en forma de tristeza, ansiedad y depresión.

Los efectos de la soledad no deseada en la salud van desde deterioro cognitivo a pérdidas de rutinas de autocuidado y puede generar ansiedad y depresión

Tambien puede aumentar el riesgo de sufrir patologías físicas, como la hipertensión y la enfermedad cardiovascular, y enfermedades mentales graves, como la demencia, con los consecuentes efectos en cuanto a tratamiento médico, ya que, en palabras de Sacramento Pinazo-Hernandis, coordinadora de la Comisión de Soledad de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) y profesora de Psicología Social en la Universidad de Valencia, “nuestra sociedad medicaliza mucho los problemas emocionales”.

Unas consecuencias sobre la salud física y mental que, de nuevo, se agravan en las personas mayores, incluyendo el aislamiento social y emocional, la depresión y ansiedad, el riesgo de demencia y deterioro cognitivo, la mayor incidencia de enfermedades crónicas, un aumento de la mortalidad, mayor declive físico y funcional, más estrés y deterioro del bienestar psicológico, problemas cardiovasculares, empeoramiento de hábitos saludables y mayor riesgo de caídas, ingresos hospitalarios, fragilidad, institucionalización y atención domiciliaria, que se suman al aumento del uso de servicios de atención médica derivados de todo lo anterior.

En las personas mayores se suma el riesgo de demencia, mayor incidencia de enfermedades crónicas, mayor declive físico y funcional y aumento de la mortalidad

Ahondando en los factores de riesgo de la soledad no deseada, los participantes en el debate señalaron también el estilo de vida en grandes ciudades y las redes sociales virtuales, a los que, en el caso de las personas mayores, se añaden otros como la pérdida de seres queridos, cambios en la salud, viviendas aisladas, falta de familia cercana, discapacidad y baja renta.

¿Como abordar este problema?

Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Garrigues y presidente de honor de España con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), hizo hincapié en “la necesidad de diseñar un abordaje integral, que aúne esfuerzos institucionales, siguiendo ejemplos como el de Japón o Reino Unido, donde existe ministerios de la soledad que permiten dedicar recursos y poner en marcha acciones concretas en este ámbito”. Pinazo-Hernandis cree que “hace falta ahondar en educación, sensibilización e información en la población sobre los factores de riesgo, para conocerlos y así poder prevenirlos”.

Garrigues Walker: “Es necesario diseñar un abordaje integral que aúne esfuerzos institucionales”

Y es que, recordaron, este abordaje tiene un elevado retorno social en términos de reducción de servicios de atención y tratamiento de los problemas de salud derivados que se pueden prevenir con un esfuerzo en recursos sociosanitarios con enfoque comunitario, centrados en estrategias como el ejercicio, la nutrición o promover actividades comunitarias, entre otras.

Más concretamente, y de nuevo en el colectivo de las personas mayores, en las que este problema tiene consecuencias adicionales, la prevención de la soledad no deseada puede pasar por fomentar la participación social y la conexión con la familia más cercana y amigos, proporcionar servicios de atención domiciliaria, establecer programas de visitas regulares, diseñar estrategias basadas en la tecnología (videollamadas, redes sociales adecuadamente dirigidas), establecer terapias individuales o grupales, promover el ejercicio y la actividad física, favorecer la adopción de animales de compañía y facilitar el establecimiento de comunidades y hogares inclusivos, concluyeron los participantes en el debate.

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