Redacción
Diversos investigadores de la Universidad de Leeds han desarrollado un estudio, recogido por Europa Press, que demuestra el mayor riesgo de padecer enfermedades graves a largo plazo tras sufrir un infarto de miocardio. Para ello, han analizado más de 145 millones de registros de todos los pacientes adultos que han estado ingresados en un hospital en Inglaterra durante un periodo de nueve años, de los cuales, 433.361 pertenecen a personas que habían sufrido un infarto por primera vez. La edad media de los pacientes de infarto era de 67 años y el 67% eran varones.
Bien es sabido que los infartos son una enfermedad grave y potencialmente mortal. No obstante, la Fundación Británica del Corazón calcula que en la actualidad, alrededor de siete de cada diez personas sobreviven a esta, siempre y cuando reciban un tratamiento de urgencia para que la sangre vuelva a fluir correctamente.
Siete de cada diez personas sobreviven a un infarto, siempre y cuando reciban un tratamiento de urgencia
Sin embargo, otras investigaciones anteriores han demostrado que los infartos pueden tener consecuencias para la salud de los pacientes a largo plazo, tales como dolencias que afectan al corazón y al sistema circulatorio, pero también puede llegar a afectar a otras partes del cuerpo y provocar trastornos mentales.
Los resultados de la última investigación, financiada en parte por la Fundación Británica del Corazón y Wellcome, confirma que los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio han desarrollado otro tipo de enfermedades graves en mayor medida que las personas de la misma edad y sexo que nunca lo habían padecido. Con el paso del tiempo, hasta un tercio de los pacientes desarrollaron insuficiencia cardiaca o renal, el 7% sufrió nuevos infartos y el 38% falleció por otra causa en los nueve años que duró el estudio.
La insuficiencia cardiaca, la fibrilación auricular, el ictus, la arteriopatía periférica, las hemorragias graves, la insuficiencia renal, la diabetes de tipo 2 y la depresión fueron más frecuentes en las personas que sufrieron un infarto de miocardio anteriormente que en las que no. Sin embargo, el riesgo de cáncer fue menor en general, y el de demencia no varió en general.
Las personas que han sufrido un infarto de miocardio tienen más riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular, ictus, arteriopatía periférica, hemorragias graves, insuficiencia renal, diabetes y depresión
Además, este estudio también demostró que las personas pertenecientes a entornos socioeconómicamente más desfavorecidos tienen más probabilidades de morir o desarrollar enfermedades graves como insuficiencia cardiaca o renal a largo plazo tras un infarto de miocardio que las personas de entornos menos desfavorecidos pero de una edad similar.
La autora principal del estudio, la doctora Marlous Hall, profesora asociada de Epidemiología Cardiovascular en la Facultad de Medicina de Leeds y de Investigación sobre Multimorbilidad en el Instituto de Análisis de Datos de Leeds (LIDA), señala que este estudio facilita “información accesible en línea sobre el riesgo de padecer estos problemas de salud en función de la edad, el sexo y los grupos socioeconómicos más desfavorecidos, de modo que las personas que sobreviven a un infarto puedan estar bien informadas sobre sus riesgos futuros y tomar así decisiones sanitarias informadas con su médico”.
Además, destaca que “la comunicación eficaz del curso probable de la enfermedad y del riesgo de resultados adversos a largo plazo entre los pacientes y los profesionales sanitarios puede promover cambios positivos en el estilo de vida, animar a los pacientes a seguir el tratamiento y mejorar la comprensión y la calidad de vida de los pacientes”.
Las personas de entornos socioeconómicos más desfavorecidos tienen más probabilidades de morir o desarrollar enfermedades graves tras un infarto de miocardio
Para realizar este estudio se han analizado 11 resultados de salud no mortales, además de la muerte por cualquier causa. Los resultados se han comparado con un grupo de control de 2.001.310 individuos. Finalmente, se ha demostrado que el riesgo de desarrollar algunas enfermedades tras un infarto es significativamente mayor en comparación con el grupo de control de pacientes.
La más probable es que esto se deba a la insuficiencia cardiaca, puesto que el 29,6% del grupo de estudio desarrolló esta enfermedad en los nueve años siguientes al infarto, frente al 9,8% del grupo de control en el mismo periodo de tiempo. El 27,2% de los pacientes del grupo de estudio desarrollaron insuficiencia renal, frente al 19,8% del grupo de control y el 22,3% de los pacientes del grupo de estudio desarrollaron fibrilación auricular, frente al 16,8% del grupo de control.El 17% de los pacientes del grupo de estudio fueron hospitalizados por diabetes, frente al 14,3% del grupo de control.
No se ha manifestado ningún cambio respecto al riesgo de demencia tras un infarto en comparación con el grupo de control
En general, los registros de hospitalización por depresión se han producido en el 8,9% de las personas tras sufrir un infarto de miocardio, un 6% más probable que en el grupo de control. Asimismo, se ha demostrado que las mujeres son más propensas a desarrollar depresión tras un infarto que los hombres, especialmente las que habían sufrido el infarto a una edad más temprana. El 21,5% de las mujeres que tenían menos de 40 años en el momento del infarto habían sido hospitalizadas por depresión, frente al 11,5% de los hombres de esta misma edad.
No se han manifestado diferencias respecto al riesgo de demencia tras un infarto en comparación con el grupo de control. No obstante, el riesgo de demencia vascular es más probable en el grupo de estudio aunque la diferencia observada apenas es de un 0,2%.
El cáncer se pronuncia en menor medida en el grupo de estudio que en el grupo de control
“Esta investigación proporciona información valiosa sobre los tipos de apoyo y las intervenciones que pueden ser necesarios para los pacientes después de un ataque al corazón, ayudando tanto a los médicos y los pacientes a tomar decisiones informadas durante la recuperación y más allá”, observa Morag Foreman, Directora de Investigación de Wellcome.
A diferencia de otros resultados sanitarios, esta investigación ha demostrado que el cáncer se pronuncia en menor medida en el grupo de estudio que en el grupo de control. Los investigadores creen que son muchos los factores que pueden influir en este resultado, pero siguen sin estar claras las razones específicas de que la probabilidad de padecer cáncer sea menor tras sufrir un infarto y por ello, a pesar de que se ha avanzado mucho requiere seguir investigando.