Redacción
“El bruxismo no es el trastorno, puede ser un signo de un trastorno subyacente. El desafío futuro será identificar un número de trastornos potenciales que presentan bruxismo en diferentes formas como una señal”. Así lo aseguró Daniele Manfredini en el I Simposio internacional de bruxismo, organizado por la Sociedad Española de Disfunción Craneomandibular y Dolor Orofacial (Sedcydo), durante su ponencia Actualización en bruxismo, definición, y evaluación: impacto en la práctica clínica.
Manfredini es el presidente del Grupo de Estudio Italiano sobre Dolor Orofacial y Trastornos Temporomandibulares (GSID) y director del Máster internacional de dolor orofacial de la Universidad de Siena. Por tanto, es un referente mundial en bruxismo y trastornos temporomandibulares que combina la vertiente clínica con su labor docente. En total, ha publicado más de 300 artículos en este campo en revistas científicas con factor de impacto, siendo uno de los autores más citados internacionalmente. “Fenotipar las actividades del bruxismo es clave para futuros estudios”, asegura.
Según resaltó, el bruxismo no es una entidad única y tiene una etiología multifactorial. Su origen no tiene que ver con la oclusión dental y el principal factor es la sensibilidad individual de cada paciente al estrés. Además, no es un trastorno, sino un signo que depende de algo más y su significado clínico es desafiante. “El bruxismo es un tema candente. El número de publicaciones sobre bruxismo ha aumentado hasta 60 veces en los últimos 30 años y sigue incrementándose muy rápidamente”, señaló.
Daniel Manfredini señaló que fenotipar las actividades del bruxismo es clave para futuros estudios
En su opinión, el desafío real es entender que ocurre con la actividad muscular. “Estamos viendo dos tipos diferentes de actividad bruxista. Hay una gran diferencia entre rechinar los dientes y apretar los músculos mandibulares durante horas en el sueño. No tenemos criterio para medir este tipo de actividad, lo que supone un problema muy grande”, afirmó.
Además, recordó que el bruxismo puede ser un posible indicador de trastornos más profundos o enfermedades subyacentes. Manfredini indicó que el consenso del año 2013 fue un momento importante en la evolución de esta afección. “El bruxismo se definió no solo como una actividad mandibular y muscular caracterizada por el rechinamiento y apretar la mandíbula, sino para intentar entender las consecuencias de esta actividad”. Según este experto, uno de los problemas de los clínicos es otorgar mucha importancia a lo que hacen los pacientes durante el sueño.
Basándose en una actualización del consenso en 2018, explicó que se realizó una encuesta para preguntar cuando el bruxismo era un trastorno y la interpretación de expertos catedráticos de todo el mundo era completamente diferente. El consenso sobre las definiciones de bruxismo durante el sueño y el estado de vigilia precisó que el bruxismo es un término general para indicar un grupo de diferentes actividades de los músculos de la mandíbula durante el sueño o la vigilia. Además, matizó que diferentes actividades de los músculos de la mandíbula pueden dar lugar a diferentes comportamientos motores, expresados con o sin contacto con los dientes.
Manfredini también afirmó que una cierta cantidad de actividades de bruxismo pueden ser psicológicas, mientras que el bruxismo adicional puede estar asociado o ser un signo de una condición o trastorno subyacente. Finalmente, el consenso indicaba que el bruxismo puede ser inofensivo, tener consecuencias clínicas negativas y, en ocasiones, potencialmente positivas. “Hay mucho trabajo por delante en el bruxismo, ya que es un campo inexplorado hasta cierto punto. Representa aspectos muy difíciles para los dentistas y tenemos que centrarnos en su análisis y estudio”, precisó.
Medir el bruxismo de forma completa, un desafío
Daniele Manfredini señaló que “el desafío principal es medir el bruxismo de forma completa”. El consenso concluyó que no había un sistema preparado que permitiera medir el trabajo muscular y dio lugar a un nuevo debate. “Debemos empezar a mediar el bruxismo durante 24 horas para analizarlo”. En este sentido, Manfredini habló sobre una herramienta estandarizada para la evaluación del bruxismo denominada STAB. “Tenemos que encontrar los mejores enlaces que unen la información de la que ya disponemos sobre las potenciales consecuencias clínicas y los factores asociados o responsables de ese bruxismo”, manifestó.
Este instrumento fue desarrollado para proporcionar una evaluación multidimensional del estado del bruxismo, comorbilidades, etiología y consecuencias. La herramienta consta de dos ejes, específicamente dedicados a la evaluación del estado y las consecuencias del bruxismo (eje A) y del riesgo de bruxismo y factores etiológicos y condiciones comórbidas (eje B), e incluye 14 dominios, que representan un total de 66 elementos. La herramienta ayudará a recopilar datos sobre el bruxismo y prevé que tendrá un impacto en varios campos clínicos y de investigación.