Redacción
“Cada vez más estudios ponen en evidencia la relación entre a generalización de los smartphones y el auge de los trastornos mentales”, ha alertado Diego Hidalgo, autor de Anestesiados, durante la celebración del Taller de Ideas donde ha tenido lugar el lanzamiento oficial del Manifiesto OFF, una iniciativa independiente que busca concienciar a la ciudadanía sobre los efectos adversos de una digitalización sin límites.
De hecho, según un estudio de Sapien Labs, tener un smartphone a los 12 años incrementa en un 20% la probabilidad de depresión en la edad adulta en comparación con obtenerlo a los 18. En España, el 88% de los jóvenes tiene un smartphone a los 13 años. Frente a esta urgencia sanitaria, “la respuesta solo puede ser colectiva y requiere una regulación mucho más ambiciosa”, ha subrayado el promotor del Manifiesto OFF.
En España, el 88% de los jóvenes tiene un smartphone a los 13 años
Así, Hidalgo ha destacado un deterioro vertiginoso de la salud mental, observable en casi todos los países desde el año 2012. En este sentido, José María Lassalle, autor de Ciberleviatán y ex secretario de Estado de Agenda Digital, ha dicho que “el ser humano renuncia a la materialidad analógica para sumergirse en experiencias tecnológicas. La IA generará una realidad paralela a la humana, donde la imaginación generada por ella podría sustituir nuestra capacidad de
autonomía psíquica. Este escenario es preocupante si no existe una legislación adecuada”.
El manifiesto, respaldado por más de 100 personalidades del ámbito nacional e internacional, advierte sobre los efectos nocivos de un despliegue indiscriminado de la tecnología y propone una serie de medidas concretas para retomar el control. Además, pone en evidencia todos los ámbitos en los que la tecnología permite explotar las vulnerabilidades humanas, y apela a una acción integral y urgente para afrontar este desafío que pone en riesgo nuestra especie, al igual que el cambio climático.
Un niño que recibe un móvil con 6 años tiene un 61% de probabilidades de padecer depresión
Una vigilancia indiscriminada y generalizada, las distorsiones en los procesos electorales o la fragilidad de las infraestructuras clave frente a ciberataques son otros de los riesgos que invitan a delimitar un perímetro claro en el que la tecnología penetre en nuestras vidas. Sin una regulación estricta, las tecnologías inmersivas, un despliegue indiscriminado de la IA y la creciente autonomía de las máquinas prometen intensificar esta pérdida de control.
Por su parte, Ana Caballero, abogada y vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital, ha expresado su preocupación por la mercantilización de los datos personales, resaltando que muchas empresas, en su afán de lucro, no consideran las repercusiones sociales de esta práctica. “Estas compañías, en su mayoría extracomunitarias, consideran a los europeos como una fuente de datos con poder adquisitivo, lo que plantea serios interrogantes sobre la seguridad de la información personal en la era digital”, ha remarcado.