Anuario iSanidad 2023
Dr. Luis Miguel Torres, presidente de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor), Dr. Ignacio Velázquez,presidente de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor) y Dra. Esperanza Regueras, vocal de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor (Semdor)
Aunque los opioides son unos excelentes analgésicos, su uso como sustancia estupefaciente ilegal fuera del circuito médico junto al abuso y la mala prescripción de los medicamentos opioides, han contribuido al desarrollo de la epidemia en USA y al crecimiento de la alarma mundial respecto a su uso. En nuestro país la situación es completamente diferente gracias a los sistemas de control en la distribución, prescripción y dispensación de estos medicamentos y los datos indican que el Sistema de Farmacovigilancia ha recogido muy pocas notificaciones de efectos adversos severos en contraste con el ruido mediático que se ha generado en algunos medios generalistas.
Los analgésicos opioides son un componente fundamental del tratamiento multimodal del dolor crónico (DC). El debate se centra principalmente en el uso de algunos fármacos opioides, como el fentanilo de liberación rápida, en el tratamiento del dolor crónico no oncológico (DCNO). El uso de estos potentes analgésicos en el dolor no oncológico está avalado y bien regulado por las sociedades científicas internacionales y nacionales, tales como Semdor o la EPF y los expertos en dolor y en farmacología coinciden en que se ha logrado mejorar el control del dolor y la calidad de vida de estos pacientes de una forma segura sin que existan alternativas terapéuticas para un gran porcentaje de pacientes.
Los opioides no están exentos de efectos adversos, riesgos de mal uso o falta de respuesta, pero estos riesgos son mínimos cuando la prescripción se realiza de forma correcta
Cuando estos fármacos se usan de forma correcta y siguiendo las recomendaciones de las guías clínicas, se obtienen buenos resultados de eficacia y seguridad en la mayoría de los pacientes consiguiendo además mejorar su funcionalidad, calidad de vida y autonomía, que son los principales objetivos del tratamiento del DC.
Como cualquier fármaco, los opioides no están exentos de efectos adversos, riesgos de mal uso o falta de respuesta, pero estos riesgos son mínimos cuando la prescripción se realiza de forma correcta. De manera resumida hay cinco puntos a tener en cuenta para una correcta prescripción: elegir bien el paciente y realizar una completa evaluación; individualizar el tratamiento; derivar a especialistas en caso de necesidad; seguimiento del tratamiento y mantener un registro. Cuando estas pautas son ignoradas aparecen conductas de mala prescripción, mal uso y abuso de los opioides que pueden derivar en la adicción e incluso la muerte por sobredosis, por lo que es esencial hacer una correcta prescripción y seguimiento del tratamiento.
El balance entre disponibilidad y control, plantea una responsabilidad bioética que afecta especialmente al uso de los opioides en el tratamiento del DCNO, donde el derecho a recibir un tratamiento correcto del dolor es una obligación ética, médica y social
El aumento de uso de estos fármacos en nuestro país es una realidad que se correlaciona con la alta y creciente prevalencia del DC (uno de cada seis españoles). El DC seguirá siendo un problema relevante en los próximos años ya que su prevalencia aumenta con la edad (hasta el 70% en los mayores de 70 años) y se estima que la esperanza de vida media seguirá creciendo (83,2 años en hombres y 87,7 años en las mujeres para el año 2031).
El adecuado tratamiento del DC será clave para mejorar la funcionalidad y la calidad de vida en este grupo poblacional, lo que a su vez generará un ahorro en costes económicos para el sistema. Asegurar el acceso a los opioides a todos los pacientes debe ser una prioridad, en línea con la declaración de Montreal 2010 en su Artículo 1 (“The right of all people to have access to pain management without discrimination”) y con la OMS (“el núcleo central del equilibrio representa una doble obligación de los gobiernos para establecer un sistema de control que garantice la disponibilidad adecuada de sustancias para fines médicos, al tiempo que prevenga el abuso y el tráfico.
Si bien el uso indebido de sustancias controladas plantea un riesgo para la sociedad, el sistema de control no debe ser una barrera a su disponibilidad para fines médicos, ni interferir en su uso médico legítimo para la atención del paciente” (OMS, 2011). El balance entre disponibilidad y control, plantea una responsabilidad bioética que afecta especialmente al uso de los opioides en el tratamiento del DCNO, donde el derecho a recibir un tratamiento correcto del dolor es una obligación ética, médica y social. En conclusión, de cara a los próximos años tenemos el doble reto de conseguir que estos fármacos estén disponibles para todos los pacientes y que se prescriban de forma adecuada y segura siempre que sean necesarios. Debemos afrontar estos retos con determinación y siempre en base a los datos, la evidencia, el conocimiento y la experiencia científica.