Redacción
La depresión y la ansiedad son patologías que se asocian con frecuencia a las personas que tiene enfermedad renal crónica, es decir, aquellas cuyos riñones han dejado de funcionar y necesitan de un tratamiento renal sustitutivo (diálisis o trasplante) para poder vivir. De hecho, estas complicaciones y trastornos emocionales condicionan tanto la calidad de vida de los pacientes renales como la propia eficacia de su tratamiento.
Sin embargo, hay pocos estudios que comparen la frecuencia de estos trastornos según las diferentes técnicas de tratamiento renal sustitutivo que reciben los propios pacientes, que pueden ser hemodiálisis realizada en un hospital o centro sanitario, diálisis domiciliaria en la propia casa de la persona afectada (a través de diálisis peritoneal o hemodiálisis domiciliaria), o trasplante renal.
Un nuevo estudio realizado en España ha profundizado en este ámbito y ha demostrado que los pacientes en tratamiento renal sustitutivo mediante técnicas de diálisis domiciliarias presentan una menor afectación emocional y menores niveles de depresión y ansiedad que los pacientes que reciben hemodiálisis en centro o que han sido trasplantados de riñón, incluso cuando estos últimos pacientes con trasplante renal tienen menores comorbilidades que los pacientes en diálisis domiciliaria.
El estudio ha sido realizado por nefrólogos e investigadores del Hospital Lucus Augusti de Lugo y la Universidad de Santiago de Compostela, y acaba de ser presentado en la XIII Reunión Nacional de Diálisis Peritoneal y Hemodiálisis Domiciliaria que se celebra hasta mañana en Pamplona, organizada por la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.) y la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica (Seden).
Sus resultados han encontrado diferencias significativas en la afectación emocional de los 181 pacientes analizados según las tres modalidades de tratamiento renal sustitutivo
Sus resultados han encontrado diferencias significativas en la afectación emocional de los 181 pacientes analizados según las tres modalidades de tratamiento renal sustitutivo, de los cuales 59 recibían diálisis domiciliaria, 43 hemodiálisis en hospital o centro sanitario, y 79 eran trasplantados renales.
La investigación determinó una menor frecuencia de depresión en los pacientes en diálisis domiciliaria (16%) frente a los pacientes en hemodiálisis en centro (18%) o con trasplante de riñón (19%), con unos valores más altos entre los pacientes en hemodiálisis que en los de diálisis domiciliaria o trasplantados.
En cuanto a la ansiedad, esta enfermedad fue menos frecuente en los pacientes en diálisis domiciliaria frente a los de trasplante y hemodiálisis en centro
En cuanto a la ansiedad, esta enfermedad fue menos frecuente en los pacientes en diálisis domiciliaria frente a los de trasplante y hemodiálisis en centro. Los pacientes con mayores niveles de ansiedad fueron también aquellos en tratamiento de hemodiálisis en centro y trasplante, mientras que los de diálisis domiciliaria presentaban valores más bajos.
Asimismo, en otro de los análisis utilizados en el estudio, se mostró que la diálisis en domicilio se asoció a una menor sintomatología depresiva comparada con la hemodiálisis en centro y también a menores síntomas de ansiedad comparada con la hemodiálisis en centro o el trasplante renal.
Los pacientes con mayores niveles de ansiedad fueron también aquellos en tratamiento de hemodiálisis en centro y trasplante
Con todo ello, se refleja los beneficios que las técnicas de diálisis domiciliarias (ya sea diálisis peritoneal o hemodiálisis domiciliaria) tienen en el aspecto emocional de los pacientes con enfermedad renal crónica, una enfermedad que tiene un fuerte impacto en la vida de las personas afectadas, y que se ha convertido en un grave problema de salud pública en España, afectando ya al 15% de la población y con un crecimiento de su prevalencia del 30% en la última década.
Los autores del estudio concluyen que son necesarios más estudios centrados en determinar el impacto de la diálisis domiciliaria tanto en los aspectos emocionales como en la calidad de vida de los pacientes, así como su influencia en los criterios de toma de decisiones compartidas a la hora de elegir la técnica de tratamiento renal.