Victoria Guillén
Jennifer Casado (Fotografías)
El consumo de drogas entre los adolescentes ha aumentado en los últimos años. De hecho, un 28,6% de los jóvenes de entre 14 y 18 años ha probado el cannabis alguna vez en su vida. Se trata de una de las sustancias más utilizadas entre los adolescentes españoles, según datos de la encuesta Estudes realizada por el Ministerio de Sanidad. En este sentido, médicos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) alertan que el cannabis se asocia a efectos dañinos graves como trastornos cardíacos, enfermedades broncopulmonares, cáncer y enfermedades psiquiátricas aumentando cinco veces el riesgo de desarrollar psicosis.
“El consumo de cannabis en la adolescencia altera el desarrollo del sistema nervioso central e impacta en la aparición de un trastorno psicótico”, ha manifestado la Dra. Francina Fonseca, psiquiatra especializada en adicciones en el Hospital del Mar (Barcelona), en una entrevista con iSanidad. Además, ha añadido que “las personas que tardan más tiempo en tratar la sintomatología psicótica acaban teniendo mayores recaídas, un peor funcionamiento y alteraciones cognitivas más graves”.
El cannabis aumenta cinco veces el riesgo de desarrollar psicosis
El comienzo de la sintomatología psicótica suele producirse en la adolescencia ¿hasta qué punto es importante un diagnóstico temprano?
Es esencial. La duración de la psicosis no tratada, que es el tiempo entre que aparecen los primeros síntomas hasta que se trata un episodio psicótico, marca el pronóstico, gravedad y probabilidad de que este episodio psicótico acabe o no convirtiéndose en una esquizofrenia o en un trastorno psicótico crónico. Se ha visto que las personas que tardan más tiempo en tratarse acaban teniendo más recaídas, un peor funcionamiento y alteraciones cognitivas más graves.
Uno de los principales problemas en España es que la edad de consumo de cannabis se ha adelantado ¿cómo impacta esta droga o el consumo de otras sustancias en el desarrollo de un trastorno psicótico?
Recientemente, se ha publicado un metaanálisis de diferentes estudios sobre los efectos del cannabis y analizando todos estos estudios se ha visto que el consumo de cannabis predice una mayor probabilidad de desarrollar episodios psicóticos. Como el consumo de esta sustancia se realiza cada vez a edades más tempranas, alrededor de los 14 o 15 años, también los episodios psicóticos empiezan en la adolescencia, un periodo en el que el sistema nervioso central está madurando. Por tanto, el consumo de drogas en estas edades altera el desarrollo del sistema nervioso central e impacta en la aparición de un trastorno psicótico.
Afortunadamente, la relación cannabis-psicosis no es claramente directa, ya que si fuera una relación causa-efecto tendríamos una prevalencia muy elevada de trastornos psicóticos. Sin embargo, existen factores que predisponen a desarrollar este tipo de trastornos como los rasgos genéticos, problemas medioambientales, experiencias tempranas traumáticas, entre otros. Además, el consumo de cannabis hace que estos factores se potencien y, por tanto, hay una mayor probabilidad de que aparezca un trastorno psicótico.
“La duración de la psicosis no tratada marca el pronóstico, gravedad y probabilidad de desarrollar una esquizofrenia o un trastorno psicótico crónico”
¿Podríamos decir que las personas que consumen cannabis tienen mayor predisposición a desarrollar una psicosis?
No únicamente. Ya hay una predisposición previa a desarrollar una psicosis, probablemente de base, que sin el consumo de cannabis podría no haberse manifestado. Es decir, es un factor que potencia otros problemas que la persona ya tenía previamente.
¿Cuál es la diferencia entre un trastorno psicótico causado por este consumo de cannabis y el causado por otros factores?
A nivel de sintomatología son indistinguibles, ya que aparecen los mismos síntomas de tipo positivo como la ideación delirante, alucinaciones… La persona está más desmotivada y presenta una clínica más depresiva. Pero, en la evolución del trastorno sí que se ven diferencias. Se ha observado que las personas con un trastorno psicótico que consumen sustancias desarrollan trastornos más graves. Además, estos pacientes hacen un mayor uso de los servicios de urgencias, presentan mayor ideación autolítica y tentativa de suicidio; así como una menor satisfacción y están más expuestos a situaciones de violencia, sobre todo las mujeres.
En la actualidad, ¿hasta qué punto existe suficiente información en relación al cannabis y sus posibles efectos?
Tenemos varias contrapartidas. Por un lado, existe información cada vez más contundente y clara sobre los efectos perjudiciales del cannabis en la maduración del sistema nervioso central. También, se han desarrollado investigaciones sobre sus posibles efectos en el desarrollo del feto y partos prematuros; así como los efectos negativos de esta sustancia en el aprendizaje como dificultades en la memoria. Además, la intoxicación por cannabis también está muy asociada a accidentes de tráfico mortales.
“Un correcto tratamiento farmacológico, psicológico y rehabilitador a nivel social permite a las personas con trastorno dual una óptima calidad de vida”
Sin embargo, por otro lado, hay otra contrainformación que le da al cannabis una pátina de sustancia natural y curativa. De hecho, en algunos países se ha aprobado como cannabis terapéutico, generando una falsa sensación de que es una sustancia beneficiosa. Es decir, que el cannabis o algún compuesto derivado tienen propiedades terapéuticas en determinadas patologías, síntomas o enfermedades, pero no es curativo per se. Como todos los fármacos y sustancias, el cannabis produce efectos secundarios que hay que tener en cuenta y a veces la información que llega al público está sesgada hacia los efectos beneficiosos.
¿Hasta qué punto una persona con un trastorno dual puede llevar una óptima calidad de vida y funcionalidad? ¿hasta qué punto el sistema sanitario está preparado para atender a estas personas?
Depende del grado de gravedad de la enfermedad, ya que hay personas con un trastorno psicótico que podrán ser mucho más funcionales que otras. Sin embargo, sabemos que si combinamos correctamente tratamientos farmacológicos, psicológicos y rehabilitadores a nivel social estas personas podrán llevar una vida lo más autónoma posible.
Cada vez más, en determinadas áreas de nuestro país se están desarrollando los llamados equipos para tratamiento de primeros episodios psicóticos. Son unos equipos muy especializados que ofrecen un tratamiento global e integral desde el primer momento en el que se manifiesta la enfermedad. Es importante tratar el trastorno psicótico con todas las evidencias disponibles actualmente, pero no nos podemos olvidar de tratar de forma concomitante el consumo de sustancias. Este punto es esencial porque si no tratamos estos dos problemas no irá bien ninguno.
A la hora de planificar tratamientos, también debemos tener en cuenta los condicionantes sociales de las enfermedades como la situación socioeconómica, la alimentación, la educación, etc. Es importante tener en cuenta los determinantes sociales en la salud física y mental de las personas, pero actualmente los departamentos de salud y los de servicios sociales no están del todo bien integrados.
“La sociedad considera las enfermedades mentales como patologías a las que hay que tener miedo”
Enfermedades como la esquizofrenia, están hoy muy estigmatizadas a nivel social. ¿hasta qué punto esto también es una barrera para un diagnóstico precoz?
Es muy importante para el diagnóstico y el acceso al tratamiento. Todavía tenemos un estigma a nivel público. La sociedad considera las enfermedades mentales como patologías a las que hay que tener miedo. Además, las personas que sufren una enfermedad mental como la psicosis, en general, están consideradas como personas agresivas o con reacciones hostiles y esto genera miedo.
Por otro lado, encontramos el estigma estructural o institucional. Los propios profesionales sanitarios o instituciones también pueden tener estigma hacia la enfermedad mental. En determinados servicios hospitalarios o centros, las personas con un trastorno mental no reciben el mismo trato que las personas que no tienen la enfermedad. Este estigma a nivel público o institucional acaba calando en las propias personas que ya tienen la enfermedad mental. De hecho, según la opinión pública, las personas que tienen una enfermedad mental no pueden ser autónomas, no pueden ejercer sus derechos ni son competentes.
Esta información va calando en los afectados y hace que tengan un comportamiento que al final acaba dando la razón a este estigma, cuando no debería ser así. La propia persona acaba creyendo en estos estereotipos, repercutiendo en su autoestima y en la búsqueda de ayuda. En muchas ocasiones, la vergüenza por tener un familiar afectado por una enfermedad mental o por un consumo de sustancias hace que se oculte, que no se busque el tratamiento. Todavía existen barreras para acceder y ofrecer tratamiento.
“Los equipos para tratamiento de primeros episodios psicóticos ofrecen un tratamiento global e integral desde el primer momento en el que se manifiesta la enfermedad”
¿Qué otras barreras existen también para diagnosticar la enfermedad?
Disponer de sistemas de detección en diferentes niveles. Necesitamos que las personas con este tipo de diagnóstico puedan ser diagnosticadas precozmente. Otra barrera importante es el género. Si hay estigma en salud mental y adicciones en hombres, en mujeres este estigma todavía es mucho mayor porque no cumplen con los mandatos de género. La mujer que consume, por ejemplo, se valora como mala madre. Este colectivo todavía tiene más dificultades para acceder al tratamiento. Este estigma hace que los familiares no les den tanto apoyo. Cuando un hombre acude a tratamiento viene siempre acompañado por una madre, hija, hermana o por una mujer.
Sin embargo, en muchas ocasiones las mujeres que acuden a tratamiento lo hacen en contra de la opinión de los familiares o con dificultades de conciliación familiar. El rol de cuidadora y trabajadora dificulta que la persona pueda acceder a los servicios de salud por los horarios, ya que son unos horarios muy incompatibles con el trabajo o el cuidado de los hijos y de la familia. Esto son barreras adicionales muy importantes.
En cuanto a la adherencia al tratamiento, ¿cómo influye la autoestima que tienen los pacientes?
Si el paciente no conoce que es una enfermedad y considera que es una mala persona puede provocar que no cumpla bien el tratamiento. Los trastornos mentales y la adicción son como la diabetes y la hipertensión, enfermedades que requieren un tratamiento farmacológico y cambios en el estilo de vida. Sin embargo, todavía seguimos luchando para que a los pacientes con trastornos mentales y adicciones se les considere personas enfermas, ya que no son culpables de su enfermedad.
El consumo de drogas o sustancias adictivas es otro factor que implica menor cumplimiento terapéutico. Las personas que tienen un trastorno psicótico y consumen cumplen peor los tratamientos. Por ello, es necesario que desarrollemos tratamientos más atractivos y accesibles. Los pacientes más graves son los que más ayuda necesitan, pero algunas veces se les ponen barreras y acaban siendo los más excluidos de los tratamientos y los dispositivos.
“Todavía seguimos luchando para que a los pacientes con trastornos mentales y adicciones se les considere personas enfermas y no culpables de su enfermedad”
¿Hasta qué punto son eficaces las campañas de concienciación en la prevención de la psicosis y los trastornos mentales?
Las campañas de prevención a nivel de población son muy generales, aunque es importante tener información y que esté disponible para todos. Sin embargo, es fundamental ser específico y directo, sobre todo, en las poblaciones de mayor riesgo porque una campaña de prevención a nivel global tiene poco impacto. Una charla en clase sobre el consumo de sustancias, trastornos psiquiátricos y psicóticos no tiene mucho impacto en los adolescentes.
Sin embargo, es fundamental realizar un trabajo que incluya un seguimiento durante el curso que implique a las familias a la hora de detectar consumos o síntomas y que, además, ofrezca otras alternativas. Necesitamos desarrollar campañas de prevención muy específicas para aquellos jóvenes que presenten factores de riesgo con un seguimiento mucho más cercano que nos permita detectar precozmente el problema.
¿Y respecto a las campañas para reducir el estigma?
Cada vez hay más y mejores. Tenemos que dar las gracias a las asociaciones por las campañas que realizan sobre personas afectadas por estas patologías. Las experiencias de éxito y superación son muy favorables, ya que generan que disminuya el miedo y aumente la capacidad de empatizar con estas personas. También, es muy importante sensibilizar a los profesionales sanitarios, fomentando la formación en este ámbito. Tenemos que dar mucha información, sobre todo objetiva, y resaltar las historias de superación. En este sentido, las asociaciones de pacientes son un buen punto de partida.
¿Qué recomendaciones realiza en la consulta a los familiares?
El papel de la familia es esencial sobre todo cuando hablamos de personas jóvenes. De hecho, son los primeros que van a detectar cambios en la conducta, más aislamiento social o menor rendimiento. Por ello, es fundamental realizar un acompañamiento desde pequeños porque si no sabes qué música le gusta a tu hijo, menos vas a saber si consumen sustancias. En la adolescencia, los jóvenes buscan desvincularse un poco de la familia, pero si se trabaja una relación de confianza desde la infancia es fácil que te expliquen qué situaciones les están preocupando o qué cambios pueden estar viviendo. Además, es fundamental fomentar en los hijos un espíritu crítico. Se trata de fomentar que contrasten informaciones con profesores u otras personas que para ellos sean referentes.
Entrevista ofrecida por Otsuka Phamaceutical