Cuánto daño colectivo podría causar una medida injustificada

Javier García Alegría, presidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme)

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Anuario iSanidad 2023
Javier García Alegría Presidente de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme)
La formación de médicos especialistas en España, conocido como sistema MIR (Médico Interno Residente), se inició en 1978 poco después del cambio democrático. Fue el resultado de una evolución radical en la sociedad y del liderazgo de algunos médicos visionarios que deseaban mejorar la atención sanitaria. Su implantación generalizada ha sido una de las reformas sanitarias más transformadoras introducidas en nuestro país y que más ha contribuido a elevar la calidad y la excelencia de la atención médica. Además, es un elemento de prestigio nacional que se ha llegado a plantear como un modelo para otras profesiones, e incluso a nivel internacional con países que han imitado el sistema y que aportan anualmente miles de candidatos al examen.

Los frutos obtenidos por la Formación Sanitaria Especializada (FSE) y su impacto en la sociedad son más evidentes cuando se comparan con el sistema previo, el cual era fragmentado, dependiente de instituciones y hospitales locales y con procedimientos de acceso desconocidos, discrecionales o arbitrarios. Los médicos especialistas formados en España son considerados internacionalmente y acceden con facilidad a trabajos en los países comunitarios y extracomunitarios. El sistema español de formación de médicos especialistas tiene unos fundamentos muy sólidos y se basa en los siguientes pilares: el Consejo Nacional de Especialidades Médicas y las Comisiones Nacionales de cada especialidad, los programas formativos de las especialidades, la acreditación de hospitales y servicios clínicos, un sistema de selección de candidatos basado en un examen único competitivo a nivel nacional y un método de evaluación del residente común preestablecido.

Descentralizar el MIR provocaría que coexistieran programas de formación diferentes, ya que cada comunidad tendría el suyo

Los resultados de las últimas elecciones generales han requerido la confluencia de múltiples formaciones políticas para formar Gobierno y esto ha dado protagonismo a las reivindicaciones de múltiples grupos nacionalistas o minoritarios, entre ellas la propuesta de fragmentación del sistema MIR. Para desmontar un sistema asentado, reconocido por la profesión, que ha demostrado durante décadas unos resultados excelentes y que es admirado en otros países, hay que tener una razones muy sólidas y fundamentadas.

No sabemos qué problemas importantes pretenden resolver los grupos políticos que hacen esta propuesta (pues no los han descrito en detalle), pero son bastante evidentes los problemas que se generarían: inequidad, desigualdad territorial entre individuos, heterogeneidad en los criterios de selección, complejidad organizativa, mayores costes directos e indirectos para los candidatos, imposibilidad de planificación nacional del número de plazas convocadas para cada especialidad, desconcierto y confusión de los candidatos y muy probablemente un mayor número de las plazas no cubiertas y/o de los abandonos una vez obtenida una plaza si se obtiene otra en una CCAA diferente.

Descentralizar el MIR provocaría que coexistieran programas de formación diferentes, ya que cada comunidad tendría el suyo. Se generarían diferencias en los sistemas de evaluación, dando lugar a que la nota final de un residente podría ser diferente dependiendo de la comunidad autónoma donde se hubiera formado. Además, habría variaciones en los criterios de acreditación de unidades docentes, lo que podría implicar formar un mayor número por motivos asistenciales, aunque los centros o los médicos en formación no reuniera las condiciones necesarias para ello.

Los médicos especialistas formados en España son considerados internacionalmente y acceden con facilidad a trabajos en los países comunitarios y extracomunitarios.

Estas consecuencias afectarían tanto a los médicos especialistas como a los centros docentes, y por extensión a todo el sistema sanitario. Por lo tanto, terminaría afectando también a los pacientes, destinatarios últimos del mismo, con una pérdida de confianza en el sistema ¡Cuánto daño colectivo podría causar una medida injustificada! En ese sentido, la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme) ha manifestado el rechazo absoluto de la profesión médica a esta posible transferencia competencial que pondría fin a un modelo de éxito que lleva instaurado más de cuatro décadas. Por ello, Facme insta a las autoridades responsables a considerar las graves implicaciones de esta propuesta y a dialogar con todos los actores relevantes, incluyendo a los profesionales médicos, para preservar la calidad y la equidad en la formación especializada de los médicos en España.

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