J.P.R.
Sanidad financia una nueva indicación de empagliflozina (Jardiance). En este caso, el inhibidor del SLGT2 desarrollado por la alianza Lilly y Boehringer Ingelheim estará disponible en España para el tratamiento de la enfermedad renal crónica a partir del 1 de marzo. El medicamento se encontraba ya comercializado en España para el tratamiento de la diabetes y de la insuficiencia cardiaca.
La autorización de la comercialización se basa en los resultados obtenidos en el ensayo clínico EMPA-Kidney. El estudio puso de manifiesto que este tratamiento redujo hasta un 28% el riesgo relativo de progresión frente a placebo en personas con enfermedad renal crónica (HR: 0,72; IC 95 %: 0,64 a 0,82; P<0,001 [reducción absoluta del riesgo 3,8 %]). El ensayo clínico también demostró un beneficio significativo en la reducción del riesgo relativo de hospitalización por cualquier causa de un 14% frente al placebo (HR: 0,86; IC: 95%: 0,78 a 0,95; p=0,003 [reducción absoluta del riesgo 4,4%]).
Empagliflozina desarrollado por la alianza Lilly y Boehringer Ingelheim estará disponible en España para el tratamiento de la enfermedad renal crónica a partir del 1 de marzo
Esta patología afecta en España a un 15% de la población. La enfermedad renal crónica duplica el riesgo de ingreso hospitalario y es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. En España, en los últimos 10 años, su prevalencia en fases más avanzadas y aquellas que necesitan terapia renal sustitutiva ha subido un 30% y la mayor tasa de pacientes con tratamiento renal sustitutivo se encuentra en Ceuta, Cataluña, Canarias, Galicia y Comunidad Valenciana.
El problema radica en el infradiagnóstico de este conjunto de patologías que cursan de forma asintomática en sus fases iniciales. Para su detección resulta necesaria dos pruebas: un análisis de sangre para evaluar la eficacia con la que los riñones filtran la sangre y una prueba de orina para conocer los niveles de albúmina y de creatinina.
El fallo para un diagnóstico precoz se produce en el análisis de orina. Solo un 40% de los pacientes se somete a esta prueba necesaria para la detección de la enfermedad renal crónica, a pesar de que las guías clínicas así lo establecen.
El problema radica en el infradiagnóstico de este conjunto de patologías que cursan de forma asintomática en sus fases iniciales
“El desconocimiento de esta enfermedad y la falta de actuación de los profesionales sanitarios ante los primeros signos de la enfermedad, unido a la falta de síntomas en las fases iniciales provoca el retraso en el diagnóstico, que conlleva una disminución de la función de los riñones desde que aparecen los primeros síntomas hasta su detección. Este enfoque proactivo y las posibilidades que ofrece esta nueva opción de tratamiento tienen el potencial de mejorar aún más la gestión del síndrome cardiorrenal metabólico y las enfermedades renales; se trata de una esperanza renovada y una mejor calidad de vida para todas aquellas personas que viven con ERC en todo el mundo”, señala la Dra. Flora López Simarro, médico de familia en Barcelona.
La Dra. López Simarro insistió en la necesidad de establecer un cribado para los principales grupos de riesgo: las personas con diabetes, mayores de 65 años, hipertensos y personas con enfermedad cardiovascular. “El diagnóstico precoz de la enfermedad renal crónica es una intervención adecuada y coste eficaz para el Sistema Nacional de Salud. Aunque nos referimos a una enfermedad silente, conocemos los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de su desarrollo. Este enfoque precoz puede reducir el riesgo de deterioro de la función renal, fracaso renal y hospitalizaciones”, ha señalado el Dr. José Luis Górriz, jefe de Servicio de Nefrología del Hospital Clínico Universitario de Valencia.
