“Se necesita voluntad política para aportar recursos que permitan afrontar la avalancha de colonoscopias derivadas del cribado de cáncer colorrectal”

Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer

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J.P.R / C.C
La detección precoz de cualquier tipo de cáncer puede salvar vidas y, en el caso del cáncer colorrectal, se estima que cerca del 90% de los casos podrían curarse si se detectan en una fase temprana de la enfermedad. Para lograrlo, el presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), Ramón Reyes, insiste en la “voluntad política” para dotar al sistema de los recursos técnicos y humanos necesarios que permitan afrontar lo que considera “una avalancha” de colonoscopias derivadas de los cribados de cáncer de colon. En conversación con iSanidad, Reyes denuncia que “de nada sirve alcanzar el 65% de participación ciudadana si no tenemos equipos y personal para realizar esta prueba diagnóstica”.

Además de la mejora en la calidad de vida de los pacientes, el diagnóstico precoz del cáncer colorrectal se traduce en un ahorro de costes para el sistema sanitario. En este sentido, el presidente de la AECC destaca que realizar un test de sangre oculta en heces (TSOH) cuesta alrededor de dos euros, una colonoscopia ronda aproximadamente los 200 euros y tratar el cáncer de colon supondría unos 30.000 euros por paciente, en función del estadio de la enfermedad.

Es importante facilitar el acceso a las pruebas de cribados porque diagnosticar un cáncer en fase precoz mejora las posibilidades de supervivencia de la enfermedad

Se cumplen 10 años de la implantación en España del cribado de cáncer colorrectal, ¿cómo ha cambiado el diagnóstico y el abordaje de la enfermedad?
La implementación de un programa de cribado poblacional en el sistema público de salud permite la equidad en el acceso de la población al diagnóstico precoz. Es importante facilitar el acceso a las pruebas de cribados porque diagnosticar un cáncer en fase precoz mejora las posibilidades de supervivencia de la enfermedad, al tratarse ésta de forma más eficaz y generalmente menos agresiva. Es decir, el cribado ha impactado favorablemente en la mejora en la calidad y la esperanza de vida de las personas.

A esto se suma el hecho de que hay personas a las que se detectan y extirpan pólipos que podrían malignizarse, evitando el desarrollo de un cáncer de colon. Así, se consiguen dos objetivos: prevención y detección precoz, ya que en algunas personas se evita la aparición del cáncer de colon y, en otros casos, al detectarlo en fases precoces se permite abordar la enfermedad con más eficacia.

¿Cómo cambia el pronóstico de la enfermedad si el diagnóstico se produce en un estadio localizado o cuando ya está diseminado?
Sin un programa de cribado, se estima que casi una cuarta parte de los casos diagnosticados de cáncer de colon se encuentran en fase diseminada (estadio IV). Por otra parte, se estima que cerca del 90% de los cánceres de colon y recto podrían curarse si se detectan en fase precoz (estadio I), antes de que la enfermedad alcance estadios más avanzados, como el estadio IV.

Sin un programa de cribado, se estima que casi una cuarta parte de los casos diagnosticados de cáncer de colon se encuentran en fase diseminada, en estadio IV

La evidencia científica ha demostrado que la detección precoz, a través de programas de cribado, disminuye la mortalidad por el hecho de que se diagnostique en estadios tempranos. Esto puede suponer una diferencia muy evidente en el pronóstico, ya que hay mayores probabilidades de sobrevivir.

¿Existe un impacto en número de vidas y de ahorro de costes directos e indirectos para el sistema por un diagnóstico más temprano de la enfermedad?
Sin duda. Lo más importante es la capacidad de salvar vidas que tiene la detección precoz ya que 9 de cada 10 sobreviviría a un cáncer de colon si se detectara a tiempo. Podríamos evitar muertes y sufrimientos innecesarios. Pero, además, estaríamos en disposición de ahorrar costes al estado ya que sabemos que un cáncer de colon metastásico costaría al menos unas tres veces más que un cáncer de colon en estadio localizado. El coste del test de sangre oculta en heces (TSOH) es de unos dos euros y el de una colonoscopia ronda aproximadamente los 200 euros. Mientras que tratar el cáncer de colon supondría unos 30.000 euros por paciente, dependiendo del estadio de la enfermedad.

¿Por qué la población es menos adherente a este cribado en comparación con el cáncer de mama?
Hay diferentes factores que pueden estar incidiendo en este hecho. El primero de ellos tiene que ver con el género. Sabemos que, en general, las mujeres son más participativas en acciones de salud y autocuidado que los varones. En este sentido, el cribado de cáncer de mama se dirige exclusivamente a mujeres y el de colorrectal a ambos. Por ahí entendemos parte de las diferencias en la adhesión.

Un cáncer de colon metastásico costaría al sistema al menos unas tres veces más que un cáncer de colon en estadio localizado

Pero este no es el único factor que explica la menor adhesión ya que, si nos centramos en exclusiva en las mujeres, vemos que participan en menor medida en el programa de cribado colorrectal que en el de cribado de mama. La razón probablemente tenga que ver con el hecho de que existe menos información sobre los beneficios de la prevención precoz del cáncer colorrectal y, por tanto, una menor percepción de riesgo de ser diagnosticado de cáncer colorrectal a lo largo de su vida, lo que sin duda incide en la participación o no en el programa.

¿Hasta qué punto el test de sangre oculta en heces y una prueba como una colonoscopia puede ser una barrera de acceso?
Es cierto que son pruebas que se relacionan con una dimensión de intimidad y con una perspectiva escatológica (relación con las heces y sus asociaciones con suciedad) que, en parte de la población, puede generar sentimientos de rechazo, aversión y pudor. A pesar de ello, nuestros resultados nos indican que, a lo largo de estos años, el TSOH está siendo cada vez más aceptado.

De hecho, las personas que han participado en el programa de cribado destacan la facilidad y sencillez, tanto en la “logística” de la prueba, como en la toma de la muestra. La facilidad es un componente importante que repiten constantemente como ventaja, señalando que la prueba no es invasiva y resulta indolora y nada molesta. La colonoscopia tiene una peor aceptación por parte de la población ya que se percibe como una prueba más agresiva, engorrosa y molesta, que además requiere de una preparación previa.

De nada sirve alcanzar el 65% de participación en los cribados de cáncer colorrectal si no tenemos equipos y personal para poder hacer colonoscopias

¿Qué mejoras técnicas y de concienciación se pueden incorporar para facilitar el acceso?
El primer punto es que haya voluntad política para dotar de recursos técnicos y humanos para poder hacer frente a la avalancha de colonoscopias derivadas de los cribados. De nada sirve alcanzar el 65% de participación si no tenemos equipos y personal para poder hacer esta prueba diagnóstica.

En segundo lugar, es necesario cumplir con el objetivo que se plantearon las comunidades autónomas hace 10 años de tener implantado el programa de cribado al 100% en el territorio español, para garantizar la equidad en el acceso a estos programas. También es necesario concienciar a la población en edad de riesgo, entre 50 y 69 años, sobre los beneficios de un cribado que puede salvarles la vida.

La idea clave es “informar y sensibilizar para mejorar la respuesta de los ciudadanos” pero la pregunta es cómo hacerlo. Por un lado, es interesante recurrir a referentes conocidos o públicos para humanizar la enfermedad, dotarla de un rostro conocido para aproximarla. De esta forma, lograremos impulsar la visibilidad de la enfermedad y la importancia de la detección precoz.

Sabemos que existe una menor participación en los cribados entre los colectivos socialmente más vulnerables y este hecho también se observa en la mayoría de los países europeos

Por otro lado, es necesaria una presencia continua en los medios para mejorar la comprensión de los beneficios de la detección precoz y que sirva de contextualización o entrada a la recepción de la carta que invita a participar en el programa.

¿Qué otras barreras de acceso existen en la actualidad?
Paralelamente, hay que trabajar en las barreras que impiden la participación a estos programas de cribado, como el nivel socioeconómico. Sabemos que existe una menor participación entre los colectivos socialmente más vulnerables y este hecho también se observa en la mayoría de los países europeos, donde la participación muestra un claro gradiente social.

Sin embargo, en el caso de España, paradójicamente la población de niveles socioeconómicos más altos muestra también niveles más bajos de participación. Estos resultados se han asociado con el uso de los servicios sanitarios privados para la realización de este tipo de pruebas. La edad también se constituye en una variable importante, con capacidad predictiva, aumentando la probabilidad de realizarse el TSOH en las personas con edades entre 62 y 69 años.

El 58% de los nuevos casos se da por encima de los 70 años, donde no llega el cribado ya que está pensado para personas de entre 50 y 69 años

Otro elemento importante es la relación entre la frecuencia en la que las personas acuden al médico y la realización del TSOH, encontrándose que una mayor frecuencia aumenta la probabilidad de realizar el test. Por ello, seria relevante aprovechar estas visitas para ofrecer información a la población, potenciado así el papel de los profesionales sanitarios, ya que el consejo del médico puede resultar fundamental como elemento legitimador de la prueba.

Por último, sabemos que la mayor incidencia se sitúa por encima de los 70 años, concretamente el 58% de los nuevos casos se da en esta franja de edad donde no llega el cribado ya que está pensado para personas de entre 50 y 69 años. De modo que es necesario aumentar la edad de cribado hasta los 74 años.

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