Escoliosis, una de las grandes olvidadas a pesar de su altísima prevalencia

El Dr. Ignacio Merino Gutiérrez ha explicado en Doryos la clasificación de esta patología y cómo se debe tratar

escoliosis

Victoria Gálvez
Durante la carrera de medicina se abordan diversas enfermedades que afectan a diferentes grupos de la población. Se estudian aquellas que afectan a una de cada 10.000 personas o a una de cada 100.000. Sin embargo, la escoliosis ha pasado a ocupar un segundo plano en el ámbito de la investigación, a pesar de que afecta a una de cada 100 personas. Así lo explica el Dr. Ignacio Merino, traumatólogo de la Unidad de Ortopedia Infantil de Quirónsalud Madrid, en Doryos, una plataforma de conocimiento médico diseñada por y para profesionales de la salud.

El peor aliado de la escoliosis es el crecimiento. Si al niño le queda bastante por crecer, el pronóstico es mucho peor ya que la curva puede empeorar. No obstante, si su crecimiento está finalizando, podemos estar mucho más aliviados” añade el Dr. Merino.

Dr. Ignacio Merino: “El peor aliado de la escoliosis es el crecimiento. Si al niño le queda bastante por crecer, el pronóstico es mucho peor ya que la curva puede empeorar”

Para diagnosticar la escoliosis idiopática del adolescente, que se suele presentar en mujeres de entre 13 y 14 años, es necesario utilizar el Test de Adams. Esta evaluación consiste en una prueba en la que el paciente intenta tocarse los pies con las manos. De esta manera, el médico observa si existe una elevación de un hemitórax en forma de gibosidad.

La telerradiografía es la prueba diagnóstica que nos indica el grado exacto de la curvatura. Gracias a esta, el médico puede valorar la escala de Risser, una escala que mide la madurez ósea de la cresta ilíaca. Va desde el cero al cinco, donde el cero significa inmadurez ósea absoluta, por lo tanto, todavía queda mucho por crecer; mientras que el cinco significa madurez absoluta y crecimiento finalizado.

El enfoque terapéutico de esta patología varía según el ángulo de la curvatura, conocido como el ángulo de Cobb. Si el ángulo es menor a 25 grados, se recomienda un tratamiento conservador

El enfoque terapéutico de esta patología varía según el ángulo de la curvatura, conocido como el ángulo de Cobb. Si el ángulo es menor a 25 grados, se recomienda un tratamiento conservador, es decir, el médico debe observar periódicamente al paciente para evaluar su evolución durante el crecimiento. En otros casos, el ángulo oscila entre 25 y 45 grados, por lo que se requiere el uso de un corsé. Mientras que, por encima de los 45 grados, el tratamiento suele ser quirúrgico.

Por último, emplear corsé también es necesario en algunos casos de la enfermedad de Scheuermann, que se caracteriza por el acuñamiento de la columna en el plano lateral. En estas situaciones, se recomienda el corsé cuando la curvatura supera los 55-60 grados y se comienza a considerar la cirugía si llega a alcanzar los 75-80 grados. Asimismo, es importante destacar que el corsé no solo detiene la progresión de la curvatura sino que también puede corregirla, a diferencia de la escoliosis, donde su función principal es la contención.

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