J.L.G.
La Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica, y Unidades Coronarias (Semicyuc) y la Fundación Avedis Donabedian (FAD), con el apoyo de la Fundación Tecnología y Salud de Fenin (y otras cuatro empresas), han desgranado este jueves en un webinar los detalles de su modelo para la acreditación de la calidad clínica y organizativa de aquellos servicios de medicina intensiva.
Concebido como un programa integral, ‘Semicyuc calidad’ busca mejorar la calidad y la seguridad asistencial de las UCI, desarrollando unos requisitos para la mejora de cada faceta de la atención a los pacientes. Esta acreditación representa una guía para apoyar a los servicios, o bien a unidades específicas dentro de un servicio, en su camino hacia la excelencia.
Es lo que han destacado en el comienzo tanto el Dr. Fernando Bandrés, presidente de la Fundación Tecnología y Salud, como la Dra. Carola Giménez-Esparza, presidenta de la Semicyuc. La profesional ha destacado además la participación de “multitud de profesionales” en el desarrollo de este modelo. Al respecto, el Dr. Álvaro Castellanos, Hospital Universitario y Politécnico de La Fe de Valencia, presidente saliente de la Semicyuc, ha detallado que un total de 50 jefes de servicio de medicina intensiva han colaborado, de los 60 a los que inicialmente se contactó.
El actual contexto, en el que “la mayoría de los equipos no tienen una acreditación o certificación de calidad” (en este caso, la ISO 9001). De ahí que uno de los principales objetivos del grupo de profesionales sea “presentar una referencia” para aquellos servicios “que quieren mejorar y optimizar su práctica asistencial” para conseguir mejores resultados.
El modelo de acreditación ‘Semicyuc calidad’ se sustenta sobre un manual de criterios de calidad y seguridad en medicina intensiva accesible a cualquier intensivista
El Dr. Castellanos ha enfatizado en los “estándares técnicos elevados” en los que se rige este modelo acreditativo. De la misma manera, se mide el grado de adhesión a esos protocolos para tener una imagen real de lo que ocurre en las unidades. De entre los aspectos de que se compone esta acreditación, están el liderazgo, la formación continuada o la mejora de competencias de sus profesionales.
Todo el proceso, desde la solicitud de la preparación para acceder a la acreditación hasta una preevaluación, se realiza con la coordinación de expertos de la sociedad científica y la FAD. La fundación, cuyo director es el Dr. Joaquim Bañeres, también profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, es la encargada de auditar al servicio o a la unidad concreta. Se contemplan igualmente las reacreditaciones, aún sin plazo definido.
El Dr. Bañeres ha explicado que el programa se ha basado en un estudio Delphi que ha permitido desarrollar los contenidos y definir, por ejemplo, un manual de criterios de calidad y seguridad en medicina intensiva “sobre el que se sustenta todo el proyecto”. La iniciativa se divide en dos áreas fundamentales, los procesos generales y los especializados. “A diferencia de los modelos existentes, tiene una singularidad importante que destacaría: modelo hecho por especialistas para especialistas”, ha subrayado.
Las experiencias de dos hospitales
En la actividad online han participado dos intensivistas de distintos centros que ya han aplicado este programa. Por un lado, la Dra. Mª Cruz Martín, del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, ha relatado que aunque no siguieron la metodología al dedillo, sí fue el primero en formar a todas aquellas personas que iban a participar en esta evaluación y el proceso como evaluadores. El centro madrileño cuenta con tres UCI distintas.
“Lo que permite las ventajas de una certificación son muchas: el hecho de querer hacerlo muestra nuestro interés por esta herramienta, como hay muchas otras. Permite de forma objetiva ver dónde estás y dónde realmente deberías estar. Aunque creamos que tenemos determinados procesos y protocolos, cuando los vas a descargar y los vas a presentar, no los tienes o no los tienes actualizados”, ha desgranado.
Por otra parte, la Dra. María Bodí, Hospital Universitario Joan XXIII de Tarragona (el primero donde se puso en marcha este proyecto) ha destacado la “gran oportunidad” para aterrizar los criterios aprobados por los grupos de trabajo “y saber cómo medirlos, evaluarlos y que se ciñan a las guías de buena práctica clínica” establecidas.
Si bien ha destacado que la metodología está “muy bien diseñada”, ha apuntado a que haría falta desarrollar un trabajo previo de historias clínicas, grupos o con los propios profesionales que incluir en un futuro.
