“En 2023 se ha incorporado el único inhibidor de BTK para LZM aprobado hasta el momento que no es quimioterapia”

Dra. Ana Muntañola, médico adjunto hematología en Clínica Hospital Universitari Mútua Terrassa

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Anuario iSanidad 2023
Redacción
El linfoma de zona marginal (LZM) tiene una incidencia baja en España y supone aproximadamente el 10% de todos los linfomas B. La edad media de diagnóstico de los pacientes es de alrededor de los 65 años. La Dra. Ana Muntañola, médico adjunto hematología en Clínica Hospital Universitari Mútua Terrassa, destaca en una entrevista en colaboración con BeiGene que durante el año 2023 se ha incorporado a la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS) el único inhibidor de la tirosina kinasa de Bruton (BTK) para LZM aprobado hasta el momento que no es quimioterapia. La experta subraya que se trata de un tratamiento oral, aprobado para recaída y refractariedad, que supone un cambio en el manejo y en la calidad de vida de estos pacientes. “Es muy relevante para los pacientes que no respondían ante la inmunoquimioterapia, ya que no existía tratamiento eficaz que ofrecerles”, señala.

La LZM es una de las patologías desconocidas en España, ¿cómo es la situación en nuestro país?
En nuestro país, la incidencia es poco frecuente. Esto se sabe a partir del registro del linm, el registro de linfomas que lidera Geltamo en toda España. Esta patología llega al 10% de todos los linfomas B. Y a eso, además, hay que sumarle que hay tres subtipos: el linfoma marginal esplénico, el nodal y el linfoma MALF. Por ello, la casuística de este linfoma es baja.

El linfoma de zona marginal (LZM) tiene una incidencia baja en España y supone aproximadamente el 10% de todos los linfomas B

¿Cómo es el perfil de paciente actualmente?
Normalmente, son pacientes cuya edad de diagnóstico suele rondar los 65 años. Al ser linfomas de curso indolente, suelen tener una buena calidad de vida, no representan una urgencia de tratamiento y, en muchos casos, son enfermedades localizadas y fáciles de manejar. A estos pacientes hay que seguirlos siempre porque son enfermedades, a veces, incurables que pueden volver a producirse. Aun así, muchos de ellos no van a utilizar nunca tratamiento para esta enfermedad. Hay que valorar siempre que es una enfermedad muy heterogénea y con muchos subtipos con evoluciones muy diferentes.

¿Qué opciones de tratamiento existen una vez diagnosticada la enfermedad?
Por un lado, se contempla la opción de no asignar tratamiento y simplemente vigilar. Que los pacientes no tengan ningún síntoma que les produzca el linfoma ni que tenga las otras series bajas (anemia, trombopenia, síntomas B…). Los casos, sobre todo el linfoma MALF, se pueden asociar a infecciones y por ello se puede tratar con un antibiótico. En este sentido, el LZM esplénico está asociado al virus de la hepatitis C e, incluso, el tratamiento de la hepatitis hace regresar el linfoma.

En este punto, tenemos un gran espectro de acción. Desde no administrar terapias hasta, si creemos que se necesita ir más allá, inmunoterapia de solo un anti-CD20 – opciones que funcionan muy bien, sobre todo, en los pacientes con edades superiores a los 65 años y con una tasa de toxicidad mínima. En los casos más avanzados, se emplearía la inmunoquimioterapia con otros linfomas.

“La LZM es una enfermedad muy heterogénea y con muchos subtipos con evoluciones muy diferentes”

La LZM es una patología que apenas ha tenido innovación, ¿en qué punto estamos en 2023?
Suelen ser enfermedades poco frecuentes y, generalmente, poco agresivas. No están consideradas como una urgencia y no representan una necesidad médica imperiosa, por lo que no se les dedican excesivos esfuerzos. Al ser tan poco habitual, se suele estudiar en los ensayos de otros linfomas similares como el linfoma folicular, que es mucho más frecuente. Por el hecho de estar incluido en otras investigaciones, ha aparecido siempre con los resultados de los demás. Justo en este año que hemos dejado, se ha experimentado un gran cambio con la incorporación a la cartera de servicios del SNS de un novedoso inhibidor de BTK.

En este 2023 ha habido novedades incorporadas al SNS para esta patología, ¿qué aportan?
Durante este 2023 hemos presenciado la llegada del único inhibidor para LZM aprobado hasta el momento que no es quimioterapia. Está aprobado para recaída y refractariedad. Un punto muy importante que destacar es que es un tratamiento oral, un gran cambio respecto a las opciones terapéuticas disponibles hasta el momento. Es muy relevante para los pacientes que no respondían ante la inmunoquimioterapia, ya que no existía tratamiento eficaz que ofrecerles. Este inhibidor de BTK, que no requiere de visitas al hospital, supone un cambio en el manejo y en la calidad de vida, porque tiene gran eficacia y consiguen una alta tasa de respuesta para estos pacientes con LZM en recaída.

“Los esfuerzos se están focalizando en combinar este tratamiento con otros fármacos para mejorar la tasa de respuesta y que sea más prolongada”

¿Cuáles son las próximas líneas de investigación para tratar la LZM?
Los esfuerzos se están focalizando en combinar este tratamiento con otros fármacos para mejorar la tasa de respuesta y que sea más prolongada. También, queremos combinar fármacos para poder interrumpir el tratamiento, ya que la peculiaridad de la innovación incorporada recientemente es que está aprobada desde su administración hasta progresión. El escenario ideal sería algo más intenso y durante menos tiempo, para reducir al paciente a la exposición tan mantenida.

¿Cuáles son los principales retos de los hematólogos en el tratamiento en esta patología?
La recaída ocurre cuando el paciente ya es mayor y ya ha recibido un tratamiento con inmunoterapia. Es compleja porque son pacientes que tienen muchas citopenias. Cuando el linfoma está en estadio avanzado, los pacientes van a tener dosis muy bajas de glóbulos blancos, plaquetas, hematíes… Esto dificulta mucho, sobre todo por mielotoxicidad, el uso de medicamentos que quieras usar para el tratamiento del linfoma. Ahí es un reto, proporcionarle algo más eficaz que el tratamiento de primera línea sin que la toxicidad no interrumpa el tratamiento. Otro reto es encontrar otro tratamiento, igual de bien tolerado que esta última innovación pero que fuese limitado en el tiempo, evitando darlo hasta progresión.

“Estamos yendo hacia un mundo cada vez más libre de quimioterapia y con más terapias dirigidas, pudiendo ofrecer a los pacientes más terapias individualizada”

¿Qué valoración hacen a nivel hematológico de 2023? ¿Cómo ven 2024?
El año 2023 ha sido excelente a nivel hematológico. En el mundo linfoide, ha habido grandes avances, en LZM la aprobación del primer inhibidor de BTK en recaída o refractariedad. También con las próximas aprobaciones de los bioespecíficos, la terapia CAR, que es la que más avanzada está, las aprobaciones en LLC de este mismo fármaco aprobado para LZM… Estamos yendo hacia un mundo cada vez más libre de quimioterapia y con más terapias dirigidas, pudiendo ofrecer a los pacientes más terapias individualizadas, proporcionando el tratamiento más útil en cada perfil.

El año 2024 se presenta aún mejor porque vamos a tener más desarrollo de todas estas moléculas que ya sabemos que funcionan en los ensayos clínicos. Además, ya empezamos a tener muchos datos en vida real, con lo cual vemos cómo se comportan estos fármacos fuera de los ensayos y están funcionando. En España, vamos a ir teniendo más aprobaciones de todo esto, y así podremos manejar mejor los linfomas y, sobre todo, dejando la inmunoquimioterapia cada vez más de lado.

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