Redacción
Pacientes y profesionales sanitarios se han adelantado este miércoles al Día Mundial del Riñón, que se celebra este jueves, con un comunicado conjunto en el que piden al Gobierno un plan nacional frente a la enfermedad renal crónica (ERC). En concreto, hablan de un “Plan de Salud Renal” de ámbito nacional que recoja medidas concretas para avanzar en la prevención y diagnóstico precoz de la ERC y frenar así su crecimiento.
La ERC afecta ya al 15% de la población española, es decir, unos 7 millones de españoles. De seguir su ritmo de crecimiento actual, en pocos años tendrá un tercio de las personas mayores de 65 y se convertirá en la segunda causa de muerte en nuestro país.
Se trata, por una parte, de dar una mayor visibilidad a la ERC y, por otra, de que las administraciones públicas realicen un mayor esfuerzo para promover y potenciar la prevención y el diagnóstico precoz de esta patología. Los nefrólogos y los pacientes insisten en que es una “epidemia silenciosa” que tiene una tasa de infradiagnóstico de más del 40%, alertan en un comunicado desde la Federación Nacional Alcer y la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.).
Alcer y la S.E.N. apremian a que se desarrolle un plan nacional frente a la ERC que dé una mayor visibilidad a esta enfermedad y suponga un aumento en los esfuerzos de las administraciones públicas para promover la prevención y el diagnóstico precoz
Al mismo tiempo, la prevalencia del Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS), es decir, el número de personas que están en diálisis o trasplante para sustituir la función de sus riñones, ha aumentado más de un 30% en la última década en España, situándose en 1.411 pacientes por millón de población.
En concreto, un total, 66.982 personas en España están en diálisis o trasplante. Se trata de una de las enfermedades más desconocidas por la población en general en nuestro país, pero que tiene un elevado impacto sociosanitario y en la calidad de vida de los pacientes. En parte, debido a que sus síntomas son poco reconocibles en los estadios iniciales de la enfermedad, lo que dificulta su diagnóstico precoz y tratamiento. Por ello es importante implantar programas de detección temprana en la población de riesgo, para detectarla antes de que llegue a sus fases más avanzadas.
“A pesar de su elevada prevalencia e incidencia, y del aumento de su mortalidad en la última década, la ERC sigue siendo una gran desconocida para la gran mayoría de la sociedad. Hay que lograr que los ciudadanos se preocupen por su función renal y la salud de sus riñones, igual que lo hacen con sus niveles de colesterol o ácido úrico, o con su tensión arterial”, afirma el presidente de la S.E.N., el Dr. Emilio Sánchez.
El presidente de los nefrólogos españoles lamenta que este conocimiento social de las enfermedades renales y el impacto que tienen sobre la calidad de vida de los pacientes y el sistema sanitario sea mucho menor “si se las compara con otras patologías, que son más populares porque reciben un mayor interés de las autoridades y decisores públicos y de los medios de comunicación”.
Medidas esenciales
En su opinión, es necesario que la estrategia sobre ERC aprobada en 2015 con el consenso de todas las comunidades autónomas se actualice y se reformule para dar respuesta a los nuevos retos planteados en los últimos años por la preocupante escalada tanto de su incidencia como de su prevalencia y mortalidad.
En este sentido, pacientes y nefrólogos también piden otras medidas esenciales para avanzar en la mejora de los tratamientos y la atención y calidad de vida de las personas con enfermedad renal, en especial las que tienen que someterse a diálisis o trasplante para poder seguir viviendo. Cuestiones como seguir fomentando el trasplante de riñón, tanto a través de donante fallecido como de donante vivo (esta última opción con muy buenos resultados en términos de supervivencia del trasplante y reducción de complicaciones); y la potenciación de las terapias de diálisis domiciliaria (diálisis peritoneal o hemodiálisis domiciliaria).
Estas terapias son modalidades de diálisis realizadas en el hogar del paciente, más flexibles y personalizadas que otros tratamientos tradicionales como la hemodiálisis en hospital, y proporcionan múltiples beneficios clínicos a la vez que mejoran la autonomía y la calidad de vida de los pacientes. Además, facilitan su conciliación laboral y familiar, y contribuyen a la sostenibilidad del sistema sanitario.