La salud pública: la gran olvidada

Dr. Manuel García de la Vega Sosa, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sempspgs)

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Anuario iSanidad 2023
Dr. Manuel García de la Vega Sosa, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria (Sempspgs)
A principios del siglo XX, en concreto en 1920, Charles-Edward Winslow trazó una visión penetrante y holística de la salud pública como una ciencia y un arte. Definió esta rama científica de la medicina como el esfuerzo colectivo de la comunidad para prevenir enfermedades, prolongar la vida y fomentar la salud. Winslow propuso líneas estratégicas clave, desde la reorganización de estructuras sanitarias hasta la importancia de la educación en salud y el desarrollo de programas eficientes de prevención. Aunque este visionario concepto establecía la salud pública como una disciplina colectiva, social y pluralista, con el tiempo ha sido eclipsada por otras ramas médicas en foros científicos, políticos y sociales.

En 1950, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ofreció una definición ampliada de la salud pública como “la actividad encaminada a mejorar la salud de la población”, vinculando los conceptos de salud y población. Este enfoque integral consideraba la salud no solo como la ausencia de enfermedad, sino como un estado de bienestar somático, psicológico y social. Sin embargo, a pesar de la relevancia de esta definición, la salud pública siguió siendo subestimada en muchas discusiones científicas, técnicas y políticas. Y, por mucho que nos disguste, debemos reconocer que la salud pública cruzó al siglo XXI, siendo la gran olvidada a pesar de todas sus contribuciones al bienestar general e individual.

Todos tenemos presentes los recuerdos de cómo la salud pública fue clave para el control de la pandemia por el Covid-19, pero no podemos olvidar como, a lo largo del siglo XX, la vacunación infantil a gran escala permitió reducir la incidencia de enfermedades comunes, disminuyendo considerablemente la mortalidad infantil en el mundo entero y logrando, incluso, erradicar enfermedades como la poliomielitis, y cómo gracias a ella se controlaron numerosas enfermedades infecciosas, como son el sarampión, los brotes de ébola en África e, incluso, a pesar de no tener aún una cura, la gran pandemia de sida/VIH que tuvo lugar durante los años 80.

Tampoco conviene olvidar el descubrimiento de los antibióticos con sus ventajas terapéuticas y los grandes resultados obtenidos, pero que cuyo uso fue y es tan difundido en varias áreas de la vida humana que las bacterias comenzaron a demostrar y siguen demostrando resistencia a los antibióticos. Pero ahí están los especialistas en salud pública intentando controlar las resistencia antimicrobianas. Y, por supuesto, la cloración y fluorización del agua potable a la hora de tratar las aguas de consumo humano, eliminando en un alto porcentaje la presencia de bacterias y otros microorganismos.

La salud pública es más que una ciencia; es una filosofía de trabajo en equipo, una colaboración entre diferentes disciplinas y sectores sociales para el bien común

Otro ejemplo más es el de los hospitales y centros sanitarios sin humo. Si bien, a mediados del siglo XX ya existía debate respecto del vínculo entre el consumo de cigarrillos y el cáncer, la hipertensión y las enfermedades cardio-respiratorias, a finales del siglo pasado no existía la menor duda de dicha relación y se procedió a la paulatina prohibición de consumo de tabaco en algunos espacios públicos en el marco de una auténtica cruzada contra las enfermedades vinculadas al hábito tabáquico. Y no menos importante y como consecuencia de muchas de las medidas impulsadas por salud pública, el aumento de la esperanza de vida; de los iniciales 50-65 años a la cifra actual de alrededor de 80 años de vida, al menos en las naciones desarrolladas.

En todos los escenarios expuestos y faltan muchos, la Salud Pública ha estado presente y sigue presente. Y hay que reconocer que nos referimos a logros que habrían sido imposibles sin el enfoque de la salud pública. La salud pública va más allá de ser simplemente una disciplina; es una presencia constante en nuestras vidas, estudiando todos los determinantes de la salud. Desde el estilo de vida y la biología humana hasta el acceso a servicios médicos y el medio ambiente, la salud pública trabaja incansablemente para mejorar las condiciones de vida de la población.

Durante la pandemia de Covid-19, los profesionales de la Medicina Preventiva y la Salud Pública emergieron como líderes en la lucha contra la enfermedad, destacando su papel crucial en la gestión de crisis sanitarias. La salud pública es más que una ciencia; es una filosofía de trabajo en equipo, una colaboración entre diferentes disciplinas y sectores sociales para el bien común.

La salud pública va más allá de ser simplemente una disciplina; es una presencia constante en nuestras vidas

La nueva realidad postpandémica brinda la oportunidad de reconocer y valorar el papel fundamental de la salud pública en la construcción de un mundo más saludable y equitativo. A lo largo de los años, la salud pública ha evoluciona- do para convertirse en una respuesta organizada para preservar, defender, prevenir y promulgar la salud en la sociedad.

La OMS destaca que la salud pública es una disciplina que no descansa, siempre vigilante, previniendo y adelantándose a los desafíos. La pandemia no solo puso de manifiesto la importancia de la salud pública, sino que también transformó su forma de trabajo. Los profesionales de la disciplina se hicieron visibles, lideraron equipos, aprendieron de errores y se convirtieron en una fuerza más fuerte y más sensible.

Es hora de darle el reconocimiento que merece, de destacar su contribución a la prevención y cura en silencio, y de comprender que la salud pública es más que una disciplina; es la fuerza que vela por nuestra salud y bienestar a lo largo de toda la vida. En cada escenario de la vida, la salud pública está presente, cuidando, escuchando y respetando. Todos somos necesarios, todos sumamos, y es hora de otorgarle a la salud pública el lugar destacado que merece en la construcción de un futuro más saludable y resiliente.

La colaboración interdisciplinaria y el trabajo en equipo son fundamentales para abordar los desafíos de la salud pública y construir un futuro más saludable para todos

En resumen, la salud pública es una ciencia y un arte que va más allá de la ausencia de enfermedad, abrazando el bienestar somático, psicológico y social de la población. Su papel crucial, destacado por la OMS y evidenciado recientemente durante la pandemia de Covid-19, merece un reconocimiento más amplio y un lugar central en las discusiones científicas, políticas y sociales. La colaboración interdisciplinaria y el trabajo en equipo son fundamentales para abordar los desafíos de la salud pública y construir un futuro más saludable para todos.

La salud pública es como esa madre que vela por nosotros sin verse, nos protege en silencio, está presente de forma permanente y se ocupa de manera integral de nosotros, de nuestro entorno, de nuestros orígenes, es la que nos cura en silencio, la que se hace visible cuando suenan las alarmas sanitarias, sin horarios, con desvelos, siempre atenta, previniendo, adelantándose, aconsejando y recomendando, estando presente con cautela y humil- dad, retirándose a tiempo, dejando paso a otras personas (otras especialidades) y así a lo largo de la nuestra vida, tanto cuando estamos sanos como cuando enfermamos.

Su mirada va más allá de lo individual, es colectiva, es multicolor, trabaja con la equidad, los derechos humanos, se sustenta en los fundamentos éticos de bienestar físico, psíquico y social y se entremezcla con los conceptos de enfermedad y salud. Se preocupa por formar a grupos sociales, transmitir la importancia de la adquisición de hábitos saludables de la comunidad. Sin distinción de color, etnia, condiciones socioeconómicas, políticas, sociales… se preocupa por el ser humano dentro de un grupo social, por su salud, por su vida en general. Y, a pesar de todo ello, la especialidad de medicina preventiva y salud pública sigue siendo infravalorada, infradotada, infrareconocida…

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