Anuario iSanidad 2023
Dr. Julián Álvarez García, miembro del Consejo Asesor de Nutrición de Herbalife
Creemos que en el tema de los suplementos nutricionales se impone una necesidad de reflexión. No se trata ahora de sentar cátedra, sino de hacer un análisis crítico y revisar algunos conceptos y puntos de vista que, aún sin un claro fundamento científico, por repetidos, están casi asumidos.
Por otra parte, si lo que de verdad nos preocupa es una nutrición completa y apropiada para cada persona y situación, tenemos que estar abiertos a utilizar todas las herramientas, todas las opciones que tengamos o podamos tener en nuestras manos (me viene a la cabeza el consumo de insectos).
Los suplementos no deberían ser considerados ajenos a la “tabla de los alimentos”, simple y llanamente porque son una realidad en este escenario. Tampoco parece que debamos clasificarlos como “los gases nobles en esta tabla de los alimentos”, con los que a veces parece que nada se puede combinar. Sino que deberían ser un elemento más, una herramienta más a la hora de confeccionar un plan de alimentación o una dieta saludable. Habrá tantas dietas saludables como personas y situaciones, porque si algo nos ha enseñado la ciencia es la versatilidad y la individualidad de esas dietas. Parte del futuro de esa ciencia de la nutrición está en cierta medida en ser capaz de responder de una forma rápida y sencilla a esas necesidades de individualización de distintos colectivos, en distintas situaciones.
Los suplementos no deberían ser considerados ajenos a la “tabla de los alimentos”, simple y llanamente porque son una realidad en este escenario
Los suplementos pueden ser una herramienta más que útil para este objetivo. Por ejemplo, en el mundo del deporte se han convertido ya en piezas indispensables a la hora de montar ese puzzle, con el que tenemos que componer la nutrición de un deportista. Hoy por hoy, en ese ambiente, podría decir que se encuentran incluso en una posición de “privilegio”, por aportarnos de una forma simple, sencilla, oportuna y fácil; y sobre todo controlada y conocida, los nutrientes que pudiéramos necesitar, en el momento y formato oportuno.
Lo que no es discutible es la eficacia y necesidad de los suplementos en una sociedad en la que, a pesar de contar con la más amplia disponibilidad de alimentos de la historia, no dejan de constatarse deficiencias nutricionales como, por ejemplo, que el 85% de la población tome menos omega-3 del recomendado o que la mayoría de la población consuma menos fibra de la recomendada (según un estudio de la prestigiosa revista The Lancet, si 1.000 personas pasaran de una dieta baja en fibra -menos de 15 gramos al día- a una alta -de entre 25 y 29 gramos-, se evitarían 13 muertes y seis casos de enfermedad cardíaca), o que un alto porcentaje de la población española sea deficitaria en vitamina D; y podríamos seguir con una lista casi interminable de deficiencias de nutrientes en distintos grupos de población y distintas condiciones como las personas mayores, embarazadas, personas que practican deporte, o personas que deciden “ponerse a dieta”.
En estos grupos encontramos deficiencias de diversos nutrientes (vitaminas, minerales, e incluso de macronutrientes como la proteína) que pueden ser abordadas con correcciones dietéticas, pero también, con total seguridad, con el uso de suplementos. Porque ese es el otro prejuicio más habitual hacia los suplementos, que no son “seguros”, cuando es todo lo contrario, ya que no solo tienen que cumplir todas las normas de seguridad alimentaria que tienen que cumplir todos los alimentos destinados al consumo humano, sino que esas normas son más exigentes en el caso de los suplementos.
Debemos buscar opciones válidas y plausibles que nos permitan generar el modelo nutricional de cada persona como piedra angular de su salud
Por supuesto que ni mucho menos se trata de renunciar a otras formas de alimentación, a la comida tradicional. Tenemos que cuidar la gastronomía como elemento cultural y como aprovechamiento de la producción local y estacional, lo cual es, a su vez, claramente ecológico. Y tampoco hay que renunciar a la comensalidad, a la cultura, al disfrute, a la evolución. En realidad, no se trata de renunciar a nada, se trata, como decíamos, de estar abiertos a todo, porque ese es el mejor signo de inteligencia alimentaria.
Como diría Albert Einstein, “la mente, al igual que un paracaídas, solo funciona cuando se abre”, y ese es el mejor camino para llegar a un mejor conocimiento y también para avanzar en esa evolución hacia la alimentación del futuro. Sin prejuicios ni perjuicios, dejando de lado las falsas creencias, los fundamentalismos y los supuestos problemas, para poder aprovechar todo lo que naturaleza y ciencia nos ofrecen para “construir” nuestra salud. Debemos buscar opciones válidas y plausibles que nos permitan generar el modelo nutricional de cada persona como piedra angular de su salud.