Un país envejecido necesita geriatría y una visión amplia del envejecimiento

Dr. José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)

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Anuario iSanidad 2023
Dr. José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)
España es un país cada vez más envejecido. En estos momentos en España hay 134 personas de más de 65 años por cada 100 personas de menos de 16 años. Y en el futuro este envejecimiento seguirá aumentando. En el año 2050 se estima que uno de cada tres españoles tendrá más de 65 años. Lógicamente, esta presión demográfica influye de forma directa en las políticas económicas y sociales de nuestro país. Y entre las políticas sociales que afectan a las personas mayores hay que situar a la salud y a la atención a la dependencia de forma prioritaria y urgente.

Para afrontar los retos de una sociedad longeva como la española, además, hay que pensar que los cambios que tenemos que hacer son urgentes y deberán ser disruptivos. No podremos dar una respuesta tibia y basada en esquemas ya conocidos, sino que tenemos que hacer cambios realmente transformadores. Desde mi punto de vista hay que realizar, al menos, tres grandes cambios: creernos que la salud es mucho más que la sanidad y que cada vez juegan un papel más importante los condicionantes sociales de la salud; reformar profundamente nuestro sistema sanitario para dar mejor respuesta a los pacientes mayores complejos; y poner en marcha un modelo de cuidados de larga duración sostenible basado en el domicilio de las personas y no en residencias de mayores.

Las políticas para afrontar la salud en las personas mayores han de tener una orientación longitudinal y progresiva: potenciar el envejecimiento saludable en todas las etapas de la vida, cuando aparece la enfermedad ofrecer atención geriátrica especializada e interdisciplinar y, para personas con dependencia, un sistema de cuidados próximo y flexible.

Ya sabemos que para contribuir a un envejecimiento saludable es necesario potenciar de forma activa el ejercicio físico, la dieta saludable y las relaciones sociales en todas las etapas de la vida, comenzando ya en la infancia. Pero además tenemos que luchar contra las grandes amenazas que pueden hacer peligrar este proceso: el aislamiento social y la soledad no deseada, la discriminación social y el maltrato, y la pobreza. Estas son las tres plagas que amenazan nuestro envejecimiento y hay que ponerlas en primera fila en todas las políticas sanitarias. Las personas mayores solas, las personas mayores que sufren negligencia y maltrato y las personas mayores pobres envejecen mucho peor, utilizan más los servicios sanitarios de forma inadecuada y se mueren precozmente.

En estos momentos en España hay 134 personas de más de 65 años por cada 100 personas de menos de 16 años

Una vez que se enferma, es necesario dotar a nuestro sistema sanitario de una atención geriátrica adecuada. La mayoría de las personas mayores de nuestro país están correctamente atendidas por nuestro sistema sanitario actual, afortunadamente. Pero cuando se acumulan múltiples patologías crónicas, apa- rece fragilidad, se tiene dependencia y las decisiones sobre la orientación del tratamiento son complejas, la geriatría es la especialidad nuclear.

Para ello, necesitamos tener atención geriátrica en todos los hospitales del país. La geriatría no sólo es una especialidad de hospitales de tercer nivel, sino que, al ser una especialidad generalista, debe existir en todos los hospitales del país. Como servicios básicos, en los hospitales pequeños y medianos, se debería disponer de unidad de agudos para atender a los pacientes ingresados; servicios de interconsultas para apoyar a otras especialidades en la atención a los pacientes mayores más complejos; consultas externas para dar soporte a la atención primaria en el manejo de pacientes con pluripatología múltiple y decisiones difíciles; y soporte a los servicios de urgencias en el manejo a las personas mayores con más complejidad en el momento de las crisis agudas, donde las decisiones pueden ser muy difíciles.

En los hospitales terciarios, además, se debería disponer de equipos interdisciplinares para pacientes de traumatología (ortogeriatría), oncológicos (oncogeriatría), cardiológicos (cardiogeriatría) y manejo quirúrgico en cirugías complejas. Los procedimientos complejos y de alta tecnificación funcionan en las personas muy mayores, pero sólo funcionan si existe una adecuada valoración geriátrica que permita establecer el pronóstico de la intervención y valorar el impacto en la calidad de vida del paciente.

Y, cuando la dependencia ha aparecido, la geriatría debería apoyar a los equipos interdisciplinares necesarios (que están formados por múltiples profesionales como enfermeras, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, psicólogos, etc.) en un modelo de atención centrado en la persona, de base domiciliaria y con el soporte de la comunidad. Debemos cambiar el actual modelo de atención centrado en residencias de mayores con escasísima atención médica y potenciar la geriatría para que trabaje de forma conjunta con la atención primaria en la atención a las personas con mayor complejidad en su domicilio. Y, para aquellas personas que necesitan vivir en una residencia de mayores, ofrecer un soporte adecuado desde la atención geriátrica (de forma directa o dando soporte a los equipos de atención primaria).

Cambios importantes y urgentes: potenciación real del envejecimiento saludable luchando contra sus grandes amenazas, geriatría en todos los hospitales y soporte decidido a un nuevo modelo de cuidados de larga duración para las personas mayores con dependencia. Prevenir, atender y cuidar. Pero no como hasta ahora, sino con la geriatría como gran protagonista.

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