Redacción
La Asociación de Enfermería Familiar y Comunitaria de Cataluña (AIFiCC) ha alertado de un crecimiento del 75% de las agresiones a enfermeras desde el año 2019 a 2022. En concreto, en este periodo de tiempo se han incrementado en 1.108 las agresiones a enfermeras, pasando de 1.472 a las 2.580. Además, desde AIFiCC alertan que “la tasa de notificaciones de agresiones a la atención primaria es 3,85 veces superior a la tasa de atención hospitalaria“, según datos del Observatorio Nacional de Agresiones del Consejo General de Enfermería (CGE).
Los profesionales sanitarios reciben la mayoría de las agresiones en visitas espontáneas o de urgencia
En este contexto, desde la Asociación se promovió el estudio Violencia de los usuarios a los profesionales sanitarios de los centros de atención primaria, dirigido por Mariona Molina, enfermera de la AIFiCC. “El objetivo ha sido estimar la prevalencia y frecuencia de violencia física y no física de baja-moderada y alta intensidad de los usuarios de atención primaria a los profesionales de enfermería y medicina y relacionarlo con el tipo de consulta: programada, domiciliaria, espontánea, puesto que el incremento de agresiones a los profesionales sanitarios nos preocupa”, explica.
Del total de participantes, el 85,3% son mujeres y el 14,7% hombres y en relación con la categoría profesional el 48,5% son enfermeras. Destaca que un 79,4% de los participantes refiere haber sufrido más actitudes violentas en el contexto de la consulta espontánea o de urgencia en el centro frente al 20,6% que refiere mayor número de incidentes a la consulta programada en el centro.
En cambio, en el ámbito domiciliario, ningún profesional sanitario refiere haber sufrido actitud violenta alguna. Igualmente, tampoco ningún médico ni enfermera han sufrido ningún daño físico grave (fractura ósea, daño interno, laceraciones profundas). Solo el 4,4% dice haber recibido alguna vez al año alguna agresión leve (rasguño, contusión, esguince) por parte de un usuario.
La principal queja es el enfado por la demora asistencial, una situación que se produce por la alta demanda asistencial y la falta de enfermeras
El 100% de los participantes ha referido haber sufrido al menos anualmente alguna actitud violenta de baja-moderada intensidad. Las actitudes violentas de baja-moderada intensidad más prevalente son las actitudes no físicas, siendo las más frecuentes el enfado por la demora asistencial y por no estar de acuerdo con las decisiones del profesional sanitario. Habitualmente este enfado se expresa con elevación de la voz y queja.
“Los resultados muestran que los profesionales reciben actitudes violentas por parte de los usuarios y la mayoría en visitas espontáneas o de urgencia, y las actitudes más frecuentes son las no físicas destacando el enfado por la demora asistencial, una situación que seguramente viene dada por la alta demanda asistencial y la falta de enfermeras”. Asimismo, la enfermera destaca que “la violencia laboral es una realidad y los profesionales un colectivo de riesgo. Entendemos que con este estudio podremos analizar si son necesarias políticas de prevención más efectivas“.