Redacción
La enfermedad renal crónica (ERC) suele debutar de una manera silenciosa y asintomática. Esto supone un problema a la hora de diagnosticar la enfermedad y, de hecho, existe un elevado infradiagnóstico, “que llega a ser de hasta un 85% para el estadio III de la ERC”, afirma el Dr. Alexis Arjona, médico especialista en medicina familiar y comunitaria del Centro de Salud de Talaván, en Cáceres.
Ese inicio silente de la patología hace necesaria una detección precoz para iniciar, cuanto antes, el tratamiento de la ERC, si es necesario, así como para ajustar el de otras comorbilidades asociadas, como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y la insuficiencia cardiaca. En opinión del Dr. Arjona, “la mayoría de los diagnósticos de ERC se deberían realizar en las consultas de atención primaria (AP)”, ya que cuentan con diferentes métodos para ello. “Tenemos a nuestra disposición herramientas fiables y la formación necesaria para detectar la mayoría de los casos de ERC”, añade el médico de familia.
Por otro lado, en las fases leves y moderadas de la ERC apenas hay síntomas y, en estadios avanzados, “son pocos los signos y síntomas que la acompañan”, explica el Dr. Jesús Emilio Sánchez, jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Cabueñes, en Gijón. Asimismo, muchos de estos síntomas son inespecíficos, como el cansancio, la falta de apetito, náuseas, picor, calambres y edemas en zonas declives, entre otros. Por ello, el nefrólogo insiste en que los profesionales sanitarios y, especialmente, los médicos de AP “deben buscar proactivamente el diagnóstico de la ERC”.
En este sentido, las personas más susceptibles de desarrollar ERC son “los mayores de 60 años y aquellos que sufren diabetes, hipertensión arterial, dislipemia, hiperuricemia, infecciones urinarias de repetición, aquellos que consumen muchos fármacos, especialmente si toman antiinflamatorios no esteroideos o si son obesos o tienen antecedentes familiares de enfermedad renal”, detalla el Dr. Sánchez.
Por ello, recuerda que sin un diagnóstico establecido “no se implementarán medidas para retrasar la progresión de la enfermedad y más pacientes alcanzarán fases avanzadas de la ERC, por lo que requerirán terapias sustitutivas de la función renal”. Así, cuanto antes se inicie el tratamiento, mayor será el beneficio a la hora de retrasar el avance de la ERC y se puede evitar llegar a necesitar diálisis o trasplante”.
“La interrelación entre la ERC, la enfermedad cardiovascular y los trastornos metabólicos hace que el enfoque multidisciplinario sea esencial. La prevención y el control de la diabetes son vitales, ya que es la causa más común de ERC en España. La colaboración entre especialistas y médicos de familia es fundamental para abordar esta compleja enfermedad de manera integral”, señala el Dr. Ángel Trueba, portavoz médico de la Alianza Boehringer Ingelheim y Lilly.
Síndrome cardiorrenal metabólico
La ERC se considera ya un problema de salud pública en el que “los médicos de familia desempeñamos un papel fundamental para evitar el aumento de la morbilidad cardiovascular que se asocia al deterioro progresivo de la función renal”, asegura el Dr. Arjona. Ante esta situación, los médicos de familia han interiorizado, en los últimos años, el concepto de síndrome cardiorrenal metabólico. En este “se observa una clara interrelación entre la enfermedad renal, cardiovascular y trastornos metabólicos, que en muchos casos requerirán un abordaje multidisciplinar”, comenta el médico de familia.
En esta línea, el Dr. Sánchez recuerda que “muchas de las personas que sufren diabetes desconocen que esta patología puede condicionar un deterioro de la función renal, por lo que debería hacerse un despistaje de esta dolencia y establecer estrategias encaminadas a retrasar la progresión de la ERC”. También asegura que es importante realizar una prevención primaria “tratando de abordar la repercusión que la diabetes tiene en los distintos órganos del cuerpo humano”.
No hay que olvidar que, en España, la diabetes es la causa más frecuente de ERC, como demuestra el Registro de Enfermos Renales Crónicos (REER) de la Sociedad Española de Nefrología. “Las siguientes causas más frecuentes son la hipertensión arterial, las glomerulonefritis y enfermedades genéticas como la poliquistosis hepato-renal”, detalla el nefrólogo.
Factores de riesgo comunes entre IC e IR
La insuficiencia cardíaca (IC) y la insuficiencia renal (IR) comparten factores de riesgo comunes, como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la obesidad o la inactividad. Estos factores confluyen a lo largo de la vida del paciente, “de manera que la IC y la IR se van desarrollando de manera silente, durante años, hasta llegar a la enfermedad activa que normalmente suele ser concomitante”, señala el Dr. Miguel Camafort, médico internista del Hospital Clinic de Barcelona e investigador asociado en el Ciber de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (Ciber OBN).
Por ello, el principal riesgo es que “la aparición concomitante de ambas situaciones implica un aumento del riesgo de muerte y hospitalización debida a estas enfermedades”, advierte el internista. Con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes con esta situación clínica compleja, el Dr. Camafort recomienda llevar a cabo “una valoración adecuada de la situación cardíaca y renal en pacientes que presenten situaciones en las que ambas enfermedades puedan aparecer de forma simultánea”.
Además, este especialista considera que debe establecerse un tratamiento “que aborde preferentemente ambas situaciones de forma concomitante, con terapias que mejoren el pronóstico y la evolución tanto de la insuficiencia cardíaca como de la insuficiencia renal”, al tiempo que recuerda que debe buscarse “un equilibrio” entre los efectos beneficiosos y perjudiciales del tratamiento en una y otra enfermedad.
Tratamientos de mejora de la ERC
En cuanto a los tratamientos, la reciente incorporación de los inhibidores del cotransportador sodio glucosa tipo 2 (SGLT2) “va a suponer un cambio de paradigma del tratamiento de la ERC, merced a sus importantes efectos sobre el riñón, que se suman a su contribución en el control de la diabetes y al tratamiento de la insuficiencia cardiaca, tanto con fracción de eyección reducida como preservada”, indica el Dr. Sánchez.
Uno de los problemas habituales que debían afrontar los facultativos con respecto al tratamiento de la ERC era el hecho de que el tratamiento adecuado de la insuficiencia cardíaca produce, de alguna manera, un deterioro de la función renal. Para el Dr. Arjona, la buena noticia es que hoy en día “disponemos de nuevos tratamientos que son capaces de mejorar el pronóstico de la ERC, incluso en el contexto de un síndrome cardiorrenal metabólico”. Desde el punto de vista de la atención primaria, este médico de familia destaca que se encuentran “en un lugar privilegiado para pautar ese tratamiento y realizar un seguimiento longitudinal de todos los pacientes”.