Sangre, ‘balas’ y muestras a analizar en 15 minutos: así trabaja el laboratorio clínico de La Paz

Este servicio recibe cada día 3.000 tubos para su examen y es capaz de completar entre 9.000 y 10.000. Cada engranaje de los procesos desde la extracción de sangre al paciente está engrasado y permite una agilidad propiciada por un sistema informático único en el sistema de salud madrileño

laboratorio análisis clínicos La Paz

Juan León García / Gema Maldonado
Cristina Cebrián (Fotos)
Son alrededor de las 10 de la mañana en un día tranquilo en la sala de extracciones del Hospital Universitario La Paz (Madrid). La mayoría de pacientes, sentados, espera su turno. Los televisores colgados muestran a un ritmo de pocos minutos una secuencia de tres letras y dos números tras los que se esconden las iniciales del nombre y dos cifras del número de la Seguridad Social. Este “circuito fluido”, describe el jefe de Servicio Análisis Clínicos, Dr. Antonio Buño Soto, se basa en un sistema informático “único” (sobre el que pivota el sistema de gestión de citas del hospital) en uno de los centros punteros en nuestro país. Está preparado para gestionar a las más de 200.000 personas que acuden a estas instalaciones anexas a la icónica torre del materno-infantil.

En cuanto son llamados, los pacientes se dirigen al box indicado en el que incluso el diseño está pensado para obtener la mayor eficiencia. Un escritorio curvo permite colocar las gradillas con los tubos de extracción. Cada uno, con una tapa de distinto color en función de la prueba a realizar. En apenas dos minutos, cada una de las 20 enfermeras que trabajan en exclusiva en esta zona completa su trabajo con cada paciente. Llenan una media diaria de 3.000 tubos. Un proceso que se completa nada más finalizar la extracción y que busca la mayor transparencia: las etiquetas se pegan en los cristales con el paciente delante. “Nuestra obsesión aquí”, incide a iSanidad el Dr. Buño en uno de los boxes, “es evitar el error; todos los procesos que pensamos los hacemos teniendo en cuenta lo que puede salir mal”, detalla.

Más de 200.000 personas acuden cada año a la sala de extracciones de La Paz. Aquí se llenan de media cada día unos 3.000 tubos

Las denominadas 'balas' del laboratorio clínico.
Las denominadas ‘balas’ del laboratorio clínico.

Queda ya lejos la actividad en época de pandemia, cuando se llegaba a atender a 1.600 pacientes al día. Un hito que superaron por un esfuerzo colectivo sin precedentes en el sistema sanitario. Hoy, la intensidad se concentra los lunes y desciende en especial los miércoles y los viernes, relata desde la ‘trastienda’ de la sala de extracciones. Mientras, cerca del jefe de servicio, una de las enfermeras prepara las denominadas “balas” donde se introducen bolsas de plástico herméticas con unos diez tubos de media. Una vez lista, se mete por un conducto neumático que lleva estos recipientes directos a la principal zona de trabajo de su servicio: en 15 minutos, estas ya están en el laboratorio clínico.

Si los números que se manejan en las cinco horas (desde las 07:30 a las 10:30, extensible hasta las 12:30 para determinados grupos de pacientes) que está abierta la sala de extracciones cada día ya marean, los que se registran en el corazón del servicio no son menos: “Trabajamos con entre 9.000 y 10.000 tubos al día”.

La sala de máquinas

El recorrido de las ‘balas’ lanzadas desde la sala de extracciones de La Paz continúa en el laboratorio clínico. Todo el circuito consta de entre siete y ocho procesos, detalla. Hasta allí llegan, se descargan y clasifican los tubos que, en la zona de la planta baja, conviven con las neveras refrigeradas que proceden de los centros de salud o las residencias. En ellas se puede leer ‘C.S. Villaamil’ o ‘C.S. Las Tablas’ en una nevera que parece recién estrenada (este ambulatorio comenzó en diciembre su actividad).

“Tienen sistema de monitorización de temperatura”, detalla el Dr. Buño respecto de estos recipientes. Una vez entran en la sala, se colocan estratégicamente debajo de unas antenas que cuelgan del techo: “Van descargando los datos de la temperatura interna de las cajas” porque, sentencia, “un pequeño cambio puede cambiar la historia del paciente”.

“Un pequeño cambio” de temperatura en una nevera que contiene las muestras procedentes de los centros de salud “puede cambiar la historia del paciente”, advierte el Dr. Buño

La cinta transportadora que selecciona y deriva los tubos. Al fondo, dos profesionales del servicio de laboratorio clínico de La Paz.
La cinta transportadora que selecciona y deriva los tubos. Al fondo, dos profesionales del servicio de laboratorio clínico de La Paz.

Una planta por encima se encuentra el corazón del laboratorio clínico de La Paz. Y, también, su médula espinal: un ‘esqueleto’ electrónico que divide y dinamiza el trabajo en estas instalaciones. Los pasillos quedan vacíos para que en ellos transiten, en la mayor parte de casos, carritos llenos de gradillas donde van o vienen los tubos.

Algunos de los profesionales que componen el servicio (68 técnicos y 16 residentes, entre MIR, FIR, BIR o QIR) ocupa su puesto a uno u otro lado de esta franja. Mientras tanto, la cadena no para de llevar y traer tubos por unas sendas que solo entienden el algoritmo y los profesionales. Cada tubo para. Un pequeño sensor escanea la etiqueta por radiofrecuencia y decide por dónde seguirá su camino.

Todos visitarán un analizador de muestras, otro tipo de equipamiento instalado en algunos tramos de esta autopista clínica. Cada tapón que corona un tubo tiene un color: los hay naranjas (procedentes de Urgencias, que son analizados en una hora), amarillos, lilas. Azules. Estos son los peores: indican una emergencia, la muestra de los pacientes más críticos, por lo que se detienen los procesos “para obtener resultados en cinco minutos”.

De ello se encarga un equipo dedicado en exclusiva a esta tarea que exige inmediatez. Ocupa un pequeño espacio en uno de los extremos del laboratorio. En una de las columnas se puede leer ‘La Resistencia’. Debajo, varias fotos con recuerdos de la pandemia. Resistieron. Y aquí siguen: analizando, examinando e interpretando. A veces a través del ordenador; otras, cuando son muestras muy patológicas, se encargan los facultativos. Los microscopios permiten hacer el examen ‘manual’ de líquidos biológicos.

La Paz: camino a ser el primer laboratorio clínico verde de España

Si no hay sobresaltos, la cinta transportadora lleva los tubos hasta su parada oportuna donde destapona, extrae la muestra y devuelve el tubo a la línea. Entonces, a través de termosellado, vuelve a clausurarlo para llevarlo a unas neveras de grandes dimensiones cuya estructura interior de hileras suele acumular mil. Si son muestras coaguladas, se conservan una media de seis horas; si es orina, hasta 48. Otros se guardan durante un tiempo determinado por si hiciera falta realizar “alguna analítica extra sin necesidad de volver a llamar al paciente”. Cerca, en una habitación, se encuentra otra estancia que cumple una tarea similar: la denominada ‘sala fría’, donde se albergan más de 600 referencias de productos y reactivos listas para analizar. La pantalla externa marca una temperatura que no supera los 6 grados.

En un flujo tan dinámico, queda la duda de cuál es el destino que depara a estos frasquitos una vez han cumplido su función. Y tiene que ver mucho en hacia dónde quiere encaminar el Dr. Buño su servicio: hacia conseguir el certificado que acredite a estas instalaciones como el primer laboratorio verde y sostenible de España. El reconocimiento lo expide la Federación Europea de Química Clínica y Laboratorios Médicos (EFLM, por sus siglas en inglés). En La Paz ya han comenzado a realizar las medidas necesarias para autoevaluarse en base a los criterios de la organización europea.

En La Paz ya han comenzado a realizar las medidas necesarias para autoevaluarse en base a los criterios de la asociación europea de laboratorio clínico, EFLM, y conseguir la acreditación como primer espacio verde y sostenible de España

Este espacio es uno de los que más residuos genera, del orden de más de 1.500 kilos al mes. Estos, por su naturaleza biológica, son los más sensibles y requieren de un tratado específico. Una vez salen de la nevera van a un tubo en su interior donde se desechan. A través de la técnica del autoclave, es decir, se someten a una alta temperatura y presión para eliminar los componentes biológicos. De esta forma se pueden tirar después como residuos urbanos.

También supone un reto economizar el consumo de agua (“llenaría una piscina olímpica”) y el de electricidad, equivalente al que realizan cien viviendas españolas al año.

El futuro es agridulce

Un facultativo, controlando el flujo de tubos dentro de la cinta automatizada del laboratorio clínico de La Paz.
Un facultativo, controlando el flujo de tubos dentro de la cinta automatizada del laboratorio clínico de La Paz.

Ataviado con su bata blanca impoluta serigrafiada con el logo del hospital, el Dr. Buño es además el actual presidente de la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SECQML). Cuenta sus planes de futuro para su servicio, como el objetivo de establecer sistemas de información y priorizar determinadas plantas, como la de hematología; que los algoritmos en los que se basan las herramientas informáticas “estén muy cargados de reglas”. Y, qué duda cabe, en seguir optimizando los procesos. “Este servicio tiene una parte industrial muy importante, y quien no lo quiera ver…”, deja en el aire, para recordar que el buen funcionamiento de otros muchos servicios depende de que “vaya bien laboratorio”.

Pero cuesta que lo perciban así las nuevas generaciones de MIR: la especialidad de análisis clínicos no ha llenado sus 14 plazas hasta el penúltimo día de adjudicaciones. Por lo que reivindica actuar para hacer más atractivo este itinerario en los próximos años. Una manera podría ser, propone, unificar todas las especialidades de laboratorio (inmunología, farmacología clínica, bioquímica, análisis clínicos . Como ya se hace en Portugal. Sobre todo porque cada vez cuesta más ver entre estas paredes a un MIR y es más habitual que él, como jefe, trate con FIR y QIR.

No obstante, a absolutamente todos les lanza el mismo mensaje: que, aunque no se trate directamente con él, el paciente es lo más importante. Lo aprendió bien de su padre, médico también formado en laboratorio clínico. Por eso, siempre que puede compensa la parte asistencial con los paseos por los pasillos de La Paz; la puesta al día con compañeros de otros servicios. Es la parte con la que se queda el Dr. Buño: el “después de los resultados”.

Antonio Buño Soto, jefe de Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Universitario La Paz, en el laboratorio.
Antonio Buño Soto, jefe de Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Universitario La Paz, en el laboratorio.

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