Todos juntos contra el ictus

Julio Agredano, presidente de la Fundación Freno al Ictus

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Anuario iSanidad 2023
Julio Agredano, presidente de la Fundación Freno al Ictus
Voy a comenzar esta tribuna primero, dando las gracias por todo lo conseguido hasta la fecha y segundo, volviendo a pedir ayuda para seguir mejorando la situación del ictus en nuestro país. Aunque en los últimos años se ha avanzado mucho en relación con la atención aguda del ictus, todavía hay áreas en relación con la enfermedad en las que nos queda trabajo por hacer.

El ictus es una de las enfermedades más prevalentes tanto en España como en nuestro entorno. Cerca de un millón de europeos lo sufren cada año, de los cuales el 30% fallece y otro 30% sufre secuelas discapacitantes. Según las previsiones de la European Stroke Organization (ESO), en los próximos años habrá un incremento del 35% en el número de ictus en Europa debido al envejecimiento de la población europea y a los estilos de vida cada vez menos saludables.

En clave local, la situación no es mucho mejor: el ictus afecta alrededor de 100.000 – 120.000 familias cada año en España, es la segunda causa de muerte global sólo por detrás de las cardiopatías isquémicas y, de ellas, es la primera causa de muerte en mujeres, casi tres veces más que el cáncer de mama, cinco veces más si sumamos la mortalidad provocada entre mujeres y hombres.

Según la Sociedad Española de Neurología, una de cada cuatro personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida y, además, en contra de la idea general, el ictus no sólo es una cuestión de personas mayores, sino que le puede afectar a cualquiera y es especialmente preocupante el crecimiento en adultos jóvenes y adultos de mediana edad (30-60 años).

Según ESO, en los próximos años habrá un incremento del 35% en el número de ictus en Europa debido al envejecimiento de la población europea

Con todos estos datos, claramente el ictus nos concierne a todos: administraciones públicas, profesionales sanitarios de cualquier especialidad, servicios de emergencia, pacientes y sociedad en general. Sólo conseguiremos cambiar las previsiones y reducir el impacto en nuestro entorno si sumamos fuerzas y cada uno, en su área de influencia, trabaja para poner freno al ictus.

Una de las pocas buenas noticias que tiene esta enfermedad es que es altamente prevenible: el 90% de los ictus son debido a factores modificables ligados a la promoción básica de la salud. Es decir, en gran medida está en nuestras manos el evitar que ocurra. Por este motivo, desde cualquier ámbito (político, sanitario y social) debemos seguir impulsando la prevención primaria durante toda la vida de la persona. Desde la educación, pasando por el entorno laboral, campañas de concienciación social y, por supuesto, seguir impulsando la atención primaria. Todos nosotros tenemos que seguir impulsando y trabajando en la promoción de la salud como herramienta efectiva ante las enfermedades vasculares (infarto e ictus).

El 90% de los ictus son debido a factores modificables ligados a la promoción básica de la salud

Se ha avanzado mucho en la implantación de unidades ictus en nuestro país y en el desarrollo de la coordinación entre los servicios de emergencia y hospitales preparados para actuar en caso de ictus (código ictus). Ahora bien, este desarrollo no es equitativo en todos los territorios y existen carencias de unidades ictus para la “demanda” actual existente. Debemos seguir impulsando la creación de unidades de ictus al haberse demostrado que es la mejor herramienta que tenemos para tratar la enfermedad en fase aguda. Gracias a ellas, se aumenta el pronóstico favorable en la reducción de mortalidad y discapacidad.

Dentro de esta cadena de supervivencia, que es el código ictus, existen tres eslabones: servicios de emergencia, hospitales y, el primero de todos, la sociedad. Este primer eslabón es el que está fallando hoy en día ya que más de la mitad de la gente no sabe identificar los síntomas de un ictus y no sabría cómo actuar. Al hospital no se va, al hospital te llevan, y te llevan los servicios de emergencia (112) después de activar el código ictus. Tenemos que seguir invirtiendo en campañas de sensibilización y formación a la población para seguir creando “espacios cerebroprotegidos,” gente que puede identificar y actuar en caso de un ictus en su entorno.

Tenemos que seguir invirtiendo en campañas de sensibilización y formación a la población para seguir creando “espacios cerebroprotegidos”

Por último, me gustaría hablar de un punto de mejora importante en el sistema: la rehabilitación posterior a un ictus. Recordemos que dos de cada tres supervivientes de un ictus presentan secuelas y que, para tener una buena integración en su entorno, dependen de la rehabilitación que puedan obtener. Tenemos un buen sistema público de salud de atención aguda, te salvan la vida, pero tenemos un sistema deficitario en rehabilitación posterior, en facilitar la vuelta de la persona a su día a día, tanto laboral como social. Tenemos que dotar de más recursos especializados en rehabilitación neurológica, física, cognitiva, conductual y emocional. Tenemos que conseguir, entre todos, que sufrir un ictus no sea sinónimo de alta discapacidad y dependencia. Tenemos que integrar al afectado a una vida activa y plena como parte importante de nuestra sociedad.

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