El necesario cambio de paradigma: un modelo sanitario basado en la atención integral

Dra. Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)

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Anuario iSanidad 2023
Dra. Juana Carretero, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)
Las mejoras en las condiciones económicas, sociales y sanitarias han hecho que las previsiones demográficas en España y el resto de países de nuestro entorno apunten hacia el envejecimiento poblacional.  Además, los avances en la innovación y en el conocimiento, tanto de la fisiopatología como del tratamiento de enfermedades hasta ahora incurables, nos conducen a otra realidad, la tendencia a la cronificación de enfermedades que, hasta hace muy poco tiempo, condicionaban la supervivencia de las personas. Y de igual manera, nuestro mayor conocimiento de los grandes síndromes geriátricos, nos ha permitido abandonar ese erróneo lenguaje que asociaba envejecimiento con fragilidad.

La fragilidad se asocia frecuentemente (pero no exclusivamente) al envejecimiento, y es un proceso dinámico y reversible. Este viaje nos lleva, inexorablemente, a atender en nuestro día a día, a personas que conviven con una o varias enfermedades crónicas, que interaccionan entre ellas, que condicionan su evolución y que bien comparten tratamiento o más bien reciben varios fármacos, con diferentes mecanismo de acción y efectos secundarios, que precisan de un exquisito conocimiento.

Tal como refería Cervantes, “ninguna ciencia en cuanto a ciencia engaña; el engaño está en quien no la sabe”. Parece obligado actualizar el lenguaje e incorporar en nuestro día a día conceptos como multimorbilidad (presencia de más de tres enfermedades crónicas en un mismo paciente); pero no podemos ser ajenos a otras realidades, nuevamente condicionadas por las condiciones sociales y económicas actuales, como la pobreza, el riesgo de exclusión social, la desnutrición en determinados grupos poblacionales o la ingesta oculta de alcohol.

La fragilidad se asocia frecuentemente al envejecimiento, y es un proceso dinámico y reversible

Estos y otros condicionantes, añaden complejidad a las personas que atendemos en nuestro día a día. Por lo tanto, en esa actualización del lenguaje, añadiremos el paciente crónico complejo. Así, la era de la medicina de precisión, en aras a proporcionar a nuestros pacientes una atención equitativa, proporcionada y personalizada, deberemos ser capaces de definir diferentes fenotipos de multimorbilidad, incluidos aquellos con predisponentes de complejidad, que necesiten diferentes y sobre todo, personalizados, niveles de cuidados.

El sistema sanitario actual, saturado, reactivo y hospitalocentrista, basado en la atención a la patología aguda y en la deconstrucción de la persona enferma en órganos y aparatos, no puede ser eficaz, no es eficiente, no es sostenible para el sistema sanitario, pero sobre todo, no es bueno para la persona que vive con multimorbilidad. Se hace cada vez más tangible un cambio de paradigma, un viraje hacia un modelo sanitario basado en la atención integral de la persona enferma, una atención basada en procesos asistenciales y no en enfermedades. En un momento del camino, hemos perdido la prevención y la promoción de la salud, la atención a las patologías crónicas, como la diabetes, la hipertensión, la obesidad o la insuficiencia cardiaca, que muestran unas alarmantes cifras de prevalencia a medida que aumenta la edad de la persona enferma.

La continuidad asistencial con atención primaria, con el internista como referente hospitalario, es clave para asegurar una atención universal y equitativa. Por ello, junto con otros profesionales, como la enfermería o los servicios sociales, debemos trabajar hacia la implantación universal de los planes integrales de atención a las patologías crónicas más prevalentes. Un claro ejemplo es la insuficiencia cardíaca. La asistencia en base a equipos multidisciplinares, liderados por medicina interna, han demostrado mejorar la calidad de vida de dichas personas, disminuir la necesidad de visitas a urgencias, de hospitalización y muerte.

La continuidad asistencial con atención primaria, con el internista como referente hospitalario, es clave para asegurar una atención universal y equitativa

Por ello, como garantes que debemos ser de la sostenibilidad de la joya de la corona, esto es, el sistema sanitario público, equitativo y universal, yo les pregunto: ¿Debemos seguir fragmentando la atención sanitaria? ¿Es necesaria la creación de nuevas especialidades médicas sobre la base de una atención que actualmente se dispensa desde la excelencia y con resultados tanto de eficacia clínica como económica contrastadas?

Olvidamos una vez más a la persona enferma, que no sólo está afecta de un proceso, por ejemplo, infeccioso, sino de múltiples comorbilidades que se verán afectadas por dicho proceso y que necesitan lo que hasta ahora se les está proporcionando, una atención integral y de calidad. Sin menoscabo, por supuesto, de reconocer la excelente capacitación, en éste y en otros campos de la medicina, como la anteriormente referida insuficiencia cardiaca, que los internistas hemos adquirido a lo largo de muchos años de asistencia, investigación y docencia. Volvamos a pensar como un todo, volvamos a mirar a la persona enferma, y habremos asegurado nuestro futuro.

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